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Mathieu y el sufrimiento del central

El francés celebra su primer gol como azulgrana en la Liga, pero pena para cumplir con su tarea

Mathieu cabecea en el primer gol azulgrana.
Mathieu cabecea en el primer gol azulgrana.Alex Caparros (Getty Images)

“No hay nada más difícil que ser central en el Barcelona”, aseguró en su día Guardiola. Primero Begiristain y no hace mucho Zubizarreta le dieron la razón tratando de encontrar una pieza tan singular. “No es un puesto para cualquiera”, se les escuchó decir a ambos cuando eran directores deportivos del Barcelona. Eso sucedía cuando el juego azulgrana era aseado y organizado en el centro del campo, el equipo atacaba con tanto orden que desde la ofensiva defendía con el balón y la posición. En el caos y la vorágine que tanto le gustan a Luis Enrique, nadie como Mathieu para dar fe: ser central en el Barça es un regalo envenenado.

El francés vivió en sus carnes las dos caras de esa suerte: celebró su primer gol en la Liga con el Barcelona y lo hizo en un clásico, pero sufrió como el que vive en un potro de tortura. Cuando el Madrid agarró la pelota, trató de dar cobertura a Alba, entre Bale y Benzema, y a menudo pareció necesitar cuatro piernas. La bronca de Casillas se escuchó en la Cibeles, y con razón, cuando le ganó un metro a Ramos en el primer saque de esquina que sacó el Barça. La puso Messi y llegó Mathieu tan libre, tan cómodo, que le dio tiempo para marcar los tiempos que se exigen a un remate de cabeza. Casillas no pudo evitar el gol. El último tanto de Mathieu en la Liga también se lo marcó al Madrid, el pasado curso, con el Valencia, que empató a dos en el Bernabéu.

A partir de ese momento, el campo se vistió de blanco y Mathieu empezó a sudar sangre. Se le acumuló la faena. Desatendido por el centro del campo, cuando no tuvo que meter la cabeza, fue el pie, cuando no se le reclamó al cruce, debió aguantar un amago del delantero de turno. Además, a menudo, tuvo que empezar la jugada, porque Mascherano le invitaba y a Piqué le cerraban el camino los blancos, por principio. La muestra del calvario por el que pasó llegó en la jugada del gol de Cristiano, cuando Benzema se la dejó de tacón al portugués y el central del Barça se había ido de paseo con Bale, así que la basculación de Piqué dejó a Cristiano el mano a mano limpio con Bravo.

Las hechuras del partido le hicieron llagas a Mathieu, a ratos persiguiendo la sombra de Benzema, a ratos tapando a nadie

Desguarnecidos los dos centrales, porque el Barcelona había perdido la posesión de manera escandalosa —llegó a pasar del 63% al 47% en el primer tiempo—, Mathieu se fajó en el zafarrancho como pudo. Si el Barcelona salvó los muebles fue porque él y Piqué se multiplicaron, un remate de Cristiano se estrelló en el palo, el árbitro anuló un gol por fuera de juego y Bravo sacó dos manos en dos remates que iban dentro.

Las hechuras del partido le hicieron llagas a Mathieu, a ratos persiguiendo la sombra de Benzema, a ratos tapando a nadie, a menudo viendo llegar a jugadores surgidos de la nada, solos. Si en Madrid le cogió a contrapié jugar como lateral, en el Camp Nou dio muestras, como el equipo, de sufrir ante un rival que supo sacar provecho en la primera parte de lo mal cosido que estuvo el Barça. La historia dirá que un gol del francés ayudó al Barça a sacar adelante un partido en el que, seguramente, comprendió, por si no lo sabía, lo difícil que es ser central del Barça.

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