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Nadal, objetivo Nueva York

Lesionado en una muñeca, el español apura para jugar el Abierto de EEUU

Juan José Mateo
La férula que protege la muñeca de Nadal.
La férula que protege la muñeca de Nadal. Facebook

Una máquina Indiba para regenerar tejidos, aliviar el dolor y acelerar la cicatrización de la lesión que sufre en la muñeca derecha con corrientes de alta frecuencia. Electroestimulación para no perder el tono muscular. Antiinflamatorios. Una férula para proteger la articulación. Todo eso utiliza Rafael Nadal, el número dos mundial, para llegar a tiempo de disputar el Abierto de EEUU (desde el 25 de agosto) tras darse de baja por lesión en los Masters 1.000 de Toronto (desde la próxima semana) y Cincinnati (desde el 10 de agosto), donde defendía ambos títulos y 2.000 preciosos puntos de su ránking.

Usa una máquina para acelerar la cicatrización y otra para mantener el tono muscular

Mientras se sigue entrenando a bajo ritmo en Manacor —la lesión no le molesta para sacar y solo le impide golpear el revés a dos manos—, el campeón de 14 grandes apura las posibilidades de viajar a Nueva York. La próxima semana volverá a volar a Barcelona, donde los doctores Ángel Ruiz Cotorro, Jaume Vilaró y Ramón Balius estudiarán una nueva ecografía musculo-tendinosa y valorarán si mantienen el tratamiento conservador que han adoptado —la férula que limita los movimientos— o lo cambian e introducen la mesoterapia —microinyecciones para calmar el dolor que sufre el tenista por “una pequeña desinserción de la vaina del cubital posterior de la muñeca derecha”—.

Nadal, que a lo largo de su carrera ha penado de las rodillas, los abdominales, un pie o un hombro, abrió 2014 con una lesión de espalda durante la final del Abierto de Australia, que perdió contra el suizo Stanislas Wawrinka. Ahora sufre de la muñeca, dolencia que este curso ha afectado a Novak Djokovic y Juan Martín del Potro, el mejor resumen de la agresiva evolución de un deporte que cada vez obliga a golpear en posiciones más forzadas. Pocos competidores han tenido que apurar tanto los límites de su cuerpo. Víctima de su éxito, porque casi cada victoria implica un nuevo partido, el español es el único tenista que ha alcanzado como mínimo los 80 encuentros por temporada desde 2007, con la única excepción de 2012, cuando se perdió medio curso por una lesión de rodilla. En lo que va de 2014, nadie ha disputado más duelos que él en el circuito (52).

Igual que un esguince, no tiene por qué tener más trascendencia Ángel Cotorro, doctor del tenista

“Al contrario que las tendinopatías que ha sufrido, que son más producto de sobrecargas y esfuerzos, esta es una lesión limpia, producto de la mala suerte, un accidente por golpear un revés en una posición extraña”, argumenta por teléfono el doctor Cotorro, médico del tenista, de la Federación española y de la clínica Mapfre de Barcelona, donde se trata el número dos mundial. “Las dos cosas no tienen nada que ver. Este es un mal gesto, y, al igual que un esguince, si se cura bien luego no tiene por qué tener trascendencia”.

Nadie da por segura la participación del español en el último grande del curso, donde defiende el título conquistado ante Djokovic en 2013. A los 28 años, y siendo desde siempre un tenista de ritmo, el prolongado parón —no juega desde el 1 de julio, cuando cedió en octavos de Wimbledon ante Nick Kyrgios— abre también la incógnita de cuánto le costará afrontar la vuelta a la competición sobre una superficie que no es su predilecta —cemento— y enfrentándose a exigencias máximas —justo después del Abierto de EEUU, Carlos Moyà, el seleccionador, querría contar con él para visitar a Brasil en la eliminatoria por la permanencia en la Copa Davis—. Mientras tanto, en Manacor y acompañado siempre por Toni Nadal, su tío y técnico, Nadal se entrena de drive en drive: objetivo, Nueva York.

Nadal golpea un drive.
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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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