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Alberto Contador, entre la motivación y Oleg Tinkov

El dueño del equipo del español se sentará en el coche en un Giro en el que Urán, Aru, Zakarin y Porte serán los otros rivales

Carlos Arribas
Alberto Contador posa junto al 'Trofeo Senza Fine' este viernes.
Alberto Contador posa junto al 'Trofeo Senza Fine' este viernes.L. Benies (AFP)

“Soy el dueño y para esto compré el equipo”, ha escrito en su blog Oleg Tinkov, con una determinación que sería perturbadora si no atemorizante para cualquiera que no fuera Alberto Contador, quien ha acumulado en su carrera una hermosa colección de situaciones surrealistas.

Como si a Florentino Pérez le diera por sentarse en el banquillo del Bernabéu, hacer la alineación, la táctica y decidir los cambios, así al millonario ruso, quien ha anunciado que durante el Giro tomará el volante de su equipo, el Tinkoff-Saxo, tras el despido hace unas semanas del director-fundador Bjarne Riis, quien tan buena química había alcanzado con Contador. “Creo que seré un buen sustituto de Riis”, escribió Tinkov, ciclista aficionado en sus tiempos. “Riis no hacía, la verdad, gran cosa. Su trabajo era sentarse en el coche del equipo, decidir la táctica y dar órdenes a los corredores, y motivarlos. No hacía más. Le pedí que se implicara en la preparación y en la gestión del equipo, pero él no quiso. Por eso se fue”.

“No veo la hora de que empiece esto”, dijo el de Pinto ante decenas de periodistas

En la San Remo florida y hermosa en mayo (así se ve en las fotos que llegan de la ciudad de las flores en las que veraneaba Alfred Nobel: por eso, todos los ornamentos florales de la sala en la que se entregan sus premios están ensamblados en San Remo) que dará hoy, con una contrarreloj por equipos la salida al Giro del 15, Contador no habló de Tinkov más que para decir que si el dueño del equipo le exige ganar más se lo exige él mismo. Después habló de su “extraordinaria motivación” para terminar de rosa por tercera vez un Giro (aunque una de sus dos victorias anteriores, la de 2011, se le borrara del historial por los efectos retroactivos de su sanción por dopaje) y de la gran preparación que había llevado a cabo en el Teide.

“No veo la hora de que empiece la carrera”, dijo Contador ante decenas de periodistas en la conferencia de prensa más concurrida pues es él el máximo favorito. “Desde el principio de temporada estoy pensando en el Giro y mejor no lo he podido preparar. De todas maneras, tampoco estoy tan bien como estaba antes del Tour el año pasado”.

“Creo que seré un buen sustituto de Bjarne Riis”, escribió el millonario ruso

Quizás ni tampoco lo necesite (los rivales que le esperan en el Giro no serán tan duros como los que enfrentó en el Tour pasado, el de la caída y la herida en los Vosgos) y ni siquiera sería beneficioso. El comienzo del Giro será también para Contador el comienzo de un desafío que ningún ciclista ha podido superar desde que Marco Pantani lo hiciera en 1998: la victoria en el Giro y en el Tour el mismo año. “En 2011 no me salió bien, pero porque no lo había programado igual que este año”, dijo el chico de Pinto. “Este año será diferente”.

La forma con la que llegue a Contador dependerá en gran medida del esfuerzo que le cueste ganar el Giro, que, siguiendo las leyes físicas, está en relación con los obstáculos que deba superar. En Italia, estos son de tres tipos: los rivales, el recorrido y la carrera en sí, el concepto Giro.

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Ninguno de los rivales presuntos ha ganado nunca una grande. El colombiano Rigoberto Urán no es Nairo Quintana, el hombre en rosa de 2014, carece de su brillo. Urán, dos veces segundo del Giro, es regular y seguro, buen escalador y no desdeñable contrarrelojista. Fabio Aru, tercero en el 14, es el italiano emergente. Corre en el Astana, lo que le da un plus, y es más escalador que nada. Richie Porte ya fue rosa efímero hace cinco años, cuando el pelotón se fugó en L’Aquila. Es el hombre más en forma del año (ganó la París-Niza, la Volta a Catalunya y el Giro del Trentino, intocable tanto en la montaña como en las contrarreloj. Sin embargo, el rendimiento del adelgazado (dejó las cervezas y el vino, dijo) líder del Sky en carreras de tres semanas es un enigma. El cuarto rival será el inesperado Ilnur Zakarin, un tártaro con físico de grulla, otro Chris Froome de apariencia, que ha asombrado en el reciente Tour de Romandía. Corre en el Katusha, el equipo más fuerte de comienzos de temporada, y ya hay expertos recordando cómo un ruso recién llegado llamado Eugenio Berzin le ganó a Miguel Indurain el Giro del 94.

El recorrido, las 21 etapas hasta llegar a Milán el 31 de mayo, se pueden resumir en dos desde la óptica de Contador. La contrarreloj entre Treviso y el prosecco (60 kilómetros el sábado 23), en la que Contador tratará de perder lo menos posible, y el Mortirolo del martes 26, en el que deberá atacar para ganar.

La carrera, o sea, el Giro, es el enemigo intangible, el desarrollo a veces absurdo e incontrolable de las etapas de transición en las que los juegos de alianzas y la paciencia, las dos grandes fuerzas de Riis, son más importantes que la fuerza de las piernas o la ansiedad que tanto muestra Tinkov.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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