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Joan Cañellas: “No sé venderme”

Líder silencioso de la selección y autor del gol decisivo que dio el pase a los de Cadenas a las semifinales con Francia (19.00, La1), el lateral del Kiel repasa su exilio forzado y su periplo de más de una década en el balonmano

Alejandro Ciriza
Cañellas celebra con Maqueda el pase a semifinales
Cañellas celebra con Maqueda el pase a semifinalesDiego Azubel (EFE)

“Vamos chicos, partido a partido. Vamos a ser Simeones”. Pese a que él predique el cholismo, se mueve más bien como Zidane, con movimientos plásticos y sutiles. “Yo me veo más como Bodiroga”, puntualiza. El caso es que Joan Cañellas (Santa María de Palautordera, Barcelona; 28 años) es uno de esos líderes que se expresan desde el silencio, a través de un sexto sentido. Y así, casi de puntillas, ha llegado hasta la cima del balonmano, allí por donde desfilan los grandes. Pero su caso es rocambolesco. Unos le dejaron escapar, la crisis le forzó a hacer las maletas y otros no cumplieron. Ahora disfruta como nunca en Alemania, “en otro nivel”, y encabeza a la selección, que hoy (19.00, La1) encara en semifinales a Francia después de que su gol milagrero en el último segundo derrotara al gigante danés.

Pregunta. ¿Por qué ha dado tantas vueltas?

Respuesta. Crecí en el Granollers, no funcionó lo del Barcelona y luego vino el Ciudad Real. Todo iba bien, pero ocurrió lo que ocurrió en el Atlético; desapareció de un día para otro y nos quedamos con el culo al aire. Yo, viendo que el proyecto no iba a ir a más y había problemas, ya había firmado por el Hamburgo. La situación estaba como estaba en España y quería aprovechar mis años buenos, así que salí un año antes de lo previsto. Estaba muy a gusto en el Atleti y vivía muy bien en Madrid, pero me tocó salir y quería ir a Alemania.

P. Pero también le salió rana.

R. Fiché por el Hamburgo porque es uno de los clubes importantes y quería estar en una ciudad fuerte, grande y con un proyecto de balonmano potente. Al final, económicamente no era tan estable como parecía porque el dinero provenía de una persona y esta persona, en función de los resultados, apretaba más o menos. No había mucha estabilidad y cuando le vi las orejas al lobo decidí moverme otra vez. Surgió la opción del Kiel, el mejor equipo de la Bundesliga, y no me lo pensé.

Si la Bundesliga es un 10, la Asobal es un dos. Tenemos mucho que aprender de ellos

P. ¿Cómo se sobrepuso a tanto contratiempo?

R. Todos los malos tragos que he tenido han pasado por algo, tenían un sentido. Si no hubiese salido del Barça no hubiese evolucionado como lo he hecho. Pude renovar, pero no lo hice. Si volviera lo haría en otras condiciones, claro; si no hubiese tenido ese año difícil en el Hamburgo el Kiel no me hubiese fichado, porque en Alemania es más fácil moverte una vez que estás dentro que llegar desde fuera. Así que creo que todo ha ocurrido por algo.

P. Entonces, ¿se terminó su noria?

R. Nunca se sabe. De los clubes en los que he estado, el Kiel es el más profesional. Allí me siento muy pleno. Son muy serios y de ahí vienen sus éxitos. Es muy difícil en el día a día hacer algo que no esté relacionado con el balonmano. Allí apenas hay vida social, no hay tiempo para pasárselo bien. Pasárselo bien es ir a cenar con los compañeros del equipo o hacer actividades con los del equipo, pero bienvenido sea. Tenemos mucho que aprender de ellos.

Cañellas lanza una falta ante Qatar
Cañellas lanza una falta ante QatarGuillaume Horcajuelo (EFE)

P. ¿Tanta diferencia hay en el balonmano?

R. Si la Bundesliga es un 10, la Asobal es un dos. En todo, tanto a nivel de medios, como de marketing e infraestructuras. El contacto con la prensa y con los aficionados es mucho más intenso. Se vive mucho más, los seguidores se desplazan. Cuando estás en Alemania te das cuenta de cómo deben hacerse las cosas y por qué en España se lo han cargado. Antes, cuando había dinero en la Asobal, tampoco se aprovechaba bien. A nada que hubiesen invertido un poquito más, un cinco o un 10% de inversión, no más, quizá hubiera bastado. Allí lo que se hizo es dejarse una pasta en un jugador, o darle más a otro… Y ahí empiezan las deudas. Lo que tenemos nos lo hemos ganado.

P. Entonces, ¿qué se puede hacer?

R. No veo que haya una solución a corto plazo. Dicen los políticos que estamos saliendo de la crisis, ¿pero cuándo? ¿dentro de 10 o 15 años? Y, cuando salgamos, nadie va a invertir en el balonmano porque ya no sale en la tele. ¿Para qué? Mejor meter el dinero en el fútbol. Ojalá me equivoque, pero… Las pocas esperanzas que tengo es que con la selección tengamos los éxitos suficientes y armemos ruido.

