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España derrota a Ucrania en otro partido deficiente

El primer gol de Morata con la absoluta alivia al conjunto de Del Bosque en su carrera por la clasificación para la Eurocopa de 2016

José Sámano
Isco, entre Kucher y Stepanenko, en el Sánchez Pizjuán.
Isco, entre Kucher y Stepanenko, en el Sánchez Pizjuán.Julio Muñoz (EFE)

No hay manera, España se busca y no se encuentra. Ha perdido todo el encanto y ya son muchos los retos en los que ha quedado retratada. En su regreso a Sevilla ocurrió de nuevo, esta vez ante Ucrania, un rival al que le bastó competir con fe para tener a La Roja en vilo hasta el final. Ni siquiera un gol de Morata en un aceptable primer tiempo hizo despegar al equipo, que se difuminó del todo en el segundo acto, sin tino, sin armadura, sin intensidad. Del colapso casi saca provecho Ucrania, que no pertenece a la alta jerarquía del fútbol, pero no pasó de puntillas cerca de Casillas. La selección recurrió a un pelotón de centrocampistas, su mejor caladero, y acabó la jornada sin delantera. Ni así pudo brindar por algo más que la victoria y mantener el segundo puesto tras Eslovaquia. En estos tiempos, más que suficiente.

ESPAÑA, 1-UCRANIA, 0

España: Casillas; Juanfran, Ramos, Piqué, Alba (Bernat, m. 78); Busquets, Koke, Isco, Iniesta (Cazorla, m. 73), Silva; y Morata (Pedro, m. 64). No utilizados: De Gea, Suárez, Bartra, Carvajal, Asenjo, Juanmi, Vitolo, Albiol y Cesc.

Ucrania: Pyatov; Fedetskiy, Khacheridi, Kucher, Shevchuk; Tymoshchuk, Stepanenko (Garmash, m. 75), Yarmolenko, Rotan, Konoplyanka; y Zozulya (Kravets, m. 31). No utilizados: Boyko, Rakitskiy, Bezus, Burda, Budkivsky, Rybka, Garmash, Gusev, Morozyuk, Oliynyk y Rybalka.

Gol: 1-0. M. 27. Morata.

Árbitro: Cüneyt Cakir (Turquía). Amonestó a Ramos, por España; y a Fedetskiy, Kravets y Kucher, por Ucrania.

Unos 31.000 aficionados en el Pizjuán.

De punta a punta del partido quedó claro que España no cede en su vocación centrocampista. Es por esa vía por la que intenta recuperar el color. No importa que haya perdido fragancia, se aferra a la idea que la hizo singular. Rebajada en ataque por la falta de delanteros de rango, La Roja no vislumbra mejor manantial que el de los volantes e interiores, su mejor coro. Frente a Ucrania, Del Bosque enchufó a Morata, el único punta, con cinco medios de buen pie: Busquets, Koke, Isco, Iniesta y Silva. A su alrededor, como no podía ser de otra manera, gravitó todo el equipo. Pero no siempre al ritmo adecuado, con demasiada cachaza en ocasiones, al menos hasta que se activaba Iniesta, el Iniesta más auténtico, que en España está más liberado. En algunos chispazos, de nuevo apareció el jugador capaz de sacar la cadena a los rivales, el Iniesta con la vista al frente, no sumido en fregados ardorosos que no le van.

Con una buena versión del manchego, la selección de Del Bosque arrancó con algunos episodios prometedores, pero sin continuidad, parsimoniosa, con una sola marcha. En este equipo, el único turbo lo tienen los laterales, en especial Jordi Alba, que percutió más que Juanfran. El resto se mueve al paso, con la pelota cosida, toque a toque hasta dar con Morata o algún volante infiltrado. Por esa vía llegó el gol del ariete del Juventus. Más puntual imposible. No solo por ser su primer tanto con España, y en su estreno como titular en partido oficial, sino porque hizo diana justo cuando Ucrania se había descorchado en ataque. Fedetskly y, sobre todo, Rotan, dispararon las alarmas ante Casillas. Para sosiego español, llegó una trenza entre Iniesta y Koke, que advirtió el excelente movimiento de Morata, al que el rojiblanco citó con el gol. El madrileño superó a Pyatov con precisión. Con la inestabilidad de Diego Costa, la selección necesita con apremio que Morata se asiente como punto final. Por mucho centrocampista que se aliste, todos precisan una referencia ofensiva y el juventino, que también sabe dar carrete al juego, puede ajustarse al catálogo español.

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El gol precedió a un cabezazo de Sergio Ramos a la escuadra tras una falta lanzada por Silva. Ahí se quedó España, que regresó del descanso como un equipo raso, sin vuelo. Poco a poco se deshilachó y el segundo tiempo se le hizo largo, muy largo, solo aliviado por alguna maniobra de Isco, que tomó el relevo de Iniesta. Ucrania, de forma inopinada, le discutió la pelota hasta incluso generar por momentos el desgobierno en las filas españolas, que se hizo más de un nudo delante de Casillas, autor de dos buenas paradas. Ante la fragilidad local, los ucranianos se sintieron capaces y apretaron más de lo previsto. Cada jugada a balón parado supuso un calvario para España, que no daba con el blindaje. A este equipo nada le defiende mejor que el control del balón, sin ese sustento sufre.

Visto que no había forma de cerrar el partido, Del Bosque hizo evacuar la delantera. Retiró a Morata y echó el lazo a Pedro como auxilio de Juanfran por el costado derecho. A Silva le correspondió ser el ariete postizo. Esta vez, el recurso del nueve simulado no tuvo efecto. Tampoco para que España recuperara el gobierno del todo. La lesión de Alba supuso otro contratiempo y Pyatov, con una gran parada ante Cazorla, logró que el equipo español no estuviera a salvo hasta el cierre del encuentro. Hoy, por pírrica que sea, toda victoria es un alivio. No hay otra seducción. España sigue pocha.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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