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Volantazo de Hamilton

Séptima victoria del británico, que aprovecha el fallo de Rosberg para recuperar el liderato

Oriol Puigdemont
Mercedes driver Lewis Hamilton of Britain celebrates after winning the Singapore Formula One Grand Prix on the Marina Bay City Circuit in Singapore, Sunday, Sept. 21, 2014. (AP Photo/Wong Maye-E)
Mercedes driver Lewis Hamilton of Britain celebrates after winning the Singapore Formula One Grand Prix on the Marina Bay City Circuit in Singapore, Sunday, Sept. 21, 2014. (AP Photo/Wong Maye-E)Wong Maye-E (AP)

Por más sentenciado a favor de Mercedes que parezca este Mundial de fórmula 1, que a nadie se le pase por la cabeza que la escudería de Stuttgart vive en un remanso de paz. Cuando no es Lewis Hamilton quien desearía entrar en el taller pegando bocinazos, es su compañero Nico Rosberg, a quien se lo llevan los demonios. Si la mayoría de las calamidades hasta ahora las acumulaba el británico, la crueldad del abandono que sufrió ayer el alemán probablemente valga por dos. Rosberg llegó líder a Singapur y se fue de la ciudad de las mil luces con un globo de aúpa y la sensación de haber tirado por el retrete parte del trabajo hecho hasta ahora. Al otro lado del garaje, Hamilton montó una fiesta de las gordas para celebrar su séptimo triunfo de la temporada, una victoria que además le devuelve la batuta del Mundial.

El segundo en cruzar la meta bajo las estrellas fue Sebastian Vettel, que soportó como pudo los arreones de Daniel Ricciardo, su compañero en Red Bull (el tercero), y de Fernando Alonso (cuarto).

Uno de los momentos más tensos de cualquier fin de semana llega cuando los monoplazas asoman el morro para dirigirse hacia la parrilla de salida. Las prisas de los mecánicos, la mayoría de ellos cargados hasta las cejas con carritos de herramientas, pistolas de aire comprimido y demás estrambóticos aparatos, contrastan con el asombro de los invitados VIP, que alucinan con todo el tinglado montado. En Singapur, donde la purpurina es casi más llamativa que en Mónaco, todo aquel que estuviera en el Marina Bay levantó una ceja a falta de 15 minutos para el arranque de la carrera y dirigió la vista hacia la caseta de Mercedes. Allí, entre un revoltijo de gente se encontraba el monoplaza de Rosberg, clavado y sin poder engranar una marcha. Un problema en el volante le hizo la vida imposible al chico de Wiesbaden, que se quedó prácticamente sin poder meterle mano al coche: ni subir marchas ni bajarlas, ni modificar los mapas electrónicos ni siquiera abrir el DRS. En esas condiciones, el Mercedes apenas puede con un Caterham.

El segundo en entrar en meta fue Vettel, al que siguió Ricciardo. Alonso acabó cuarto

El problema de Rosberg le vino de perlas a su vecino, que no desperdició el regalo y dio en la diana —pole, victoria y vuelta rápida para él—, y que con ello volvió a poner el campeonato en un puño cuando sólo faltan cinco citas para el final (la última en Abu Dabi, puntúa el doble).

Las calles de Singapur no dibujan el perfil más idóneo para que Mercedes imponga su ley, aquella que se escribe a golpe de los pistonazos de su propulsor. El trazado y los neumáticos se encargaron de minimizar las diferencias que hay entre las flechas de plata y la competencia, un margen enorme en casi todos lados y que seguramente volverá a coger cuerpo en Suzuka, dentro de 15 días. A pesar de ello, Hamilton salió como un tiro y nadie pudo atarlo en corto hasta la salida del coche de seguridad (vuelta 31), que le pilló a trasmano y puso en riesgo el botín. Mientras los demás podían llegar al final, él se veía forzado a volver a parar, circunstancia que le obligó a pisar a fondo, lo que más le gusta. A golpe de vuelta rápida, el piloto de Tewin le arañó a Vettel 24 segundos en 15 vueltas, tiempo suficiente para visitar a su tropa y cambiar de gomas, salir y merendarse al tetracampeón en un pispás.

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