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Celta: Humildad, presión, fútbol y Rianxeira

El Celta acoge el éxito con la calma propia de quien pagó con el infierno deportivo ambiciones y urgencias desmesuradas

Berizzo, durante el Celta-Barça.
Berizzo, durante el Celta-Barça.MIGUEL VIDAL (REUTERS)

Hace diez días el Celta hizo público un comunicado horas después de que el equipo empatase en casa ante Las Palmas y dejase de sumar los dos únicos puntos que ha cedido en lo que va de campeonato. En él expresaba su preocupación porque una “pequeña minoría de aficionados” dedicó varias silbatinas al equipo. “Son más preocupantes por lo que representan que por su efecto real”, zanjó el club, que aludía además a “una grieta” que se larvaba en la grada. Aquel lamento precedió al éxito, a sendas victorias ante Sevilla y Barcelona, vigentes campeones continentales, selladas además con un fútbol primoroso. El Celta encabeza la tabla junto a Real Madrid y Villarreal y este miércoles, rubricada la goleada al tricampeón, Balaídos entonó A Rianxeira, la melodía que acompaña los mayores éxitos del equipo. “El fútbol tiene pasión y a veces se exagera. Siendo protagonista de este tobogán anímico no me creo tanto ni la crítica ni el elogio”, templa Eduardo Berizzo, entrenador de la sensación de la Liga.

Berizzo jugó cuatro temporadas y media en el mejor Celta de la historia, también en el que se fue a Segunda la misma campaña que se mostró, por única vez, en la Liga de Campeones. Ya entonces sentía la inquietud de ser entrenador y hacia ahí se ordenó cuando en agosto de 2007, a los pocos meses de retirarse, le llamó Marcelo Bielsa para que le acompañase en la selección chilena. Aquel tiempo, hasta poco después del Mundial de Sudáfrica, sirvió de forja. “Todos los días estaba entusiasmado con aprender porque era una obligación innovar”, recuerda Berizzo, que como su maestro restringe las entrevistas individuales, pero es un libro abierto en las comparecencias públicas. De Bielsa dice Berizzo que tomó el respeto a la profesión, un concepto ético y la ambición de que a partir del trabajo y la dedicación cualquier objetivo es abordable, incluso ganar, como hizo, un campeonato con O’Higgins, un modesto clásico de la ciudad de Rancagua, que llevaba 58 años sin alzarse con el título chileno. Hasta allí le fue a buscar Carlos Mouriño Terrazo, hijo del presidente del Celta, que también conversó con Ricardo Gareca, el técnico con el que ahora emerge la selección peruana.

Berizzo retomó su vida en Vigo y encontró terreno sembrado. “Eres la persona idónea para dar continuidad a un proyecto”, le recibió su presidente tras la despedida de Luis Enrique. De inmediato aplicó un método que privilegiaba el balón, pero sobre todo la presión alta y unos marcajes atrás que algún purista quiso desmerecer porque a primera vista despreciaba la zona y retomaba la vieja asignación individual pero que, en realidad, son cambios defensivos si los atacantes también varían su posición. El inicio fue alentador, pero en noviembre pasado, justo tras una rutilante victoria en el Camp Nou el equipo encadenó diez jornadas sin ganar con dos puntos de treinta posibles.

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La noche del último día de enero, Berizzo saltó al campo desesperado cuando a poco del final el árbitro señaló un penalti en contra de su equipo que podía suponer un empate ante el Córdoba. Salió expulsado, pero la decisión se revocó, ganó el partido y salvó el puesto. El equipo volvió a alzarse, Orellana es el mejor futbolista no publicitado del campeonato, Nolito recuperó su mejor versión, asentó a Augusto Fernández, que migró de extremo a jugar por delante de la zaga –“le ha encontrado a esa posición más matices de los que imaginé”, reconoce el técnico- y se entregó a la magia de Krohn-Dehli. Cuando el club supó que el danés se iba al Sevilla se aplicó en la búsqueda de una solución para la que encontró un clónico compatriota seis años más joven, Daniel Wass, otro motor no exento de técnica ni gol.

El Celta aprovechó el verano para solventar sus debilidades. Recaudó, invirtió y abrió puertas para prescindir de Charles y Larrivey y dar un paso más con el regreso de Iago Aspas. “Con él hemos ganado mucho poder de conversión y además se mueve muy bien entre la línea defensiva rival”. En el banquillo espera Guidetti, la sensación goleadora de la selección sueca que acaba de ganar el título continental sub-21.

Después de las dos últimas exhibiciones en Sevilla y ante el Barcelona, brota la pregunta de hasta donde puede llegar este Celta. Desde su cúpula se alude a la prudencia con el dictado de quienes han tenido que pagar una deuda a la que se llegó por la codicia de querer ganar al menos un título, hito que nunca llegó. Las peticiones de calma son unánimes. “Me fui cuando nos salvamos por los pelos de bajar a Segunda, estuve dos años fuera y el club ha cambiado muchísimo, pero tenemos que pensar en los 42 puntos. Ya soñaremos si se puede”, explica Iago Aspas. “La euforia lleva a conclusiones exageradas”, advierte Berizzo, que incide en que su preocupación es vencer a equipos que ofrecen diferentes dificultades. Ahora llega la de Eibar y para allí ya apunta una receta. “Humildad para correr y jugar igual que contra el Barcelona”.

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