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Saint Andrews juzgará la fábula de Jordan Spieth

El ganador de los dos últimos grandes busca el Grand Slam, algo que no ocurre desde 1930

Jordi Quixano
Jordan Spieth, durante unas prácticas en St. Adrews.
Jordan Spieth, durante unas prácticas en St. Adrews.RUSSELL CHEYNE (REUTERS)

Necesitaba el par para obrar el milagro, para disputar el desempate. Era, también, una proeza porque el chico, calada la gorra blanca donde escapaban por debajo remolinos rubios, estaba invitado en el John Deere Classic de hace dos años sin tener siquiera la tarjeta del circuito americano. Parecía el gatillazo lógico a la corta y bella historia de Jordan Spieth (Dallas, EE UU; 21 años), que tenía la pelota atornillada en el búnker junto al green del 18. Pero la bola se alzó, botó y golpeó a la bandera antes de hacer canasta para llevar al desempate a Zach Jonhson y David Hearn, después batidos. Fue la bienvenida a la élite de Spieth, que sonreía entonces y lo hace ahora, ya con el liderato mundial al alcance de su mano, ganador de los dos últimos grandes (Masters de Augusta y US Open) y con la posibilidad de perseguir en este Open Británico a Bobby Jones, único en lograr el Grand Slam en un año, 1930. En tres grandes se quedaron Ben Hogan (1953) y Tiger Woods (2000).

Solo Ballesteros logró la jarra de plata

Sergio García ha recobrado su juego tras competir a lo grande en The Players. "Empiezo a sentirme mejor y a meter más putts", explica García, que en 2007 perdió el Open en el desempate ante Harrington. Solo Severiano Ballesteros ha conquistado esta jarra, y lo hizo tres veces (1979, 1984 y 1988).

Miguel Ángel Jiménez no ha superado el corte en los dos últimos grandes, pero mostró su mejor versión la semana pasada en el Open Escocés.

Pablo Larrazábal viene de ganar el BMW International del circuito europeo y casi siempre tiene jornadas geniales.

Rafael Cabrera está mostrando un nivel altísimo de golf, por más que se pierda un poco en los fines de semana.

‘Links’ descafeinados

Con una mentalidad tan templada como ganadora, con buena pegada y excelente putt, Spieth ya recorrió con su caddie y buen amigo Michael Greller los 18 hoyos de Saint Andrews. Sabe que no hay mejor escenario para glorificar la gesta que esos links escoceses, cuna y biblia del deporte. Ocurre que, según los golfistas, St. Andrews presenta un aspecto menos británico: tiene el rough poco frondoso, por lo que no es tan complicado corregir los tiros si se salen de la calle; se han realizado retoques en el recorrido que los puristas critican, como quitarle profundidad al mítico búnker del hoyo 17 o darle más metros porque con el tiempo parece quedarse corto; y los greens están blandos, lo que les resta viveza y, de paso, facilita frenar la bola en el approach. Circunstancias que invitarán, seguramente, a ver más birdiesque de costumbre y que ayudarán a los pegadores, como a los norteamericanos Bubba Watson y Dustin Johnson, que llegan en un gran momento de forma. Otro favorito es Rickie Fowler, que la semana pasada venció en el Open escocés. Pero Spieth advierte: “St. Andrews y Augusta son mis sitios favoritos en el mundo”.

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Sin Rory McIlroy, rotos los ligamentos de su tobillo por jugar a fútbol y que podría perder el cetro en caso de que Spieth gane, otros que reclaman protagonismo son los europeos Justin Rose y Luke Donald, que en las últimas fechas han recuperado su golf. Algo así ocurre con el desbravado pero genial Woods, que en su último torneo (Greenbrier Classic) dominó los hierros para firmar una vuelta libre de bogeys, hecho que no lograba desde 2013 y que eleva las ilusiones de los románticos, que ya le vieron laurearse en este campo en 2000 y 2005. “Mi cuerpo se ha recuperado de la operación del año pasado. También he cambiado mi swing y ha sido un doble desafío que he tenido que superar al mismo tiempo”, reflexiona con serenidad Woods.

Se avecina tiempo revuelto en Saint Andrews, con lluvia y viento —“me parece divertido; si quisiéramos buen tiempo siempre jugaríamos en California”, bromeó Spieth—, aunque la mayoría ya se han adaptado porque llevan una semana en las islas. No así Spieth, que llegó el lunes por la noche, justo después de jugar en el torneo donde empezó su fábula, en el John Deere Classic. Y lo ganó de nuevo, claro.

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