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Di María y la mística del ‘7’

El argentino, el fichaje más elevado en la historia del fútbol inglés, porta el dorsal sagrado del Manchester United ● Antes lo lucieron figuras como Best, Cantona, Beckham o Cristiano

Alejandro Ciriza
En orden cronológico, de arriba abajo y de izquierda a derecha: Best, Robson, Cantona, Beckham, Cristiano Ronaldo y Di María.
En orden cronológico, de arriba abajo y de izquierda a derecha: Best, Robson, Cantona, Beckham, Cristiano Ronaldo y Di María.CORDON / AP / WWW.MANUTD.COM

Como en muchos otros ámbitos, el deporte también sostiene el peso de la mística. E Inglaterra, la cuna del fútbol, es probablemente la mayor factoría de leyendas. Bien lo saben en el Manchester United, cuya historia está aderezada de un sinfín de héroes y epopeyas. Allí, en Old Trafford, también tiene una gran influencia la simbología. Allí, entre trofeos y episodios de videoteca, hay un dorsal que se ha transformado con el paso del tiempo en un distintivo sacro: el 7. Ahora lo luce Ángel Di María (Rosario, 1988). Al argentino, el fichaje más elevado en la Premier League, no le asusta el reto de lucir un número que portaron algunos de los jugadores más carismáticos del club.

El primer icono fue Jimmy Delaney (Clealand, Escocia; 1914). Ex del Celtic, fue el primer futbolista reclutado por el legendario mánager Matt Busby. El extremo contribuyó a que el United conquistase la Copa inglesa de 1948, la primera de los diablos desde 1908. Recogió el testigo Jhonny Berry (Aldershot, Inglaterra; 1926), que vistió durante ocho años la casaca roja y fue uno de los líderes de los Busby Babes, aquel grupo inolvidable que sufrió un accidente aéreo en 1958. Murieron ocho de sus integrantes. Berry, ganador de tres Ligas inglesas, sufrió lesiones de extrema gravedad y su carrera se detuvo. Más tarde, en la década de los sesenta, fue George Best el que glorificó el 7, aunque también exhibió el 8, el 10 y más frecuentemente el 11.

Delaney, Berry o Coppell lo honraron; Owen llegó tarde y Valencia, Kagawa y el español Mata lo desecharon

Muy por debajo y sin alcanzar el aura de los grandes, pero muy reconocido, lo honró después Steve Coppell (Liverpool, 1955) en sus tres campañas en el carril derecho del ataque. Disputó tres finales de la Copa, un torneo sumamente apreciado en Inglaterra, y ganó la de 1977 frente al archienemigo Liverpool. A partir de ahí llegó el turno encadenado de Bryan Robson, Eric Cantona, David Beckham y Cristiano Ronaldo. Palabras mayores.

Tras la marcha del luso al Real Madrid lo heredó Michel Owen, ya de vuelta y acribillado por las lesiones, con un rol secundario. El ecuatoriano Antonio Valencia fue el sucesor, pero la carga fue excesiva para él: se rompió la rodilla derecha y en su regreso optó por el 25. Se lo ofrecieron entonces al japonés Kagawa, que declinó, y hace menos de un año al español Juan Mata, que optó por el 8.

George Best (Belfast, 1946). La trascendencia de El Quinto Beatle va mucho más allá de un terreno de juego. Fue, de algún modo, el primer indicio del futbolista moderno. Desde su look, sus fiestas y sus mujeres hasta su comportamiento ante los medios. Divo, extravagante y auténtico, era genial con la pelota en los pies. Jugó bajo las órdenes de Busby y formó La Santísima Trinidad junto a Dennis Law y Sir Bobby Charlton. Estuvo 11 años en el United, de 1963 a 1974. Alzó dos Ligas (1965 y 1967), la Copa de Europa de 1968 (ante el Benfica de Eusebio) y el Balón de Oro de ese mismo año. Marcó 179 goles en 470 partidos con los devils.

Bryan Robson (County Durham, 1957). Sirvió al United durante 13 años, de 1981 a 1994, en una época en la que a las vitrinas del club apenas llegaban títulos. Captain Marvel, un todoterreno en el centro del campo, fue el corazón del equipo de Manchester durante los ochenta. Fuerte, duro y técnico, era la voz de Alex Ferguson sobre el césped. Firmó 99 goles en 461 partidos y ganó dos Premiers (1993 y 1994) y tres FA Cup (1983, 1985 y 1990). Hombre de carácter, dejó su hueco a otro soldado, Roy Keane.

Eric Cantona (Marsella, 1966). Llegó a Manchester como un remiendo, cuestionado por sus maneras dentro y fuera del campo, y terminó siendo El Rey Eric. Atípico, escribe poesía, pinta y es lector de textos filosóficos. Bajo su reinado, el United escapó de su depresión y resurgió. De 1992 a 1997 celebró cuatro Ligas y dos Copas, además de dibujar jugadas de fantasía y de endosar 82 dianas en 185 citas. En 1993, cuando la Premier ordenó personalizar las camisetas de los futbolistas, el francés dio lustre al 7.

David Beckham (Leytonstone, Londres; 1975). Integrante de los Fergie Boys, portó el 24, el 10 y tras la marcha de Cantona asumió el 7. El United descubrió en su pierna derecha un filón para el disparo y los centros milimétricos. Ingresó en 1991 en la escuela de Carrington y la abandonó en 2003, tentado por la megalomanía de Florentino Pérez. Hasta entonces, una cosecha de 85 goles en 384 encuentros, la Champions de 1999, cinco Premiers (1996, 1999, 2000, 2001 y 2003) y dos Copas (1996 y 1999).

Cristiano Ronaldo (Funchal, 1985). Prendado por su desborde, su descaro y su osadía con el cuero durante un partido de pretemporada con el Sporting de Lisboa, Ferguson se lo llevó a Old Trafford confiado en que se transformaría en el siguiente eslabón. Y así fue. Pidió el 18 que llevaba en Lisboa, pero el técnico le adjudicó el 7. Enamoró a la grada con su potencia, sus cambios de ritmo y sus bicicletas. También con su forma de golpear la pelota en las faltas. Vistió 292 veces la camiseta del United y marcó 118 goles de 2003 a 2009. En su expediente figuran tres títulos de la Premier consecutivos (2007, 2008 y 2009) y, por encima de todo, la Champions de 2008. De rojo se hizo también con su primer Balón de Oro.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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