Ganamos el oro y me vi desbordado, pero se jugó el Madrid-Barça y se jodió todo

P. O sea, que será muy difícil verle de vuelta.

R. Para cuando remonte la Asobal creo que yo ya tendré edad de directivo.

P. Y si algún día lo fuese, ¿qué haría para solucionarlo?

R. Los clubes no tienen ni jefes de prensa, no se hacen spots… Soy crítico de puertas afuera, pero también lo soy con los clubes. Si no hay más, no hay más, pero con cuatro tonterías se podría lanzar esto. No hay iniciativa. Y eso que la Federación va haciendo poco a poco un buen trabajo. Los jugadores podemos hacer el tonto por las redes, pero si los de arriba no nos siguen… Una vez que termine este Mundial, en España, el balonmano se habrá acabado.

P. Como en 2013, ¿no?

R. Ganamos el oro y yo me vi desbordado, pero a los tres días se jugó el Madrid-Barça y se jodió todo. Cuando haya un partido importante de fútbol que se quite todo lo demás, faltaría más. Yo, si fuese directivo, tendría claras mis prioridades. En Alemania las tienen muy claras y la cosa funciona. Por ejemplo, a veces prefieren un jugador no tan bueno pero más mediático. Es así.

P. ¿Aún sigue con sus estudios?

R. Dejé Farmacia porque era imposible hacerla a distancia; la he dejado aparcada para cuando vuelva a España. Ahora estoy aprendiendo alemán y he empezado Marketing. Me gusta mucho.

P. Pues da la sensación de que no sabe venderse muy bien. Está entre los mejores, pero en España mucha gente no le conoce. ¿Por qué?

R. A mí no me gusta decir que soy de los mejores del mundo. Yo no puedo decirlo porque no me sale. No me sale ponerlo en Twitter. A otros les da por poner fotos haciendo esto o lo otro, enseñando trofeos o sin camiseta… A mí no me sale, me da corte. ¿Por qué cojones tengo que hacerlo? Que debería hacerlo, probablemente, sí; que no sé venderme del todo bien, también. A veces, la gente que no entiende ve que un tío sale 20 veces y cree que por eso es mejor.

Desde los siete años me dicen que soy lento, que no salto... Se ríen de mí, pero imagínate si fuese más rápido

P. ¿Cuál sería su estrategia mercadotécnica para potenciar la marca Cañellas?

R. Ahora que estudio Marketing, puedo coger a un chaval bueno y llevarlo a todos lados, pero conmigo mismo no puedo hacerlo, no me sale. Y sé que también hay mucha gente que valora eso, el cómo soy. También hay que entender el contexto. Si eres Karabatic, Mikkel Hansen o Duvnjak y lo haces en Francia, Dinamarca o Croacia, donde el balonmano tiene calado, todo tiene mucho más sentido todo. Hoy día, a nivel deportivo, estoy a su nivel. Luego, que hagas una encuesta de popularidad y mi nombre salga el último… En esos países votan cuatro millones que aman el balonmano. ¿España? Lo siguen los cuatro a los que les gusta mucho. A la semana de que termine el Mundial, Pau Gasol está ahí, pero tú ya no eres nadie. Ojo, y no digo que Pau no se lo merezca. El haberme movido tanto de un lado a otro tampoco me ha beneficiado. A cada sitio que iba tenía que decir de nuevo: ‘Hola, soy Joan Cañellas’. Tenía que empezar desde cero.

Cañellas, en el lanzamiento que derrotó a Dinamarca
Cañellas, en el lanzamiento que derrotó a DinamarcaSrdjan Suki (EFE)

P. ¿Y qué piensa de los que dicen que es lento?

R. Es mi estilo de juego. Desde los siete años, cuando empecé, me han dicho que soy muy lento, que no salto... Se ríen y se mofan de mí, pero les digo: si soy lento y estoy donde estoy, imagínate si fuese más rápido. Mi físico no me permite moverme más rápido, pero tengo otras cosas que quizá pasan por la cabeza y no tanto por el cuerpo. Cosas que quizá me permiten analizar más variables que los demás, o más rápido que los demás, o bien verlas antes de que pasen.

P. Hoy día prevalece mucho lo físico.

R. Hay jugadores mucho más explosivos. A veces veo vídeos y digo: ‘Joder, el otro va dos veces más rápido. Pero este no hace esta otra cosa y yo sí’. Se pueden hacer las cosas a toda velocidad, pero si no se hacen bien no sirven para nada. Puedo machacarme lo que quieras, pero nunca voy a saltar como Narcisse. Es una cuestión de genética.

P. ¿Se le puede llamar líder?

R. Para mí prima el colectivo. Me preocupa llegar desgastado contra Francia, porque si juegas mal las semifinales, eres muy malo. En Alemania he tenido muchos minutos y he llegado un poco justo. Quiero estar a la altura. Soy consciente de mi rol en el equipo ha crecido. He dado un paso al frente y el grupo lo sabe. Por suerte, tengo compañeros que el día que no lo haga bien yo estarán ahí, seguro.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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