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Los ‘alter ego’ de Messi

Desde el paraguayo Erico hasta el brasileño Roberto Dinamita, los máximos artilleros históricos de las principales ligas poseen características técnicas y físicas muy diferentes

Juan I. Irigoyen
Uwe Seller, en una imagen de archivo.
Uwe Seller, en una imagen de archivo. DPA

Hace tiempo que Lionel Messi golpea las puertas de un cielo futbolístico en el que ya están grabados los nombres de Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona. No se conforma con sentarse junto a ellos. Es un depredador que pulveriza cuanto récord se pone su alcance. Ha vuelto a demostrarlo. A sus 27 años, se consagra como el máximo goleador de la Liga y le pone color a las memorias en blanco y negro.

Erico, el héroe de Di Stéfano

“Erico es diferente a todo lo que vi. Un jugador notable”. Así definía Alfredo Di Stéfano a su héroe de la infancia: Arsenio Erico. Nació en Asunción, Paraguay el 30 de marzo de 1915 y con 15 años ya había debutado en la primera división. Con la Guerra del Chaco (conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia) en llamas, Erico, todavía imberbe para empuñar armas, realizó una gira por Argentina con la selección de la Cruz Roja para recaudar fondos. En Buenos Aires quedaron cautivados por su poder goleador. El Independiente de Avellaneda pescó a uno de sus máximos ídolos. Entre 1934 y 1942, el Saltarín Rojo, firmó 293 goles en 325 partidos que lo coronan como el máximo artillero de la historia de la liga argentina.

Saltaba el muy brujo sin tomar impulso y su cabeza llegaba siempre más alto que las manos del arquero”, describió Eduardo Galeano a Erico

“Englobaba, sin exagerar, las cinco letras de la palabra crack. Un malabarista de circo, un artista. Tenía un salto único y valía la pena comprar una entrada para verlo jugar”, aseguraba Di Stéfano, que cruzaba el Puente Avellaneda desde Barracas para ir a ver jugar a su ídolo con la camiseta del lndependiente. “Tenía escondidos en el cuerpo, resortes secretos. Saltaba el muy brujo sin tomar impulso y su cabeza llegaba siempre más alto que las manos del arquero”, describió, al ariete paraguayo, Eduardo Galeano, en su libro Fútbol a sol y a sombra. Las porterías de las Copas del Mundo se quedaron huérfanas de sus goles. Argentina, en la búsqueda de reforzar su delantera para el Mundial de Francia 1938, trató de cortejarlo. Pero, Erico les contestó: “No gracias, yo soy paraguayo”.

La “Mano de Dios” de Piola

Un gol frutto anche dell’istinto”. Diego Maradona no fue el primero en embaucar a los ingleses con un gol ilegal con la mano. “Vi que no llegaba de cabeza y, entonces, le di un puñetazo al balón. El árbitro alemán Bauwens lo dio por bueno”. Con estas palabras, y con menos elocuencia que El Pelusa, resumió Silvio Piola (Pavia, 1913), su diana con la mano frente a Inglaterra en un partido amistoso en 1939. Una pillería que, en 2007, también emuló Messi, cuando firmó un tanto con la mano en el derbi contra el Espanyol. Cuentan los libros oficiales del calcio que Piola marcó 274 dianas en 537 partidos con las camisetas del Pro Vercelli, el Lazio, el Torino, el Juventus y el Novara Calcio, entre 1930 y 1954. Sin embargo, los fundamentalistas de gol también le suman los 16 que firmó en la temporada 1945-1946, que se disputó tras la Segunda Guerra Mundial y no es considerada oficial.

“No sé aún si Silvio es zurdo o derecho porque patea igual de bien con ambas piernas. Pero lo mejor de él es su capacidad de lucirse en las jugadas acrobáticas, como las chilenas”, describió Vittorio Pozzo, entrenador campeón del mundo con Italia en 1934 y 1938. Con la selección italiana anotó 30 goles y hasta que Alessandro Costacurta, en 2007 y con 41 años, marcó de penalti frente a Udinese, Piola ostentaba el registro del cannonieri más longevo del calcio, con 40 años y seis meses.

Onnis, “limitado sí, pero muy inteligente”

“Cómo iba a ser el goleador de la Ligue1 si en Francia jugaba Onnis”, explica Michel Platini. Delio ‘El Tano’ Onnis nació en 1948 en Italia pero con tres años su familia emigró a Buenos Aires. “El Stade de Reims vino a Argentina a buscar al ‘Mono’ Obberti. Pero como su mujer no quiso viajar, me ficharon a mí”, recuerda el máximo buteur de la liga francesa, con 299 goles en 449 partidos, entre los años 1971 y 1986. “Cerré los ojos y dije: vamos. Antes no era como ahora que muchos jugadores vienen a Europa. Los primeros tres meses en Francia la pasaba mal y me gastaba todo el dinero que cobraba llamando por teléfono a mi papá”, explica Onnis a EL PAÍS.

