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El estado de gracia de Hamilton

El británico, actual campeón del mundo, pasa por su mejor momento Tranquilo fuera de la pista, ha frenado también su exceso de genio

Oriol Puigdemont
Lewis Hamilton celebra el triunfo en el Gran Premio de China
Lewis Hamilton celebra el triunfo en el Gran Premio de ChinaDIEGO AZUBEL (EFE)

Para poder hacerse una idea más o menos aproximada del descomunal talento que escondían las manos de Ayrton Senna es imprescindible recuperar su paso por McLaren a finales de los años ochenta y sus luchas con Alain Prost. La figura de Michael Schumacher multiplicó exponencialmente su trascendencia gracias a su paso por Ferrari y a las cinco coronas que consiguió con el mono de Il Cavallino Rampante (de 2000 a 2004). A Lewis Carl Davidson Hamilton (Gran Bretaña, 1985) hay que verle correr ahora.

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El actual campeón del mundo pasa por el mejor momento de su vida. Al margen de sus irremediables excentricidades se le ve sereno fuera de la pista y eso tiene su influencia dentro de ella. Si además Mercedes pone a su disposición el monoplaza más dominante de la Fórmula 1 moderna, es muy normal que su palmarés comience a ser cosa seria. La hoja de servicios de Hamilton incluye dos títulos (2008 y 2014) y 35 victorias, una cifra que le coloca como el quinto piloto más exitoso de siempre en esta estadística. El triunfo de ayer en Shanghái, el segundo de este curso, es una radiografía estupenda que refleja el estado de gracia por el que atraviesa.

El británico arrasó desde el primer entrenamiento libre del viernes, se llevó la pole el sábado y ganó el domingo después de adjudicarse también la vuelta rápida (la 31). El segundo en cruzar la meta fue Nico Rosberg, que de este modo permitió que Mercedes sumara otro doblete, el 18º de su historia. A la pareja de la escudería alemana les siguió Sebastian Vettel, que no se ha bajado del podio en las tres pruebas que ha disputado con Ferrari. Fernando Alonso pudo al fin completar un gran premio entero y terminó el 12º, mientras que un trompo y un problema momentáneo en la caja de cambios del Toro Rosso de Carlos Sainz condenaron al madrileño (13º).

Yo no me dedico a prestar atención a lo que hace Nico, lo único que hago es centrarme en mí y en mi coche

La habilidad de Hamilton al volante nunca ha estado en cuestión pero sí lo estuvo en según qué etapas su exceso de genio. Sin embargo, aquel chaval que irrumpió como un trueno en 2007 ya ha cumplido 30 años, y eso salta a la vista en carreras como esta última, un ejercicio de control absoluto que sacó de sus casillas a Rosberg, cabreado como una mona al considerar que su vecino le había perjudicado a propósito dejándole a los pies de los caballos.

Fue después de la primera visita al garaje que las distancias se redujeron entre los de delante. El líder rebajó el ritmo para no achicharrar los neumáticos y eso condicionó a su perseguidor, que por el retrovisor veía cómo el Ferrari de Vettel se hacía cada vez más grande. “Yo no me dedico a prestar atención a lo que hace Nico, lo único que hago es centrarme en mí y en mi coche. Mi trabajo es devolverlo a casa lo más rápido y entero que pueda. Y eso es lo que hice” se justificó Hamilton.

Es interesante escuchar que sólo te preocupas por ti, Lewis. Que rodaras tan lento provocó que Sebastian se me acercara"

“Es interesante escuchar que sólo te preocupas por ti, Lewis. Ha sido innecesario [reducir el ritmo] porque eso me ha comprometido a mi. Que rodaras tan lento provocó que Sebastian se me acercara y eso le dio la oportunidad de adelantar su segunda parada y tratar de rebasarme”, le respondió Rosberg con cara de malas pulgas, sentado a su lado en la sala de conferencias.

La rabieta del alemán es comprensible por la frustración que arrastra, pero no parece justo echarle nada en cara a su compañero puesto que lo único que hizo este fue manejar la situación desde su privilegiada posición. Y en ese sentido no lo pudo hacer mejor. Nadie cree que el corredor de Tewin levantara el pie del acelerador con la intención de perjudicar a su colega, básicamente porque uno comienza a tener la sensación de que ni el propio Rosberg se ve en condiciones de discutirle su papel de número uno.

Fernando Alonso, pensativo, en el paddock de Shangai
Fernando Alonso, pensativo, en el paddock de ShangaiDIEGO AZUBEL (EFE)

Si hace poco eran Vettel y Red Bull quienes ejercían de dominadores absolutos de la F-1 -cuatro dobletes consecutivos entre 2010 y 2013-, el presente y el futuro más inmediato pasan por el incesante martillo de Hamilton, ese al que apelan sus ingenieros desde el muro cuando quieren que saque todo lo que lleva dentro.

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