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“Creo mucho en el entrenamiento, un ejemplo es Isco”

El lateral derecho deportivista anuncia su retirada tras 20 años y repasa su trayectoria

Manuel Pablo, esta semana en A Coruña.
Manuel Pablo, esta semana en A Coruña.Gabriel Tizón

Tiene 39 años y lleva 20 como profesional en los que partió de cero, tocó el cielo de la internacionalidad, conoció una oferta millonaria del Real Madrid y supo cómo todo puede derrumbarse en un instante. La lesión más estremecedora que se recuerda en el fútbol español, una fractura de tibia y peroné, no frenó a Manuel Pablo García Díaz (Arucas, Las Palmas, 1976), el único hilo en el actual vestuario del Deportivo que conduce a la mejor época del club. Ahora luce una frondosa barba que le infiere un aura mayestática. “Los cambios en el fútbol hay que llevarlos con naturalidad”, dice. En junio, anuncia, colgará las botas. Pero no se irá del fútbol.

Pregunta. ¿Debemos desdramatizar pasar de las vacas gordas a las flacas?

Respuesta. Sí. Llega un momento en el que no alcanzas metas que tenías antes. En el Deportivo salimos de Champions y empezamos a bajar, pero lo más complicado fue el primer descenso, porque nos cogió de sopetón. Es difícil verte inmerso en aquello para lo que no estás preparado, un poco de eso le pasa ahora al Athletic o la Real. Desde entonces ya vamos con los pies más en la tierra.

P. ¿Mereció la pena endeudarse para ganar?

R. Es una respuesta difícil y una pregunta también para los aficionados. Cuando estábamos arriba no eras consciente de que podía haber un desplome como el que hubo, parece que todo va bien, nadie dice nada, nadie informa de nada, cobras al día y parece que no hay problemas ni una deuda tan grande por detrás. Yo creo que valió la pena vivirlo, pero si te dicen “antes de”…

Ves a fenómenos que se quedan porque les cuesta expresar el talento en lo táctico”

P. Quizás esa sea la pregunta: ¿Si antes de ganar le dicen que quince años después estaría el club al borde de la desaparición lo hubiera firmado?

R. Claro. Habría que ver… Pasamos por una situación muy complicada hace un año y por eso le doy mucho mérito al último ascenso. Para mí fue mucho más importante que ganar la Liga o el Centenariazo. Aquello fue más bonito, pero subir era vital para el club y empezamos el campeonato con 16 jugadores y una tremenda incertidumbre.

P. Dio la cara como capitán ante los impagos. ¿Sintió incomprensión?

R. Tampoco toda la afición se puso en contra, solo un grupo reducido. En esos casos algunos creen que los clubs desaparecen por culpa de los jugadores y no es así.

P. ¿Frustra no jugar con 39 años lo mismo que cuando tenía 22?

R. Es diferente. De joven te calientas más y le das vueltas. Ahora trato de entrenar para ser competitivo y ganarme la confianza del técnico, pero también estar tranquilo y ayudar porque sabes, tras todo vivido, que estar unidos en el vestuario es muy importante.

P. ¿Le ofrecieron ser segundo de Víctor Fernández?

R. A nivel interno se planteó y preferí seguir jugando. Lo comenté con algunos compañeros y vimos que era importante que siguiera cerca de ellos y con un punto de conexión con el cuerpo técnico, pero sin pasar al otro lado.

P. Riazor siempre fue un estadio amable con su equipo, pero estos últimos meses ha brotado alguna protesta. ¿Percibe una mayor exigencia?

R. La hay, pero los dos últimos descensos queman mucho y también las situaciones ocurridas fuera del campo. La crispación se paga en el estadio, pero tenemos un buen colectivo. A los más jóvenes les cuesta adaptarse porque han llegado muchos nuevos, pero como personas son unos fenómenos.

P. ¿Ha cambiado la mentalidad del futbolista joven?

R. Antes era más difícil llegar. Había menos oportunidades porque había más dinero. Cuando se abrió el mercado europeo tenías que destacar muchísimo en un filial para subir porque se cubrían las fichas del primer equipo sin problemas. Ahora llegan chicos con mucho talento, pero menos formado. Trabajaron bien en la base, pero no han competido.

P. ¿Qué aporta más al futbolista, el talento o el entrenamiento?

Manuel Pablo se duele de su rotura de tibia y peroné, en septiembre de 2001.
Manuel Pablo se duele de su rotura de tibia y peroné, en septiembre de 2001.Lalo R. Villar

R. Yo creo mucho en el entrenamiento. Ves a auténticos fenómenos que se quedan y es porque a nivel táctico y competitivo les cuesta expresar el talento que tienen. Si lo tienes y coges las ideas rápido es cuando destacas. Un ejemplo claro es el de Isco, que se ha adaptado a una exigencia y crece como futbolista porque la base de talento ya la tenía. En el Deportivo necesitas rendimiento y madurez desde el inicio porque tienes que salvar la categoría, pero estás obligado a buscar futbolistas no muy expertos y menos formados. Lo que haces es una apuesta.

