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El Barcelona, al dictado de Messi

El delantero se cobra una parcela de entrelíneas para hacer jugar a sus compañeros y desconchar al Espanyol

Jordi Quixano
Messi marca su  gol al Espanyol.
Messi marca su gol al Espanyol.GUSTAU NACARINO (REUTERS)

Hace una semana que Messi reconoció a la revista inglesa ‘FourFourTwo’ que no era de los que gritaba en el vestuario ni en el campo. No le hace falta porque él habla y gobierna con la pelota entre los pies, con el Barça al dictado de su zurda y también de su cerebro porque ante el Espanyol leyó las necesidades del encuentro y las flaquezas del rival para descomponerlo. No es que corriera como un poseso o jugara en combustión permanente, sino que le bastó con cobrarse una parcela huérfana de entrelíneas para construir su imperio y la ruina blanquiazul.

La impotencia la reflejó con persistencia el mediocentro Abraham, con aspavientos, lamentos y protestas porque el Barcelona lograba constantes ventajas en la medular. Algo lógico porque los tres medios azulgrana gozaban de superioridad en su tramo ante el 4-4-2 del Espanyol, sobre todo porque ninguno de los dos delanteros se desgastaba en las ayudas —algo que trató de corregir Sergio González al exigirles un esfuerzo de más— y porque Messi ahondó en la herida con sus diagonales sin balón en busca del hueco para actuar de palanca. Así, jugaba el Barcelona a lo que sabe o al menos a lo que le catalogó como el mejor equipo del planeta, potenciando el fútbol con los centrocampistas con pases y triangulaciones infinitas, con Rafinha e Iniesta más pasadores que conductores. Hasta que el esférico le llegaba al 10, agitador espectacular, fino crupier, preciso quarterback.

El delantero argentino leyó las necesidades del encuentro y las flaquezas del rival para descomponerlo

No ha marcado Messi gol alguno en los últimos cuatro partidos de la Champions —los ocho son obra de sus compinches de línea, cuatro de Neymar y otros tantos de Luis Suárez—, y también se alejó de inicio del costado y del área ante el Espanyol para sacar la escuadra y cartabón y hacer jugar a sus compañeros, versión generosa de un futbolista que siempre se definió por su relación con el gol. Empezó su recital con un pase por dentro al desmarque de Neymar que Casilla acabó por abortar; prosiguió con otra asistencia hacia la ruptura de Rafinha que terminó en un remate de cabeza de Luis Suárez; insistió con otra filtración a la carrera de un Neymar que erró en la vaselina; y en la cuarta le llegó la recompensa, con un cambio de orientación a la galopada de Alba, que la puso al centro, donde Luis Suárez la dejó pasar y Neymar atinó en el remate. Insultado por la grada, Messi hizo oídos sordos y siguió a lo suyo, entonces ya un poco más adelantado, en busca de un gol que le llegó después de una combinación en la frontal del área, un centro de Luis Suárez —que estaba en posición de fuera de juego—, un remate de Neymar y un rechazo que el 10 embocó para festejar su gol 47 de la temporada.

Es un fuera de serie. Tuve la suerte de jugar con él, pero hoy he tenido menos suerte por tenerlo enfrente” Sergio González

Más caliente el duelo en el segundo acto, Messi recibió alguna tarascada de más sin quejarse, como una involuntaria de Víctor Álvarez en la cabeza y otra malintencionada de Álvaro que le atropelló por detrás. No actuó igual Jordi Alba, que protestó a Mateu Lahoz una jugada inocua y le expulsó con doble tarjera amarilla, superioridad numérica del Espanyol. Poco le importó a Leo, que en la siguiente jugada rompió a Colotto para enfilar a Casilla, jugada resuelta con un disparo al palo. Y poco le faltó para completar un pase de Neymar, bien despejado por la zaga blanquiazul. No hizo mucho más, pendiente el Barcelona en cerrar el partido. Tampoco hizo falta. Ya lo había resuelto, como casi siempre, impulsado por un Messi que se hace admirar por propios y extraños. “Es un fuera de serie, un futbolista superlativo. Tuve la suerte de jugar con él en la Liga, pero hoy he tenido menos suerte por tenerlo enfrente", concedió Sergio González, entrenador del Espanyol.

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