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Valanciunas se ‘libra’ de Sabonis

El pívot lituano logra cerrar la comparación con el mito para andar su propio camino

J. M.
Valanciunas, en el partido frente a Turquía.
Valanciunas, en el partido frente a Turquía. david ramos (getty images)

Arvydas Sabonis no es un presidente federativo común. No solo porque mida 2,21m y conserve un aspecto imponente pese a la perilla blanca y un poco de barriga. Sino por su modo de moverse como el responsable del baloncesto de Lituania. Sabas viste con la camiseta verde de su equipo en lugar de con traje, regatea cualquier micrófono o foco, en el palco prefiere el lugar más apartado, antes de cada partido y en el descanso entra en el vestuario, y hasta participa en algunos entrenamientos recordando su época como uno de los mejores pívots de la historia.

En los dos últimos años, en la NBA con Toronto, ha aumentado 10 kilos de peso y es un jugador más fuerte

Sabonis lo es todo en Lituania. Así que cualquiera que despunte bajo el aro debe contar con la majestuosa sombra del gran Arvydas. Jonas Valanciunas sabe bien lo que eso supone. El pívot de los Toronto Raptors, de 22 años y 2,11m, debía responder continuamente a las comparaciones con el mito cuando comenzaba a llamar la atención en el Vilnius y el Lietuvos Rytas. Pero pronto se destaparon las diferencias. Sabonis era un talento único con una inteligencia para leer el juego y una técnica, además de su volumen, que no estaban en Valanciunas, un jugador interior de pico y pala. De modo que las comparaciones se apagaron y hoy la estrella de Lituania ha podido hacer su propio camino y romper las cadenas.

"Es el mejor pívot al que nos hemos enfrentado hasta ahora. Es un excelente reboteador ofensivo. Lituania te lleva dentro, no fuera como Eslovenia", avisaba ayer Coach K. Valanciunas promedia 8,6 rebotes y 12,9 puntos por partido en este Mundial, y Lituania juega para él sin ningún disimulo. Son frecuentes los balones a los fogones para que Valanciunas cocine la canasta sin que la pelota vuelva a salir ya al exterior. Una pista para el equipo rival, que entonces cierra filas sobre su posición en la pintura.

Valanciunas desembarcó en la NBA en 2012, un verano después de ganar el oro mundial sub-19 como capitán de Lituania. En ese 2012 y en 2013 fue elegido mejor jugador joven europeo del año, y en septiembre pasado fue plata en el Europeo absoluto que ganó Francia. En abril de este año sumó 21 rebotes con Toronto ante Nueva York, su mejor marca.

La NBA ha forrado de músculo a Valanciunas, que ha aumentado 10 kilos en dos años para poner la báscula en 113. Ahora intenta buscar el equilibrio en esa difícil ecuación entre ganar fuerza y no perder velocidad. Este junio se ha puesto en manos de otra leyenda, Hakeem Olajuwon, para mejorar sus movimientos. Quizá le hayan servido las clases de baile que tuvo de joven, antes de abrazar el baloncesto. Con 14 años ya calzaba un 50 de pie y medía 2,01m. Su padre fue campeón de remo en la Unión Soviética. Unos genes que han permitido al pívot estirar su envergadura hasta los 2,30m.

Suena el himno de Lituania y Valanciunas aprieta el puño pegado al corazón. Sabonis le está mirando.

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Sobre la firma

J. M.
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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