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España se cortocircuita

Frágil en defensa e impreciso en ataque, el equipo de Cadenas sufre para imponerse a Brasil

Alejandro Ciriza
Felipe Ribeiro lanza ante Sierra.
Felipe Ribeiro lanza ante Sierra. MOHAMMED DABBOUS (REUTERS)

Conversación interceptada a las puertas de un hotel, en Doha.

—Manolo, ya sabes: para lo que necesites, aquí estoy.

—Ok, perfecto. Pero ¿tienes un Sterbik?

Le da vueltas Cadenas a la ausencia del portero del Barcelona, uno de los mejores del mundo bajo el marco español, torpedeado por sus rodillas. Le da vueltas el técnico al asunto, sabedor de que el destino de España en este Mundial de Qatar depende en buena parte de lo que ocurra entre esos tres palos. “Es normal, Arpad es decisivo”, recalca. Pese a todo, confía sobremanera en sus relevos: “Gonzalo [Pérez de Vargas] está en crecimiento y Quillo [Sierra] en plenitud”.

No termina de carburar el equipo, que defiende título Mundial, en el arranque del torneo. Si en el primer duelo, frente a Bielorrusia, ya hubo un primer sofocón, ayer ante Brasil el tembleque todavía fue mayor. “Nos falta fluidez y soltura, estamos un poquito atenazados. Menos mal que Sierra ha estado fabuloso. Ha parado ocasiones claras y tiros de seis metros con mucha comodidad para el atacante. Ha hecho un partido fantástico”, deslizaba el seleccionador después de que el portero andaluz, providencial, solucionase el entuerto.

“Los dos partidos hemos empezado muy bien, hemos podido romperlos, pero no lo hemos hecho y hemos terminado sufriendo. Es una pájara o no sé qué, nos remontan, nos entran las dudas y lo pasamos mal. Lo importante es que las dos veces lo hemos sabido solucionar. Hay que subsanarlo y llegar bien a los cruces. Ahí sí que no se puede vacilar”, decía el portero, tremendo ante los brasileños. Y no tanto por sus cifras —19 paradas en 46 lanzamientos, un 41%—, como por los momentos en que las hizo.

Los dos partidos hemos empezado bien, pero nos remontan y nos entran las dudas Sierra, portero de la selección

“Ha sido la clave”, indicaba Cañellas, de nuevo elegido mejor del partido, el otro apagafuegos de la selección hasta el momento. “Si no hubiese sido por él se nos hubieran escapado los puntos. Estoy contento por él, pero eso significa que no se está haciendo bien el trabajo atrás”, agregaba el lateral catalán, extraordinario, siempre al quite cuando la situación lo requiere, en esta ocasión con un 82% de acierto en sus lanzamientos: 9 de 11, cinco de cinco desde los siete metros.

España no termina de hilar fino. La defensa, uno de sus mayores activos, está muy tierna. Se fragmenta con facilidad y ofrece vías fáciles a los adversarios, tanto en la versión 6-0 como en la 5-1, con el extremo Víctor Tomás en el vértice de la presión. “Al contraataque y en el repliegue nos están haciendo mucho daño”, indicaba Cañellas, aún con resina en las manos, en la bocana que da acceso al vestuario del Duhail Sports Hall. “Nos aturullamos, nos falta continuidad. Me gustaría tener una sensación de buen balonmano que hasta ahora no hemos demostrado”, prolongaba Cadenas con voz lúgubre.

En 2013, antes del éxtasis en el Sant Jordi, el bagaje defensivo era mucho mejor en este punto del torneo: 38 tantos encajados (frente a Argelia y Egipto), por los 60 de ahora. La retaguardia falla, como lo hace también el temple. Las imprecisiones y las pérdidas son constantes. “Tenemos que jugar con mucha más tranquilidad”, precisaba Cañellas; “hemos perdido muchos balones en ataque posicional y nos están metiendo muchos goles fáciles”.

Al contraataque y en el repliegue nos están haciendo mucho daño Cañellas

Pero, más allá del tino, existe otro problema importante. Es un instante, un chasquido: ¡Clic! A partir de ahí, llega la descompresión. El cortocircuito. España se deja ir. Una tara que en esta primera fase tiene rectificación, no así cuando el campeonato tome más cuerpo en los cruces. “Tenemos demasiadas ansias por ganar, por hacerlo demasiado bien, de adquirir ventaja muy rápido, y eso nos genera mucha ansiedad. Sufrimos demasiado. Llevamos un par de partidos en los que no estamos al nivel que deberíamos. Todos debemos aportar un pelín más”, zanjaba Cañellas. Su amigo Julen Aginagalde recogía el testigo: “No hemos estado bien, ni en ataque ni en defensa”, resumía el pivote vasco; “está claro que va a ser durísimo. A Francia y a Dinamarca también les está costando muchísimo”.

Como reverso de la moneda, el coraje y la capacidad para rearmarse. Ese espíritu guerrero que se niega a inclinar la rodilla y que tantas veces salvó la papeleta. Ah, y también el bueno de Sierra.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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