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River Plate quiere cerrar el círculo de la resurrección

El equipo argentino, que jugó en segunda hace cuatro años, se juega la Copa Libertadores ante el Tigres mexicano

Maidana remata de cabeza en el partido de ida ante Tigres.
Maidana remata de cabeza en el partido de ida ante Tigres.H. ROMERO (REUTERS)

“Los empleados que llegaron a River a las 9 de la mañana del día siguiente al empate 1-1 con Belgrano se encontraron con un club arrasado. Kosovo. Fukushima. Al descenso le sumaban la destrucción. Fierros, caños, paraavalanchas, butacas, mangueras, vidrios”. En su libro Ser de River, el periodista y escritor Andrés Burgo describió con tintes dantescos el escenario que presentaba uno de los dos clubes más populares de Argentina el 27 de junio de 2011. 24 horas antes, el equipo que reúne mayor cantidad de títulos locales en el fútbol de su país había descendido de categoría por primera vez en su historia, y sus hinchas habían destrozado todo lo que encontraron a mano.

Justo aquel 26 de junio se cumplían 15 años de la conquista de su última Copa Libertadores, pero la coincidencia de fechas pasó casi inadvertida. Rememorar tiempos mejores en momentos infaustos no hace más que agrandar la herida y muy pocos quisieron recordar los gloriosos 90, cuando los Millonarios encadenaban títulos con el fútbol de Enzo Francescoli, Ariel Ortega, Hernán Crespo, Marcelo Salas, Pablo Aimar o Javier Saviola y nada hacía presagiar lo que vendría.

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Lo que vino fue el calvario. Más allá de seguir sumando torneos locales, el cambio de siglo no le sentó bien al orgulloso club de la banda roja. Ya en 2000, River sufriría una humillante eliminación a manos del Boca Juniors, en cuartos de final de la Libertadores (3-0 en La Bombonera, con un último gol de un renqueante Martín Palermo). No fue lo peor. En 2003, el modestísimo Cienciano de Perú lo derrotó en la final de la Copa Sudamericana; en 2004, otra vez Boca lo dejó afuera de la Libertadores; y en 2008, San Lorenzo volvió a hundir los sueños continentales de River remontando en el Monumental un 0-2 en contra con dos jugadores menos. En 2011 llegaría el descenso. “El club se estaba suicidando”, recordó años más tarde Rodolfo D’Onofrio, presidente de la entidad desde diciembre de 2013.

El escritor francés Romain Rolland decía que la vida “es una serie de muertes y resurrecciones”. ¿Cuándo empezó a resucitar River? “El día siguiente a irnos a la B me compré el chaquetón del equipo para salir a la calle”, recuerda con orgullo Matías Finazzi, productor de radio y uno de los tantos protagonistas anónimos de la recuperación. Como explicó en su libro Andrés Burgo: “El descenso provocó una multiplicación bíblica. Los discípulos mantuvieron vivo a River. (…) A mayor adversidad, mayor implicación”.

“El descenso provocó una multiplicación bíblica. Los discípulos lo mantuvieron vivo"

Los hinchas, incluyendo algunos jugadores como Cavenaghi, Trezeguet, Ponzio o el Chori Domínguez, se abrazaron al club y aun a gatas y trastabillando lo echaron a andar. River padeció 42 interminables jornadas para sellar el regreso a Primera División en la última fecha; sufrió la todavía vigente guerra interna de Los Borrachos del Tablón, su feroz barra brava; y se vio obligado a cuidar como nunca hasta el último peso. En 2013, el club arrastraba un pasivo de 383 millones de pesos (unos 38 millones de euros), que crecerían hasta 654 millones un año más tarde, auditoría mediante. Pero esquivó la convocatoria de acreedores y fue tomando impulso.

La vuelta a Primera conoció un subcampeonato y un 17º puesto, hasta que en 2014 ocurrió el milagro. En mayo, River lograría el título del torneo Final, con Ramón Díaz como entrenador y la base del actual equipo. Tres meses después, el técnico decidió marcharse y el nuevo director general, Enzo Francescoli, fue a buscar al entrenador que quería, Marcelo Gallardo, suplente suyo en aquel equipo de 1996.

El resto ya es historia reciente y más conocida. De la mano de un fútbol ofensivo, fiel a la historia del club, River comenzó a sumar alegrías: campeón de la Copa Sudamericana el año pasado, actual finalista de la Copa Libertadores y, casi lo más importante, doble vencedor de Boca, su acérrimo rival, en ambos torneos continentales. Esta madrugada, en la revancha ante Tigres de México (03.00, hora española, 0-0 en la ida), Gallardo, Francescoli y todo River juegan más que una final de Copa Libertadores. Hoy pueden nada menos que cerrar el círculo, concluir la resurrección y, por fin, recuperar la gloria.

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