P. ¿En su progresión está la clave de que haya mejorado el equipo?

R. Claro. Para muchos la Primera División es nueva. Y no han tenido ese proceso de continuidad en categorías inferiores como tuvimos otros. Les pedimos que recorran antes el mismo camino que nosotros hicimos con más tiempo.

P. Usted debutó en el primer equipo de Las Palmas en 1994 con Boronat de entrenador

R. Me ponía de carrilero por la izquierda. Le contaré una historia: al poco tiempo de estar en el equipo me pegan un bocadillo en el muslo un viernes. Al día siguiente me pregunta Boronat si estoy para jugar y le digo que me duele bastante. No viajo, pero su ayudante, que entrenaba al filial, me dice que me voy a ir con él. Juego en el Las Palmas-Atlético y además marco un gol y el lunes al llegar al entrenamiento Boronat me manda con el filial veinte días. Fue un castigo que me vino fenomenal porque aprendí que para salir de un campo tenía que hacerlo en camilla. He jugado con molestias, con roturas…

P. ¿Le duele no haber hecho carrera en el club de su tierra?

R. En el Deportivo he estado muy bien. Me quedó clavada la espina de no ascender con Las Palmas a Primera, pero viví momentos bonitos como una semifinal de Copa frente al Barcelona. Estuve allí desde los nueve años. Igual me gustaría jugar un tiempo de vuelta como hace Valerón ahora, pero tampoco me obsesiono. Solo he conocido Las Palmas y Deportivo.

P. ¿Es su último año?

R. Sí, seguramente sí. No estoy participando y así poco a poco te vas alejando.

P. ¿Qué sentimiento tiene ante ese final?

R. Por ahora no me como la cabeza. Voy a entrenar y ayudar estos meses que me quedan y tengo un contrato de tres años con el Deportivo. Me gustaría seguir cerca de los jugadores, ellos me conocen y creo que puedo aportar. Igual esa idea de segundo se puede retomar o el club piensa otra cosa. Hay que hablarlo.

P. ¿Sería complicado mandar sobre los que hoy son sus compañeros?

R. Para mí no, ¡sería fastidiado para ellos! (risas). Ellos saben como soy yo, que les meto caña… Soy muy exigente.

P. ¿Qué profesional del fútbol le ha impactado? Valerón aparte, claro.

R. Mauro Silva. Era perfecto, el jugador total. Campeón, compañero, humilde y muy competitivo. Cuando decía algo se hacía respetar.

De la lesión recuerdo estar contento de haber superado algo tan grave y poder jugar después durante tantos años”

P. ¿Qué características debe tener un entrenador?

R. Es fastidiado serlo. Creo que lo importante es tener al grupo muy metido y tratar de ser justo. Ofrecer recompensas a aquellos con quien a lo mejor no puedes serlo, tener una idea clara y trabajarla… Y aún así es difícil porque la entrenas, la pones en práctica y no sale. Por eso es vital también saber cambiar sobre la marcha aquello que no funciona.

P. Algo de eso está ocurriendo este año en el Deportivo, ¿no?

R. Sí. Cuando trabajas tanto con el balón como lo hacemos nosotros a veces los aspectos tácticos con tanta gente joven se resienten porque es en lo que más verdes están. Con las plantillas que teníamos en Champions no necesitabas tanto eso. Les dabas unas pautas. ¡Qué le podías decir a Djalminha!

P. ¿Cómo recuerda su llegada a aquel grupo de estrellas que tenía el Deportivo?

R. Llegué con muchísima confianza porque venía de jugar todo con Las Palmas para subir a Primera, pero comencé como suplente de Armando. Era un desconocido, vine solo a Galicia, desde una isla. Los fines de semana que viajaba el equipo me quedaba metido en casa.

P. Y creció hasta que llegó la lesión. ¿Qué sentimiento tiene cuando la recuerda?

R. El de estar contento de haber superado algo tan grave y poder jugar después durante tantos años. Es un sentimiento de superación. Volví a jugar un partido con la selección, disputé la Champions. Me encontré bien, pero sin la regularidad que tenía antes. Me faltó volver a ser fiable al cien por cien y no sé el motivo. No era nada que tuviese que ver con el físico, pero me despistaba más en el campo.

P. Pudo ir al Madrid y no forzó una salida. ¿Por qué?

R. Porque es mi forma de ser. Fui a hablar con Lendoiro y le dije que era una buena opción para las dos partes, pero me explicó que acabábamos de ganar la Liga, que íbamos a jugar la Champions y que el Madrid era un rival directo. Y ya no dije más… bueno, que se lo pensase. Mi forma de ser no es la de ponerme en rebeldía ni forzar nada. No soy así. Creo que el presidente pensaba que iba a llegar el Mundial y que me podía revalorizar un poco más.

P. Decía entonces Lendoiro que usted era más rentable que Zidane.

R. Supongo que era porque yo no le costé nada (risas).

P. ¿Y ahora cual es el futuro del Deportivo?

R. Escapar del descenso como sea. Otro sería fatal porque el club está atado económicamente para los próximos años. Seguiríamos dos o tres años en las quinielas por no bajar y en ese tiempo debe trabajarse en hacer un equipo estable para avanzar poco a poco. Se están dando pasos para profesionalizar la estructura del club y hay una idea buena, pero con un descenso se pueden ir abajo muchas cosas.

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