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FÚTBOL | COPA AMÉRICA CHILE 2015
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿El papa Francisco con quién va?

El papa Francisco.
El papa Francisco.EFE

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se reunió el lunes con el papa Francisco en el Vaticano para pedirle su apoyo en el proceso de paz de su país, que tambalea. De paso le podría haber pedido al Pontífice que rezara por la selección colombiana de fútbol, cuyas perspectivas en la Copa América no son buenas tras la gris derrota del domingo contra Venezuela.

Mezclar las dos cosas no es una frivolidad. Por un lado, porque entre las muchas virtudes del papa argentino destaca su conocida condición de futbolero; por otro, porque el presidente Santos no ha escondido su deseo de utilizar el deporte como instrumento para promover la paz en Colombia, que lleva medio siglo en guerra. Son pocos los países en los que la selección nacional de fútbol no sea un fenómeno unificador. En muchos casos es lo único que anima a los pueblos a aparcar sus diferencias políticas, religiosas o raciales y hacer causa común. Se da en otros deportes también. La selección de críquet de Afganistán contó con el apoyo de los talibanes y de la totalidad del resto de la población durante el mundial que se acaba de celebrar en Australia y Nueva Zelanda.

Podemos suponer que los elementos más talibanes de la sociedad colombiana comparten el deseo de los demás de que su equipo prospere en la Copa América. Sería mucho pedir que el presidente Santos, su némesis, el expresidente Álvaro Uribe, y los líderes guerrilleros de las FARC se abracen y digan adiós a todas sus diferencias si se diera el milagro de que James, Falcao y compañía ganasen el torneo. Pero en el caso de que las tres partes antagónicas se encontraran en un remoto lugar de la selva con sólo un televisor disponible para ver, por ejemplo, el Colombia-Brasil de la próxima madrugada, no sería un disparate imaginar que pactarían una tregua y verían el partido juntos.

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Esta fue la ficción en la que se basó una simpática película colombiana llamada Golpe de Estadio en la que guerrilleros y militares suspenden sus deseos de aniquilación mutua para ver en televisión el célebre partido de 1993 en el que Colombia ganó a Argentina 5 a 0 en Buenos Aires y se clasificó para el Mundial de Estados Unidos. Sería una ficción aún menos creíble que un triunfo colombiano en Chile condujera directamente al final de la guerra, pero haría mucho bien a la moral nacional, generaría sentimientos de solidaridad y algún impulso sí daría al proceso de paz —especialmente si los líderes de las FARC tuviesen la inteligencia de demostrar que comparten el júbilo general—.

El papa Francisco dijo después de su encuentro con Santos que estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para apoyar la paz en Colombia. Podría empezar por pedirle a Dios que despierte el genio de James (dormido ante Venezuela), que afine la puntería de Falcao (inexistente hace meses) y que la defensa colombiana demuestre un mínimo de organización. Lo interesante sería saber si, en el caso hoy remoto de que Colombia y Argentina se vieran en la final, el Santo Padre antepondría sus deseos de paz terrenal a su amor de hincha por la selección de la patria donde nació.

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