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La Real funde los plomos al Atlético

El equipo de Simeone se olvida de sí mismo ante un rival que puso corazón y fútbol

Arda controla ante Carlos Martínez.
Arda controla ante Carlos Martínez.Alvaro Barrientos (AP)

Al Atlético se le fundieron los plomos en Anoeta, precisamente en el partido en el que la Real Sociedad se enchufó a su mejor versión tras vivir nueve partidos de penumbra tras su inicio ilusionante volteando al Real Madrid. Lo segundo tuvo mucho que ver con lo primero. La Real esta vez volteó al vigente campeón de Liga con un fútbol vibrante, brillante en ocasiones (cuando Vela andaba de por medio) frente a un rival que nunca supo a qué jugaba y al que le superaron los acontecimientos, los que le favorecían y los que le penalizaban.

John Toshack diría que en Anoeta hubo mucho pollo sin cabeza en la primera mitad, especialmente en el Atlético, un equipo tan mecanizado, con los automatismos siempre activados, defensivamente impecable que hurga en las heridas con dedos de cirujana. Y herida estaba la Real en plena depresión y con la interinidad por bandera, en espera de su nuevo técnico (hoy desvelará si es Moyes o Mel) y quizás de definir su estilo, pura sombra, puro lápiz. Pero no hubo noticias del Atlético en ese periodo, un equipo deshilachado, que rompía el hilo de la jugada por un mal pase, un futbolista descolgado, un desajuste colectivo.

Real Sociedad 2 - Atlético 1

Real Sociedad: Zubikarai; Carlos Martínez, Mikel González, Iñigo Martínez, Yuri (Zaldua, m. 55); Markel Bergara, Granero; Xabi Prieto, Vela (Zurutuza, m. 86), Chory Castro (Hervías, m. 83); Agirretxe. No utilizados: Rulli, Finnbogason, Rubén Pardo, Ansotegi.

Atlético: Moyá; Juanfran, Godín Miranda, Siqueira; Mario Suárez (Ansaldi, m. 53), Gabi (Cebolla, m. 85), Koke, Raúl García, Arda (Griezmann, m. 85); Mandzukic. No Utilizados: Oblak, Giménez, Tiago, Cerci.

Goles: 0-1. M. 9. Mandzukic. 1-1. M. 14. Vela. 2-1. M. 82. Agirretxe

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Expulsó por doble amarilla a Siqueira, m. 49. Amonestó a Yuri, Vela, Juanfran, Mario Suárez, Arda, Raúl García, Gabi y Koke.

Y eso que el partido se le había puesto de cara a los diez minutos con un gol que inicialmente retrataba al equipo de Simeone: una jugada construida y resuelta de memoria, sin necesidad de mirar antes de pasar. Un apoyo entre Juanfran y Raúl García que centró en rosca por abajo mirando con la nuca, no con los ojos. Y allí estaba Mandzukic, más listo que Mikel González y Carlos Martínez para empujar a la red.

El gol era un caramelo en el colegio del Atlético, pero le sentó como un tiro y espabiló a la Real, que tiró de corazón proponiendo un toma y daca que le convenía para igualar el cálculo de probabilidades. El Atlético se ahogó en su propio éxito y se convirtió en un manojo de nervios, un equipo de meritorios sin currículo. Una madeja de errores a la hora de sacar el balón acabó en los pies de Vela que envió un zurdazo fantástico que convirtió la estirada de Moya en un atrezzo para la fotografía del gol.

La Real Sociedad era puro corazón, y el equipo de Simeone puro estado de nervios Y era Carlos Vela, un peligro constante, una sensación permanente de gol. Cuando el mexicano no activaba las alarmas, lo hacía el propio Atlético. Una cesión horrorosa de Miranda, dejó a Agirretxe ante Moyá. Lo supero en carrera y mando el balón a la puerta vacía, abierta de par en par, pero por allí apareció Godín para despejar en el último instante. Godín para lo bueno y para lo malo, para salvar el gol de Agirretxe y para cometer un penalti sobre Carlos Vela que Álvarez Izquierdo convirtió en... tarjeta amarilla a Vela.

Era una Real de arrebatos y un Atlético desorientado, incluso desorganizado. Koke solo figuraba en la alineación, Arda, la habitual linterna mágica, tenía poca pila y Mandzukic se perdía entre la oscuridad del equipo.

Todo lo que Simeone dijera en el descanso para que su equipo fuera el suyo, no sirvió para nada. A los cinco minutos de la reanudación, el lateral Siqueira se ganó la segunda amonestación y se fue al vestuario. Había que inventar otro discurso sobre la marcha. Dos minutos después arrolló a Vela dentro del área y el árbitro tampoco vio penalti. Al menos no amonestó al mexicano.

La suma de acciones determinantes se incrementaba en un partido que se le complicaba por igual al Atlético y al árbitro. Con un hombre más, la Real sitió a su rival, pero disparó menos. Bien es cierto que el Atlético se abrazó a su área como un niño a su madre cuando hace frío, pero la Real le desnudaba a cada paso. Simeone pedía calma y más calma y más pausa, como frenando las ansias de su equipo, tanto que incluso cabeceó hacia atrás con su singular cabellera un balón que estaba fuera con el único ánimo de perder tiempo.

No era Simeone. No era el Atlético. Y sí era la Real. Asier Santana, el técnico interino, apeló a los clásicos (Mikel González, Carlos Martínez, Xabi Prieto), y enganchó a Granero con Bergara para evitar que el equipo se partiera en dos como ocurría habitualmente. Solo faltaba el gol que le resarciera del infortunio o de la injusticia de un empate que le sabía a poquísimo. Y el gol llegó con la belleza de la vieja usanza. Un duelo clásico encontró un final clásico: un centro a pie cambiado desde la izquierda de Zaldua, un vuelo majestuoso de Agirretxe que metió la frente para incrustar el balón en la red. Miranda tenía la distancia justa para ser el mejor espectador de la jugada.

“La derrota llega en buen momento”

E. R.

A Diego Simeone, el técnico del Atlético de Madrid, se le vio con pocas ganas de hablar en sala de prensa de Anoeta y con muy poca autocrítica. “Es una jornada buena para nosotroso. Empataron el Valencia y Sevilla [ante el Athletic y el Levante, respectivamente] y, en ese sentido, la derrota llega en un buen momento. El partido tuvo mucha intensidad, fue muy cambiante”.

Simeone vio un encuentro “entretenido y muy intenso” en una primera mitad “cambiante” en la que el Atlético de Madrid “empezó bien” hasta que reaccionó el equipo local y “encontró el empate”.

Tampoco vio mal al conjunto colchonero en el segundo tiempo hasta que se produjo la expulsión del lateral brasileño Siqueira, que condicionaría el encuentro. “Con un jugador menos la Real jugó mucho más intensa hasta que logró su gol y ahí se llevaron el partido”, resumió El Cholo.

Simeone no criticó la tarjeta roja a Siqueira ya que la enmarcó en “una acción de juego en la que él pensaba que llegaba al balón. Terminó arrollando a un jugador realista y viendo la segunda amarilla que aparejó su expulsión”.

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