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Mathieu, el líder silencioso

El central se consolida en el Barça por sus cualidades futbolísticas y por su carisma

Mathieu en el partido frente al Levante.
Mathieu en el partido frente al Levante. HEINO KALIS (REUTERS)

Dicen los que más horas de vestuario han compartido con Jeremy Mathieu (Luxeuil-les-Bains, Francia, 30 años), es decir, los técnicos y los empleados del Valencia, donde jugó entre el verano de 2009 hasta junio de este mismo año, que el francés es “un personaje en sí mismo”. Lo afirman como elogio, porque le vieron llegar e implicarse hasta el punto de tatuarse el escudo del equipo en su piel. Le reconocieron como capitán y le despidieron a lo grande, porque le tienen por tal, “por un grande”. En el vestuario del Barça lo han descubierto pronto y los veteranos le comparan con Laurent Blanc, hoy entrenador del PSG, por su manera de comportarse en el camerino.

“Es buena gente, peculiar y diferente a lo que se suele encontrar uno en un equipo profesional. No cuadra con el arquetipo de futbolista”, cuentan del central, que escolarizó a sus hijos en el colegio público del pueblo donde vivió durante su etapa valenciana, en vez de llevarlos a reputados colegios ingleses, como hacían el resto de sus compañeros. “Que sepan de qué va la vida, que hay niños que no llevan nikes porque sus padres no las pueden pagar”, le escuchó argumentar al francés un excompañero, discreto y anónimo como suelen ser los futbolistas últimamente, no sea que en el club se enfaden.

Es buena gente, peculiar y diferente a lo que se suele encontrar uno en un equipo profesional. No cuadra con el arquetipo de futbolista”, cuentan desde Valencia

“Es un fenómeno”, insiste un miembro del cuerpo técnico del Valencia, que le define como “un jugador atípico, un líder silencioso, de esos que poco a poco se van haciendo grandes en el vestuario”. Tan silencioso que una mañana en Paterna, Unai Emery, su primer entrenador en Valencia, le reclamó públicamente: “¡Jeremy, te quiero escuchar, comunícate!”. “Le daba vergüenza hablar castellano. Cuando se soltó, descubirmos a un tipo con un sentido del humor espectacular, un cabecilla, uno de esos jugadores que nos marcaba la línea, al que escuchábamos”, resume un ex compañero, presente en la reunión en la que el entonces técnico valencianista Valverde le convirtió en central, camino de un partido contra el Zaragoza, por necesidad.

El rendimiento fue tan espectacular que ya no le movió. Mathieu le cogió el gusto de tal manera al puesto que ya no quiso moverse, hasta el punto de que una tarde, después de un partido contra el Espanyol, llamó a la puerta de Djukic, entrenador del Valencia, para recriminarle que le hubiera obligado a jugar otra vez de lateral: “Mi sitio es el de central”, le recordó. No volvió a la banda.

Nos aporta velocidad y presencia física. Estoy muy contento con todo lo que le está dando al equipo” Luis Enrique

Un año después, Pizzi, el nuevo técnico, le mantuvo en el eje. Y cuentan que tras enfrentarse en Vigo al Celta, al verse con su viejo amigo en el Barcelona, le dijo: “¡Si vas al Barça, fíchalo!”. Y el asturiano apostó por la idea de Zubizarreta, sin dudarlo. “Nos aporta velocidad y presencia física. Generó dudas por el precio que se pagó por él [20 millones de euros], pero las ha disipado muy rápidamente. Estoy muy contento con todo lo que le está dando al equipo”, le reconoce el técnico.

“Es un jugador muy rápido que tiene muy buena salida del balón y cuya altura nos viene muy bien. Jugar a su lado nos da mucha tranquilidad”, reconoce Piqué; “es muy bueno en la anticipación, rápido y muy potente”, destaca Bartra. “Es un crack. Como jugador, es evidente y lo ha demostrado muy pronto, pero como persona, yo que le conozco, es un tipo extraordinario”, le señala Alba, que le conoce desde la época del Valencia. “Asumo mis responsabilidades: ese es uno de los motivos por los que Luis Enrique me quiso”. dice el jugador, que presumiblemente hoy volverá a ser titular ante el Granada.

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