Cómo iba a ser el goleador de la Ligue1si en Francia jugaba Onnis”

“Yo siempre pensé que era un limitado, porque técnicamente no era ningún virtuoso. Y en un momento de mi vida me dije: ‘Tano, pero vos hiciste muchos goles”, asegura Onnis con más honestidad que falsa modestia. “Recuerdo que un día vino un hincha a la salida del campo y me dijo: ‘Lo felicito, usted no corre ni un metro sin saber por qué lo hace’. Ése fue el piropo más grande que recibí en mi vida”, añade el ariete. Y remata, como si todavía estuviese en el área: “Eso resume mi vida en el fútbol. Limitado sí, pero muy inteligente”.

Uwe Seller, el Espejo del Torpedo

Antes de que Gerd Müller sorprendiera al mundo con sus 85 goles en 60 partidos oficiales en 1972, había otro delantero alemán, pícaro y bajito (168 cm de altura), que rompía redes por los estadios de Alemania. Uwe Seller (Hamburgo, 1936) es el máximo artillero del fútbol alemán y para colgarse esa medalla tuvo que firmar 416 goles en 518 partidos, entre 1954 y 1972, todos con la camiseta del Hamburgo. Seller nunca entendió de mudanzas.

“Yo marqué muchos e importantes goles a lo largo de mi carrera”, resume Seller; “goles de tijera, de cabeza, e incluso, con la parte de atrás de la cabeza. En realidad, nunca me importó si el gol era bonito o no. Para mí lo único importante era que la pelota supere la línea de la portería”. Máximo anotador de la Liga alemana en cinco oportunidades, con la camiseta de la Mannschaft marcó 43 goles, nueve en las cuatro copas del mundo en las que participó.

Jimmy Greaves, jugar sin pensar

James Peter “Jimmy” Greaves (Londres, 1940) nunca necesitó pensar para jugar al fútbol. Mucho menos le hizo falta hacerlo para convertirse en el top scorer de la liga inglesa. Sus 357 goles en 516 partidos, entre las temporadas 1957-1958 y 1970-1971, lo catapultan como mejor artillero de Inglaterra. Íntimo amigo de George Best, se enjaulaban en la misma debilidad: el alcohol. Durante años Greaves luchó contra sus problemas de alcoholismo. “Mi ídolo era Smirnoff (popular marca de vodka)”, bromeaba el ariete inglés. “Los grandes deportistas no piensan. Best, Gazza y yo no necesitábamos hacerlo. We just play (sólo jugamos)”.

Se inició en el Chelsea, dejó su sello goleador en el calcio (en la temporada 1961-1962 anotó nueve goles en 12 partidos con el Milan) y reventó porterías en el Tottenham. Es el máximo goleador en la historia de los Spurs, con 220 goles en sus nueve temporadas con la zamarra del cuadro londinense. Colgó las botas en el West Ham, tras marcar 13 goles en dos temporadas. “Las tácticas en el fútbol se están convirtiendo rápidamente en algo tan complicado como la fórmula química para la división del átomo”, simplifica Greaves. No quería saber nada de la pizarra. Su lugar era el área.

Dinamita en el Maracaná

“Garoto dinamite-explodiu (El chico dinamita explotó)”, tituló el rotativo Jornal dos Sports en noviembre de 1971. Carlos Roberto de Oliveira (Río de Janeiro, 1954) regateó a cuatro rivales y mandó el balón al ángulo con la camiseta del Vasco da Gama frente al Inter de Porto Alegre. Desde entonces, el mundo le conoce como Roberto Dinamita. Pelé cuenta y cuenta sus goles (al astro brasileño se le adjudican 1.284 dianas en su carrera), sin embargo, el número uno en la tabla de goleadores en la liga de brasil, es Dinamita. El ariete firmó 190 goles en 326 partidos con las camisetas del Vasco da Gama y Portuguesa Desportos, entre 1971 y 1992. La Serie A brasileña se inauguró en 1971 (antes se jugaban los campeonatos regionales) y por ese entonces, Pelé, ya andaba con poca gasolina. “El récord es mío, pero Pelé es el mejor de todos”, dice Dinamita.

El gol es un momento de vibración única y de total comunión con la afición”, asegura Roberto Dinamita

“El gol es un momento de vibración única y de total comunión con la afición”, asegura Dinamita a El PAÍS. El delantero probó suerte en el Barcelona en la temporada 1979-1980, aunque no anduvo con el lente enfocado. “Hacer goles es difícil en todas partes. Ser un gran goleador en Brasil es tan complicado como en Europa. Hoy en día los delanteros participan más en el juego colectivo del equipo, antes sólo esperaban en el área”, concluye el cañonero brasileño.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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