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“Queremos respuestas”

Los pilotos vuelven en Sochi a la pista mientras se cuestionan los protocolos de emergencia

Oriol Puigdemont
Massa y Sutil (arriba) junto a Vettel y Fernando Alonso en Sochi.
Massa y Sutil (arriba) junto a Vettel y Fernando Alonso en Sochi.getty

La caravana que sigue el Mundial de Fórmula 1 ya está en Sochi —este domingo se disputa a las 13.00 el Gran Premio de Rusia— por más que la mayoría se encuentre emocionalmente todavía en Japón. Allí, en el Hospital General de Mie, sigue ingresado Jules Bianchi, que el domingo pasado sufrió un accidente al salir despedido y estrellarse con su Marussia, a unos 150 kilómetros por hora, contra una grúa que evacuaba el monoplaza de Adrian Sutil. Tras una operación de urgencia, al francés, de 25 años, se le diagnosticó una lesión axonal difusa en el cerebro, en estos momentos su estado sigue siendo muy grave y las perspectivas no son nada optimistas. Paralelamente, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) puso en marcha una investigación para esclarecer lo ocurrido detalladamente. En este proceso se amparó el grueso de los pilotos para evitar realizar cualquier juicio más allá de transmitirle al chico de Niza sus mejores deseos.

“Nos toca ser lo más profesionales que podamos”, afirma Fernando Alonso

A la espera de las noticias que puedan llegar de la clínica, la incertidumbre se ha instalado en el Autodrom de Sochi. De entrada, es la FIA quien está llevando a cabo una investigación cuando aquello que se cuestiona son los protocolos de emergencia del propio organismo, circunstancia que en gran medida pone en duda la credibilidad del estamento. En este sentido, la policía de Mie se desplazó a la curva siete de Suzuka e hizo algunas fotos, pero no se prevé que tome cartas en el asunto. De hecho, ni siquiera está claro cuándo comparecerá y dará su versión sobre los hechos Charlie Whiting, el Director de Carrera.

Mensaje de apoyo a Jules Bianchi en el casco de Fernando Alonso.
Mensaje de apoyo a Jules Bianchi en el casco de Fernando Alonso.

De todos los integrantes de la parrilla, el más claro y directo fue Checo Pérez. "Lo que ocurrió es inaceptable. Queremos respuestas acerca de lo que pasó y saber qué vamos a cambiar en el futuro", exigió el mexicano de Force India. "Hay una investigación en curso y todavía no tenemos todos los detalles. Nos toca correr por Jules y tratar de ser lo más profesionales que podamos. Cuando ocurre algo tan terrible no hay palabras para describirlo", convino Fernando Alonso. "Lo que ocurrió en Suzuka nos recuerda lo peligroso de aquello que hacemos y cómo pueden cambiar las cosas en un solo minuto", añadió Sebastian Vettel. "Fue la peor carrera de mi vida, peor incluso que la de mi accidente porque de aquella no me acuerdo de nada", terció Felipe Massa en referencia al Gran Premio de Hungría de 2009, en el que a punto estuvo de perder un ojo por el impacto de un muelle que salió despedido del BrawnGP de Rubens Barrichello.

Al margen de la solidaridad con Bianchi mostrada por toda la comunidad de la F-1, la gravedad de lo ocurrido provoca mucha incertidumbre y la necesidad de saber qué se pudo haber hecho para evitar la desgracia. "Todos tratamos de buscar la máxima seguridad, y es evidente que no hay nada que puedas hacer si sales de pista y te encuentras con una grúa", reflexionó Massa.

Este domingo se corre en Rusia bajo el recuerdo a Bianchi, que sigue muy grave

Las consecuencias del siniestro de Bianchi han hecho que el paddock entre en estado de shock. Han pasado 20 años desde que Ayrton Senna falleció en aquel fatídico Gran Premio de San Marino de 1994 que motivó que las medidas de seguridad se revisaran y aumentaran exponencialmente hasta los niveles actuales, que son muy altos. Como reconocía Jacques Villeneuve en una entrevista en este periódico, el efecto que ha tenido esta evolución en la mente de la parrilla puede que incluso llevara a pensar a más de uno que salir herido era algo prácticamente imposible en estos tiempos que corren. "Los de mi época sabíamos que lo que hacíamos era muy arriesgado. Yo vi morir a mi padre [Gilles]. Estos chicos creen que matarse es imposible", sostenía el canadiense, campeón del mundo en 1997.

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