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Neymar, golazo y cambio frustrante

El brasileño desborda sin parar, marca una falta magistral y se enfada al ser sustituido

Rafael Pineda
Neymar, tras ser sustituido.
Neymar, tras ser sustituido.PACO PUENTES (EFE)

Nervión vivió un día de los grandes. Retumbó el estadio del Sevilla en un duelo de aroma grande, pero enmudeció cuando Messi tocó el primer balón, diciendo aquí estoy yo. No le dolía el pie al argentino, que estuvo en todas partes, soliviantando al Sevilla, ofreciendo salida a Busquets, que jugó con enorme jerarquía. Pero el desequilibrio lo puso Neymar.

Algo apagado en los últimos encuentros, el brasileño volvió por donde solía. Es decir, a pedir el balón en la banda izquierda y a salir disparado hacia el centro, volviendo loco a Coke, incordiando a Pareja. Sólo sufrió ante Krychowiak, una auténtica roca. Neymar emergió en medio de sus regates para asistir a Messi en el primer gol. El argentino definió con ese toque que se ha visto mil veces y que es mil veces imparable para todo portero que tiene enfrente. El Sevilla, triste y desbordado, no encontró la fórmula. Por eso Neymar disfrutaba y recuperaba la sonrisa. Y llegó su golpe maestro.

Falta al borde del área. Minuto 30. Rakitic, capitán general en este mismo estadio hace unos meses, ni siquiera hace el amago de tirarla. Messi y Neymar están ante el balón. Todo el mundo espera el lanzamiento del argentino. Messi le cede la falta a Neymar, que ejecuta un lanzamiento que roza la perfección y entra de forma limpia por la escuadra. Sergio Rico, portero del Sevilla ni lo intenta. El talento de la ejecución en el golpeo le superó con creces. Otra vez Nervión en silencio. Otra vez la sonrisa de Neymar, agradeciendo a Messi que le dejara lanzar la falta. Un golazo de antología. No marcaba Neymar en Liga desde el 15 de febrero, ante el Levante en el Camp Nou, pero sí lo hizo en las semifinales de Copa ante el Villarreal, donde su actuación fue decisiva.

“No sé porque le ha cambiado, sus motivos tendrá”, dice Mestre, vicepresidente azulgrana

En el colmo de su felicidad y con el Barcelona reinando, todavía tuvo tiempo de inventarse un regate increíble ante Coke y Pareja. El caño fue aplaudido hasta por la afición del Sevilla, que sabe apreciar lo bueno. Ya lo avisó el propio Luis Enrique. Un brasileño, para ser feliz necesita hacer esas cosas en un terreno de juego. Neymar, además, tuvo la virtud de respetar siempre al rival, de no amilanarse en los balones aéreos con Coke, al que superó en alguno. Jugó con seriedad. Como cuando le robó un balón al propio lateral del Sevilla en la banda. Fue el lado trabajador del brasileño. Pero perdió algo de fuelle en el segundo acto, cuando el Sevilla dio ese paso adelante que tanto se echaba en falta en su gente. Incómodo, el brasileño abandonó a veces la banda izquierda para intentar asociarse con Messi. Hubo menos toques y menos paredes. Menos movimientos mágicos. El partido exigía otra cosa. Y Luis Enrique no se lo pensó.

No me importa y no me fijo en chuminadas. Estoy por el fútbol”, replica Luis Enrique

El técnico del Barcelona decidió que entrara Xavi para dar aire al Barça, para amasar la pelota. “Es la primera vez que cambio un delantero por un medio. Buscaba claramente tener el control del partido. He pensado que era necesario tener más balón con Xavi en el campo. Pero el partido ha seguido siendo un poco loco”, reflexionó el técnico. Y optó por sentar a Neymar.

Al tiempo que Xavi entraba entre aplausos en el Pizjuán, Neymar se iba cabizbajo. Hasta que llegó frente al banquillo azulgrana y, justo antes de sentarse, realizó ese típico gesto italiano de juntar los dedos y poner la mano hacia arriba para lamentarse del cambio, para criticar la decisión del técnico Luis Enrique. “No sé porque le ha cambiado”, dijo Jordi Mestre, vicepresidente del Barcelona y responsable del área deportiva; “porque había hecho una muy buena primera mitad. Sus motivos tendrá”. Pero el cambio de Neymar es habitual en el Barcelona —o él o Luis Suárez porque Messi no se toca—, por más que los delanteros sustituidos sean reincidentes en las quejas. “No me fijo en chuminadas de este tipo. Estoy por el fútbol. Esto se está poniendo de moda y es una tontería. No me importa. Eso a vosotros”, replicó Luis Enrique.

En la noche sevillana quedará su falta y su cañito en la banda izquierda. También su sonrisa sobre el césped y, ya después, su enfado fuera de él.

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