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El nuevo (viejo) Valentino

Otro técnico, la tutela de jóvenes y más trabajo físico han devuelto al Rossi de siempre, segundo del Mundial con 35 años

Nadia Tronchoni
Rossi, en Sachsenring.
Rossi, en Sachsenring.JAN WOITAS (EFE)

El viejo Valentino está de vuelta. Al parecer es exactamente el mismo, idéntica la pasión, intactas (casi todas) las rutinas, misma la gente a su alrededor, igual el círculo de amigos y el escenario de sus actividades. Solo unos pocos detalles han obrado el milagro: ha movido un par de fichas, ha ampliado el radio de acción y ¡ecco!, ha aparecido el nuevo (viejo) Valentino. El mito, que ya tiene 35 años, ha vuelto a los podios con regularidad y es el segundo clasificado del Mundial. Debutó en 1996, con una poley una victoria. Y hoy, 18 primaveras después –más nueve campeonatos del mundo, siete en la categoría reina–, tiene la misma ilusión por ganar. Lo explica su entorno, esos que vivieron los años de bonanza y también los del hundimiento al dejar Yamaha, donde ha vuelto para pelear por el título.

Este año Márquez se lo está poniendo muy difícil, pero lo seguirá intentando. De momento, ya se ha asegurado dos años más de contrato. ¿Puede volver a ganar? “No puede, debe. Que gane el décimo mundial y se vaya a casa. Ninguno de nosotros lo dice, pero el objetivo es ese. Al menos tendrá que intentarlo”, dice Max Montanari, uno de sus asistentes. A Alberto Tebaldi, su representante, no le cuesta explicar cómo le quedan ganas de carreras: “Sigue gustándole tanto este mundo, la vida en las carreras, que cuando llegamos al motorhome los miércoles decimos: qué bien, ya estamos en casa”. “Se llama pasión por la moto. Su amor por las carreras no morirá nunca”, añade Max.

Rossi tiene casi las mismas rutinas que cuando ganaba siempre. Durante los grandes premios desayuna huevos con beicon. Come pasta. Merienda un poco de fruta. Y para la cena se reserva la carne

Tras los dos años en Ducati, Rossi tenía una obsesión: “Quería demostrar que lo que ocurría era que no me encontraba bien con la moto, que no era por mí. Quería tener la oportunidad de demostrar que podía volver a luchar cada domingo por el podio. Como ahora”, declara. Aunque se puso fecha de caducidad. “Si a final de año piloto igual que al principio, debo dejarlo”, confiesa Tebaldi, que les dijo tras un 2013 que pasó sin pena ni gloria.

Pero eso no se ha repetido. Porque no pilota igual. Ha sido capaz de moldear su estilo, de adaptarse a unos neumáticos que requieren pasar menos tiempo inclinado, de imitar en cierta medida lo que hace el chaval que domina la categoría. Y eso que creía que no podría hacerlo: “Soy demasiado mayor para cambiar”, se había lamentado cuando era incapaz de entender la Ducati. “Ha logrado mejorar la salida de la curva, modificando su estilo: levanta antes la moto y sale antes, para adecuarse mejor a las gomas. Eso a su edad no es fácil, pero se ha empeñado muchísimo”, explica Silvano Galbusera, otra de las caras nuevas.

Galbusera es su nuevo jefe de mecánicos, el sustituto de Jeremy Burgess, el único miembro de su equipo a quien Rossi ha sacrificado en todos estos años para poder averiguar si su falta de competitividad tenía alguna explicación más. “Burgess para nosotros es como un tío, un padre, pero no acompañó la progresión que sí experimentó Valentino en los últimos años. Veíamos que en nuestro box Jeremy hacía tres cosas mientras en el de Jorge (Lorenzo) hacían diez”, apunta Tebaldi.

Rossi, en Alemania.
Rossi, en Alemania.Jens Meyer (AP)

Rossi tiene casi las mismas rutinas que cuando ganaba siempre. Durante los grandes premios desayuna huevos con beicon. Come pasta. Merienda un poco de fruta. Y para la cena se reserva la carne. Eso sí, cena algo más pronto que antes, que lo hacía casi a las once y las tertulias nocturnas se han reducido. “Casi como un auténtico atleta”, apunta Max. Dicen que se entrena más ahora. “Cada día”. Pero sigue sin cultivar demasiado el físico: pocas pesas y mucha moto. Su constitución siempre le permitió tomárselo algo más a la ligera, señalan. Aunque su preparador físico, Marco Casabianca, lo controla desde hace más de una década. “El Valentino de hoy es mucho más fuerte y trabaja más, aunque no lo parezca si uno ve las carreras de antes. Hoy estar entre los mejores es mucho más difícil”, añade.

Las horas las pasa sobre dos ruedas, aunque no coge nunca una bici, a diferencia de algunos rivales. Tiene prohibido el motocrós, aunque a veces se escaquea. Se entrena con mini motos o máquinas de supermotard, trabaja en el ‘Ranch’ (una pista de 2,5 kilómetros, “muy dura físicamente”, apuntan) que se ha montado cerca de casa y donde sigue la evolución de los pilotos de su equipo de Moto3, que le han devuelto, opina su gente, las ganas de competir: “La Riders Academy ha sido un elemento fundamental para mantener esta sensación de diversión”, dice Tebaldi. Y añade: “Todo nuestro mundo está en un radio de un kilómetro. En Tavullia. Está el Ranch; el Da Rossi, restaurante, pizzería; el Fan Club; la empresa, la VR46, que se encarga de toda la mercadotecnia del piloto (y de la mayor parte de la parrilla) y también la sede del Sky Racing Team, el equipo de Moto3. Y en medio de todo eso: la casa de Valentino, donde vive.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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