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La tradición castiga a Diego Costa

Los modos del hispanobrasileño, sancionado con tres partidos por conducta violenta, chocan con el respeto inglés por el juego limpio

Ladislao J. Moñino
Gabriel y Diego Costa se encaran antes de que el defensa brasileño fuera expulsado.
Gabriel y Diego Costa se encaran antes de que el defensa brasileño fuera expulsado.Alastair Grant (AP)

La tradición inglesa de respeto al juego limpio ha condenado a Diego Costa a una sanción de tres partidos por su trifulca con Koscielny y Gabriel durante el último derbi londinense entre el Chelsea y el Arsenal (1-0) celebrado en Stamford Bridge. Costa no fue expulsado, pero la Federación Inglesa (FA), tras repasar las imágenes del partido, decidió castigarle pese a que este no fue expulsado por el colegiado.

Dos certezas acompañaron a Costa desde su llegada a la Premier League la temporada pasada. La primera, que su poderosa zancada haría estragos ante la lentitud de la mayoría de los centrales y que sería demoledora en ese juego de ida y vuelta que impera. Si esa primera certeza se ha cumplido, la segunda, la de que sus marrullerías serían mal vistas en un fútbol donde aún predomina el puritanismo por el fair play, también se ha corroborado. Las simulaciones de faltas o agresiones, como sucedió con Gabriel, al que la FA ha retirado la amarilla que le expulsó, aún están muy mal vistas en Inglaterra,

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Los modos de Diego Costa han levantado ampollas desde su aterrizaje en Inglaterra. “Hay algunos extranjeros que vienen a la Premier que necesitan entender la ética y la cultura. El comportamiento en el fútbol británico es único. Lo último que quiero ver es la falta de respeto de un jugador a otro”, afirmó el técnico Roberto Martínez la primera vez que su equipo, el Everton, tuvo enfrente al hispanobrasileño en la cuarta jornada del curso pasado. Costa se burló de Coleman tras un autogol del defensa del Everton. En enero, le propinó un pisotón al jugador del Liverpool Emre Can y, aunque tampoco fue expulsado por el árbitro, la FA le impuso otros tres encuentros de sanción. Con Skrtel, central del Liverpool, también mantuvo un enfrentamiento de agarrones, empujones y manotazos. Su primera temporada en la Premier la cerró con ocho tarjetas amarillas en 26 partidos y un puñado de batallas subterráneas.

Costa genera el mismo efecto entre jugadores, entrenadores y aficionados que en la Liga española. Los hinchas del Chelsea, como los del Atlético, le adoran. José Mourinho le defiende en público como hacía Simeone y sus compañeros prefieren tenerle en su equipo a padecerle. También hay una pequeña corriente al que le gustaría tenerle en su equipo. Gary Neville, exjugador del Manchester United, ha denunciado que la sanción de tres partidos y la acusación de conducta violenta son excesivas. Neville expresó en las redes sociales que el fútbol inglés también ha generado chicos malos y que no le importaría que el United contara con un Diego Costa. También, como sucedía en España, los contrarios le buscan, conocedores de su facilidad para inflamarse.

Simeone le pidió hechos

El peor momento de Costa en el Atlético fue tras ser expulsado en un partido de la Liga Europa en Pilsen, en 2013. Venía de un episodio muy feo en un derbi con el Madrid, con salivazo incluido a Ramos y en ese partido fue expulsado por intentar dar un cabezazo a un jugador eslovaco. Simeone, que nunca le cortó las alas para que combatiera con los centrales, habló con él para que no incurriera en provocaciones o en acciones que dejaran al equipo con diez. Le dijo que le aportaba mucho, pero que no lo podía hacer si no estaba en el campo. Costa le respondió que no volvería a suceder y Simeone le pidió hechos y no palabras. No volvió a ser expulsado.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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