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El día que llovió café

Dos colombianos triunfan al ganar Anacona la etapa y Quintana convertirse en líder

Aramon de Valdelinares -
Anacona celebra el triunfo de etapa.
Anacona celebra el triunfo de etapa.JOSE JORDAN (AFP)

No era un día cualquiera y por eso no podía ser una etapa cualquiera ni tener un ganador cualquiera. Bajo el aguacero y con el fresquito en el cuerpo, pues ganó un colombiano y no un colombiano cualquiera. A sus padres, Rodrigo Antonio y Edna no les gustaban los nombres y a él le pusieron Winner, a su hermana mayor Angie Yorani y al pequeño, Brian Estheinger. Todo muy clarito y sencillo. Nada de un nombre cualquiera sino un nombre adecuado sobre todo para alguien que va a competir encima de una bicicleta. Y Winner ganó en Valdelinares a base de fe, huyendo del pelotón general, de su pelotón de fugados y de las gotas de lluvia que seguramente le helaban las piernas.

Pero las etapas de montaña tienen siempre varios ganadores (aunque solo hubiera un winner). Y el segundo vencedor fue Nairo Quintana que se convirtió en nuevo líder. El tercero en disfrutar fue Alberto Contador, el primero de los cinco ases que decidió lanzarse al ataque en los dos últimos kilómetros visto que tanto Froome como Valverde flaqueaban. Purito Rodríguez y Nairo resistieron y alcanzaron al de Pinto en la llegada. Si Annacona fue el vencedor real, Quintana fue el vencedor general y Contador, el vencedor moral. No hay duda: el de Pinto está en buena forma

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Había llegado el sol, el viento. Solo faltaba el agua, la tormenta, para que la Vuelta antes del primer descanso en Zaragoza hubiera tenido de todo: esprines, escapadas sin sentido, escapadas consentidas, una llegada en alto culminada al esprín entre los elegidos, abanicos que cortan como cuchillas de afeitar, caídas varias, cabreos y sonrisas. Faltaba el agua y llegó a borbotones. Agua para que la épica fuera total y para vaciar un tanto la meta de Aramón, hasta la tormenta, repleta de cicloturistas y espectadores llegados de Catalunya, Aragón y Valencia. Los ciclistas miraban al suelo y los espectadores al cielo tratando de adivinar el destino de aquellas nubes negras que amenazaban con lágrimas negras. Y a veces cumplían la amenaza.

No era día para llaneros solitarios, convenía rodar en grupo y por eso la escapada fue masiva, más parecida a un corte en el pelotón que a una fuga. La épica la ponía la lluvia y ya era suficiente como para añadirle el esfuerzo y el sufrimiento de algún lobo estepario que quisiera transitar entre una nube de pinares, tras dejar los secanos de Albacete. Y vaya que si llovió. Fue un salto brutal de los 29 agrados de Albacete a los bastante menos de Valdelinares, del sol pasado al fresquito presente y futuro. Ni la lluvia ni el frio frenaron la marcha. El colombiano Anacona huyó del calor y de la compañía y comenzó a desgranar la fuga que ya adquiría la condición de rosario desencajado. Con él se fueron el luxemburgués Jungels y el español Javi Moreno. El Movistar quería tenerlo todo controlado por delante y por detrás. Por detrás se exhibía Kiryienka tirando del pelotón literalmente a pecho descubierto: la cremallera del maillot a la altura del ombligo y la lluvia chocando contra su pecho. La épica en estado puro.

Aunque la batalla real no había comenzado. Los cinco favoritos se reservaron para los últimos kilómetros. Caminaban juntos, vigilándose, mirándose de medio lado. Calculando el momento en el que el ataque causará mayores estropicios. El primero que cedió fue el británico Froome que no anda precisamente en su mejor momento. Valverde también se atragantó en ese tramo final y Contador quiso rematar la faena con un ataque demoledor. Se irguió sobre la bici y comenzó su baile particular. El resto dudó hasta que Purito, apoyado por su compañero Vorganov fue acercándose a su rival. A punto de pillar su rueda, Contador volvió a levantarse y dio su segundo estirón. Buscaba Contador el maillot rojo, pero el resto también, y poco a poco, apretando las mandíbulas, Purito y Nairo le alcanzaron en la línea de meta. Valverde y Froome los vieron de lejos.

Pero era el día de Colombia, aunque en la fiesta, la estrella principal fue Contador. Pero en la meta de Valdelinares esta vez sí llovió café

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