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Estrellología y escalofríos

Como cada lunes y jueves, Juanma López Iturriaga analiza la actualidad deportiva con su particular estilo

Llull celebra con sus compañeros el trofeo de la Intercontinental.
Llull celebra con sus compañeros el trofeo de la Intercontinental.P. WHITAKER (REUTERS)

24/09 Jueves de Queimada y Rianxeira

Más allá de esa constante y hasta obsesiva persecución de títulos que acometen cada temporada los grandes clubes, en especial Madrid y Barça (como si solo existiese ese único parámetro), ser jugador de estos equipos implica como dificultad añadida el tener que enfrentarte siempre a adversarios en máximo estado de excitación. Cualquiera que juega ante ellos sabe que una buena actuación tendrá una resonancia que será difícilmente igualada en todo el curso. El Celta, por ejemplo, lleva tiempo jugando entre bien y muy bien a fútbol. Se oían rumores de su gusto por la pelota, de jugadores talentosos, pero ha tenido que llegar el Barcelona a Vigo y ser pasado por encima para que ocupe informativamente el lugar que merece.

Y claro, la afición está que no cabe en su camiseta celeste, lo que me lleva a otra reflexión. A la capacidad de provocar felicidad a sus millones de seguidores cuando ganan, blancos y azulgranas deberían añadir la que aportan a las aficiones rivales cuando pierden. Si lo que hizo el Celta lo hubiesen realizado ante cualquier otro rival (salvo el Depor, claro) no hubiese sido lo mismo. O sea, que los que cantan eso de “estamos hasta …del Barça y del Madrid” que recuerden las noches donde derrotaron a los goliaths de nuestro deporte. ¿Serían capaces de renunciar a tamaña posible satisfacción?

Iago Aspas celebra un gol ante el Barcelona. / MIGUEL VIDAL (REUTERS)
Iago Aspas celebra un gol ante el Barcelona. / MIGUEL VIDAL (REUTERS)

25/09 Viernes de Alonsología

La demanda de información y el elevamiento de los grandes deportistas a la categoría de personalidades con repercusión planetaria hace que hayamos alcanzado un punto donde todo se les escruta hasta límites insospechados. No solo sus palabras, sino una mirada, un gesto, un movimiento de labios casi imperceptible. A partir de cada uno de esos actos, aparecen los Messiólogos, Ronaldólogos, Gasólogos o Nadálogos para explicárnoslos, a los que no sabemos verlo, que nada es casual, que todo tiene una explicación y ya no se dan puntadas sin hilo. Hay también, por supuesto, mucho Alonsólogo, que hoy han celebrado los 10 años del primer título de Fernando. Sí, son 10, no 20 o 30 como puede parecer. Simplemente con repasar y analizar estos 10 años, que como si fuese una mala película, empezaron con lo mejor para ir declinando poco a poco, hubiese habido suficiente material. Pero he aquí que en su obligada comparecencia ante los medios, Alonso suelta un “ojalá me pudierais ver otra vez campeón, en F1 o en otras categorías”. ¿Comooooorrrrrrr? ¿En otras categorías? ¿Qué categorías?. Y de repente, los ordenadores echan humo, las redacciones se convulsionan, los teléfonos de los Alonsólogos no dejan de sonar y la noticia ya no está en el pasado sino en el futuro. ¿Le Mans? ¿500 millas de Indianápolis? ¿Karts? Y me imagino su sonrisa interior cuando lo dice, y hasta me atrevería, siempre desde mi Alonsología amateur, que sabe y disfruta con el revuelo que provocará la frasecita.

Alonso, en el circuito de Suzuka.
Alonso, en el circuito de Suzuka.DIEGO AZUBEL (EFE)

26/09 Sábado de susto

Lo vi en Madrid, luchando por no quedarme dormido, pues las cuatro de la tarde de un sábado son una invitación a la siesta, pero incluso a más de 600 kilómetros de distancia, pude sentir el escalofrío. Messi abandonaba el Camp Nou nada más empezar el partido y la cara que llevaba no invitaba al optimismo. Era lo suficientemente sombría para que el seguidor azulgrana viese de repente el futuro como Dani Rovira a Euskadi en el gag de su llegada en autobús. Rayos, truenos, lluvia, oscuridad, Mordor.

Ahora que se conoce el alcance, si fuese culé no estaría tan preocupado. Es más, pienso que esta lesión que le va a tener fuera de juego dos meses, será vista en el mes de mayo como una buena noticia. Me explico. En sus obsesiones particulares, diferentes en cada caso pero con resultados similares, Messi y Cristiano no quieren descansar nunca. Es más, cada vez que son sustituidos o no puestos de inicio, se suele montar un lío. Como vivimos una época donde las estrellas mandan más que los entrenadores, la única forma que estos dos puedan tomarse un respiro es que se lesionen. Así de claro y rotundo. Y el mejor momento para hacerlo es durante el primer trimestre, de septiembre a noviembre, para que te dé tiempo a llegar bien a marzo, donde se empiezan a decidir los títulos. Nada es definitivo de aquí a ocho semanas, y la recompensa a este susto será un Messi primaveral más fresco que una lechuga. Vamos, que los culés puede ir mañana a votar tranquilamente.

Messi, tras lesionarse ante Las Palmas.
Messi, tras lesionarse ante Las Palmas.Manu Fernandez (AP)

27/09. Domingo de Intercontinental

El Madrid gana la Intercontinental de baloncesto. ¿Perdón? ¿La qué? La Intercontinental, a veces también llamado Mundial de Clubes y de la que no teníamos noticias desde hace treinta años. Una competición Guadiana que se creó en el 66, desapareció en el 87, y hace dos años se sacó del baúl de los recuerdos para que jugasen el campeón sudamericano y el ganador de la Euroliga. Y claro, este año, pues le ha tocado al Madrid. Como las cosas no están para un ida y vuelta, se juegan los dos partidos en el sitio donde despierta mayor interés. O sea, allí. El Madrid ha pensado que ya que vamos tan lejos…. pues la ganamos. Aguantando una dosis de leñazos algo mayor de la habitual pero mandando en el momento cumbre para completar la temporada perfecta con un quintuplete

No seré yo quien ignore o desprestigie esta competición. La razón es simple. Hasta hoy, el Madrid la había ganado cuatro veces. 1976, 77, 78 y 81. Pregunta: ¿quién estuvo en las cuatro ocasiones? Correcto. El que suscribe. De hecho el primer título, conseguido en el Luna Park de Buenos Aires, supuso mi primer viaje con el equipo. Tenía 17 años y como debutante del equipo, el capitán Clifford Luyk, me hizo pasar más de dos horas limpiando el trofeo durante el vuelo de vuelta a Madrid. Nunca una copa ha llegado en mejores condiciones, pues a Clifford, que era un poco cabroncete, nunca le parecía suficientemente reluciente. Al año siguiente lo ganamos en Madrid, y el tercero fue más difícil, con una canasta final de Luis Mari Prada que nos salvó. De la cuarta se ha recordado estos días un partido que hizo Fernando Martín, recién llegado al equipo, donde le clavó 50 puntos a un equipo australiano. Y paro ya, que estoy poniendo demasiado nostálgico.

Buena semana a todos

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