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El Arsenal se queda corto

Los de Wenger despliegan un gran juego ante el Mónaco pero les falta un gol para culminar la remontada y meterse en cuartos

Alejandro Prado
Alexis Sanchez cabecea un balón.
Alexis Sanchez cabecea un balón.V. Hache (AFP)

El Arsenal quiso remontar tirando a la basura el manual de las remontadas. Ese que dice que hay que salir con el cuchillo en la boca desde el minuto uno, chutar a puerta a la mínima oportunidad y meter al rival en su área a base de empellones. Wenger propuso paciencia y juego pausado. La receta no bastó para hacer los tres goles necesarios que dieran el pase a cuartos y el técnico gunner abandonó su antigua casa sabiendo que la eliminatoria se perdió en Londres.

No parecía en los primeros minutos que el milagro se fuese a consumar. Ni siquiera daba la impresión de que el Arsenal tuviese prisa por lanzarse al cuello de su rival. El Arsenal tocaba con demasiada parsimonia y con una horizontalidad desesperante. Los escasos pases hacia adelante se chocaban con el muro del Mónaco en el centro del campo. Toulalan, Moutinho y Kondogbia son una tripleta de muchos quilates, sin duda la parte más potente del equipo francés.

Un cabezazo desviado de Giroud al cuarto de hora fue un aviso de lo que se avecinaba, el arrebato del conjunto inglés. Pero en contra de lo que exigía el marcador, fue una ofensiva pausada, paciente, pase a pase el Arsenal desarboló al Mónaco que de repente no supo de dónde le venían los golpes. Giroud embocó en una de las múltiples llegadas de los gunners, poco botín para lo que era necesario.

Mónaco, 0-Arsenal, 2

Mónaco: Subasic; Fabinho, Wallace, Abdennour, Kurzawa; Moutinho, Toulalalan, Kondogbia; Dirar, Martial (Ferreira-Carrasco, m. 60); Berbatov (Bernardo Silva, m. 70).

Arsenal: Ospina; Bellerín, Mertesacker, Koscielny, Monreal; Coquelin (Ramsey, m. 65), Cazorla; Alexis, Özil, Welbeck (Walcott, m. 73); Giroud.

Goles: 0-1. M. 35. Giroud. 0-2. M. 78. Ramsey.

Árbitro: Svein Oddvar (Noruega). Amonestó a Alexis, Kondogbia

Estadio Luis II, lleno, 18.500 espectadores.

El Mónaco solo se tranquilizó con el paso de los minutos. El colchón de dos goles de ventaja era suficientemente amplio aún como para que le entrase la tiritona. Se acopló mejor y concedió menos al Arsenal, que se tenía que conformar con generar peligro a balón parado. Özil aparecía con cuentagotas y Cazorla se iba espesando debido a la exigencia defensiva a la que estaba obligado. La remontada se iba esfumando a medida que los ingleses ganaban en ansiedad y los franceses se sentían tan confiados como para soltar latigazos a la contra.

Pero nada como un gol para reavivar las ascuas y recobrar la esperanza. Ramsey mandó un balón a la red y aseguró unos últimos minutos angustiosos. Ya no había tiempo para pensar así que el Arsenal apeló a la heroica ante un rival que se limitaba a patear el balón para no tenerlo cerca de la portería. La táctica fue efectiva y el Mónaco se llevó una gloria que costó más de un infarto. La paciencia propuesta por Wenger se quedó sin milagro.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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