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Atlético y Málaga empatan en un partido trepidante

El equipo de Simeone sufre ante la propuesta de ida y vuelta que le planteó un buen conjunto andaluz

Ladislao J. Moñino
Griezmann marca el gol del empate.
Griezmann marca el gol del empate.Jorge Zapata (EFE)

Un partido que empezó marcado por el laboratorio del balón parado, un gol propiciado por el aclamado saque de banda de Gámez y otro nacido en un córner que cabeceó Torres en propia puerta, derivó en un encuentro vertiginoso. De pocas ataduras tácticas. A rienda suelta, Málaga y Atlético jugaron un segundo tiempo trepidante que derivó en ese empate que a los dos entorpece en sus objetivos. Al Atlético, el Valencia puede recortarle dos puntos en esa lucha particular por el tercer puesto. Al Málaga, le impide consolidar su séptima plaza. El punto es bueno, pero el inconformismo de uno y otro engendró ese encuentro de ida y vuelta, de tiroteo en las dos porterías.

MÁLAGA, 2-ATLÉTICO 2

Málaga: Kameni; Rosales, Sergio Sánchez, Weligton, Boka; Recio, Darder; Samuel, Amrabat (Javi Guerra, m. 91), Samu Castillejo (Horta, m. 83); y Juanmi (Tissone, m. 75).No utilizados: Ochoa; Angeleri, M. Torres y Duda

Atlético:Oblak; Juanfran, Giménez, Miranda, Gámez; Arda (Cani, m. 79), Gabi (Raúl Jiménez, m. 72), Tiago, Koke; Torres (Saúl, m. 65) y Griezmann. No utilizados: Moyá; Siqueira, Godín y Mario.

Goles:0-1. M. 25. Griezmann. 1-1. M. 35. Torres, en propia puerta.2-1. M. 70. Samuel. 2-2. M. 78. Griezmann.

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó aWeligton,Darder, Gabi, Griezmann y Miranda.

Unos 27.000 espectadores en La Rosaleda.

Al equipo de Simeone le va el fútbol vertiginoso cuando el juego solo apunta en dirección al contrario. A campo abierto, a dos porterías, se le saltan esas costuras de equipo rocoso y bien armado. Sufre más de lo que está acostumbrado. No le va el intercambio de golpes. Está más acostumbrado al control que al descontrol.

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En esa clase de encuentros, sus centrales, esta vez Miranda y Giménez por el descanso de Godín, se ven más exigidos de lo habitual. Concedió ese tipo de partido el Atlético después de un primer tiempo de un notable desgaste físico. El cansancio propició una separación de líneas que abrió el juego. Ese paisaje propició que el talento fresco del Málaga aflorara. Se dieron las condiciones para que Juanmi enseñara su dominio de los espacios pese a su juventud y para que Samuel y Samu Castillejo se afilaran en los costados. Por el medio, Amrabat fue una pesadilla a la espalda de Gabi y Tiago. El delantero marroquí siempre apareció como eslabón y acelerador del juego sin que nadie en el Atlético acertara a controlarle. Por fuerza y por habilidad, generaba pánico cada vez que recibía y lograba girarse. Fue una amenaza constante desde la que creció el equipo de Xavi Gracia.

El descaro irreverente del Málaga le llevó primero a igualar el inicial gol de Griezmann y después a ponerse por delante en el marcador. Samuel aprovechó una asistencia del propio Amrabat, que vio una separación desconocida entre Miranda y Giménez para meterle entre medias. Samuel resolvió con desparpajo. Picó con suavidad sobre la salida de Oblak. El gol puso de manifiesto que el desorden del vértigo no cuadra en este Atlético. Más bien le descuadra su juego de posiciones. Habían generado también ocasiones, un cabezazo de Koke, obstaculizado por Kameni, y un disparo de Torres tras un control orientado, cuando se vio con el marcador en contra. El Niño fue sustituido pasada la hora de juego por Raúl Jiménez. De nuevo, se marchó Torres con rostro de decepción. No pudo resarcirse de ese gol en propia puerta tras desviar el envenenado saque de esquina de Recio a la media hora de juego.

Entregado ya a ese vaivén ambicioso, Griezmann hizo el empate a dos al aprovechar una dejada de cabeza de Raúl Jiménez. Empaló el francés un zurdazo cruzado para imponer las tablas en el marcador. Saúl tuvo el 2-3, en otra dejada de Raúl Jiménez. El mexicano, en los pocos minutos que juega enseña una evolución interesante que le hizo protagonista en el tramo final de un partido que cuyo inicio estuvo marcado por más intensidad que fútbol. El escenario ideal para el balón parado, para teorizar sobre los saques de banda.

Cuando en los años 90 Benito Floro dio aquella charla sobre la importancia de esa suerte en el juego ofensivo el fútbol ya estaba encaminado hacia la cuadrícula y la batalla cartesiana de los espacios. Floro no hizo más que concretar que esa acción era una de las más ejecutadas durante un partido de fútbol. Se apoyaba en estadísticas que decían que el 70% de los goles nacían en jugadas de saques de banda.

Arrigo Sacchi había creado escuela con su Milan y generó cierta obsesión deformadora por ese juego de laboratorio iniciado desde la línea de cal. El saque de banda llegó a ser un recurso liberatorio para algunos entrenadores que, a veces, ordenan una patada larga fuera del terreno de juego. No hay entrenador que no tenga calculado cómo colocar a sus jugadores dependiendo de la altura a la que se hace el saque. En el Atlético, ahora, con Jesús Gámez, cuando el saque está cerca del área, sus lanzamientos cobran el peligro de los córners. Sacó un globo hasta el centro de la portería de Kameni, muy pegado al larguero. El meta camerunés tuvo guantes de aceite y se le escapó la pelota. Griezmann, atento, solo tuvo que empujar el balón sobre la línea de gol. Después vino esa rosca envenenada que Torres embocó en su propia portería. El partido estaba muy metido en el laboratorio. Hasta que el vértigo lo liberó.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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