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El cacique precoz

Saúl ha impuesto su personalidad en el campo y fuera de él para convencer a Simeone

Ladislao J. Moñino
Godín y Saúl celebran el segundo tanto del Atlético de Madrid
Godín y Saúl celebran el segundo tanto del Atlético de Madridalejandro ruesga

Saúl Ñiguez (Alicante, 19 años) tiene uno de esos tonos de voz elevados que pueden ser cortantes. Pronuncia frases cortas, pero contundentes pese a su juventud. Sus respuestas son impropias de los canteranos a los que desde sus clubes y sus entornos se les invita a ser políticamente correctos, a no transmitir lo que piensan para que sus declaraciones no sean interpretadas desde la insolencia por los más veteranos. Uno del Rayo Vallecano, la pretemporada pasada, se quedó boquiabierto con la contestación que le dio. Saúl, en un día de sesión doble, tiraba del grupo corriendo a un ritmo que hacía sufrir a más de uno. Era por la mañana y por la tarde disputaban un amistoso.

—A ver si esta tarde con el balón de por medio corremos tanto, le espetó el veterano.

—Si esta tarde tienes algún problema con el balón me lo das a mí, zanjó Saúl con aires caciquiles.

Este verano, el club tuvo que escuchar por boca de Saúl que si no jugaba minutos de calidad o su participación no era la que deseaba se marchaba. El sábado, Simeone le dio un partido de altura. Le alineó como tercer volante, escoltando a Tiago por la izquierda mientras Gabi lo hacía por la derecha. El exigente duelo, con M’bia, Carriço y Krychowyaz enfrente, era una de esas pruebas que a Simeone le determinan si está alineando lo que él llama “hombres” para competir. En la primera acción ya debió convencer a su entrenador. Persiguió un balón y lo despejó sin contemplaciones. Después fue, de los tres mediocentros, el que más se descolgó en ataque. Si no daba apoyo a Ansaldi, a Koke, o a Arda se le veía hacer movimientos de distracción sin balón. También se prodigó en desmarques de ruptura para recibir balones largos. Participó en la jugada del primer gol y el propio Simeone acompañó con el mismo gesto que hizo el cabezazo que supuso su primer gol oficial con el Atlético. La hinchada le despidió en pie reconociendo a uno de los suyos criado en la cantera.

Pese a sus 19 años, es una alternativa madura en una posición donde la competencia es brutal

Titular en la ida de la Supercopa ganada al Madrid como interior derecha, en el primer partido de Liga ante el Rayo Vallecano repitió posición durante 28 minutos y al término del encuentro no dudó en reiterar su petición de partidos y en explicar que, como interior le cuesta recibir “de espaldas” y que su posición debe ser más centrada. Luego, disputaría 23 minutos ante el Eibar y desapareció de los partidos de Liga (Real Madrid y Celta) hasta Almería, donde su entrada en el campo por Mario Suárez en el descanso mejoró al equipo. Ya en Atenas, ante el Olympiacos, con el equipo perdiendo, Simeone le metió en el campo, también por Mario, en uno de esos cambios que apuntan más al equilibrio que al ataque pese a la adversidad en el marcador.

Este verano, en el Trofeo Carranza, donde también fue alineado en la derecha, Saúl había dado su primer golpe de mano. Desde entonces ha ido ganando un protagonismo del que él mismo es su principal demandante. El sábado se postuló como una alternativa muy madura para su edad en una posición en el que la competencia es brutal. Se mide a Tiago, el mejor hasta ahora, y a Mario y a Gabi, que han empezado el curso peor que el anterior. Simeone, aunque es un caso muy distinto al de Óliver Torres, pide paciencia y tiempo. Pero por lo que hace en el campo y dice fuera, Saúl no parece necesitarlos.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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