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Villar, una figura cuestionada

El presidente de la Federación española de Fútbol, bajo sospecha y expedientado por el Comité Ético de la FIFA, se ha visto entronizado cuando má se le cuestiona

Ladislao J. Moñino
El dirigente Ángel Maria Villar.
El dirigente Ángel Maria Villar.Armando Franca (AP)

Aupado por el mismo sistema que ha inhabilitado Michel Platini como consecuencia de la corrupción que tiene a toda la cúpula del fútbol mundial descabezada e investigada, Ángel María Villar Llona (Bilbao, 65 años) se ha convertido en el primer español al frente de la UEFA. Aunque solo asuma las funciones y no el cargo, ahora mismo Villar es el actual mandamás del fútbol europeo. Algunos de sus más allegados siempre dijeron que más que la presidencia de la FIFA, el sillón noble de la UEFA era su objetivo.

La FIFA le expedientó por no colaborar en la investigación sobre la elección de Rusia y Qatar

Ligado desde sus tiempos de jugador en el Athletic a los despachos, fue fundador del sindicato español de futbolistas (AFE), Villar se ha visto entronizado en un punto de su carrera directiva en el que más se cuestiona su figura dentro y fuera de España. El Comité de Ética de la FIFA le tiene abierto un expediente desde hace dos años por negarse a colaborar con el fiscal estadounidense Michael Garcia en su investigación sobre la presunta corrupción en la elección de Rusia y Qatar como sedes de los mundiales de 2018 y 2022. Alegó que siendo Estados Unidos una de las candidaturas la nacionalidad de Garcia le anulaba como juez imparcial. Su estrecha relación con el núcleo duro de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol), que está acusado de corrupción por el FBI y la fiscalía suiza, le señalaron desde que estalló el FIFA gate a finales del pasado mes de mayo.

También la presencia de su hijo Gorka Villar en la Conmebol, hasta llegar a su dirección general con su colaboración, subraya su figura como un personaje cuando menos sospechoso en toda la trama. Por ello, su nueva posición en le UEFA es tenida por algunos de sus detractores en UEFA como una bomba de relojería que descabece a la organización por dos veces consecutivas si la fiscalía suiza le imputa alguna irregularidad.

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Definido por un hombre leal con las instituciones, su discurso ante el Congreso de la FIFA tras haber perdido España y Portugal la organización del Mundial 2018 obtenida por Rusia dio fe de esa ciega servidumbre al sistema de la FIFA. A un día de que se celebrase la votación, la candidatura Ibérica, gracias a un pacto de traspaso de votos con Qatar, era la gran favorita. Tras la cuestionada derrota, entonó una filípica que ahora le pasa factura: “Pero a los que más quiero son a mis compañeros del Comité Ejecutivo. Hemos sido criticados estos días, y quiero decir que la FIFA es limpia, hace las cosas con honestidad, trabaja por el fútbol y por el mundo. Todos sois honestos y trabajadores. Ya está bien de que todo el mundo nos difame y calumnie. El proceso de candidatura es limpio, digan lo que digan”, exhortó Villar.

Aquella parrafada puso su figura en solfa nada más estallar el escándalo de corrupción en la FIFA que ahora también tiene a Joseph Blatter, presidente de la FIFA, suspendido por 90 días. Con el tiempo y tras los graves hechos desvelados esa desafortunada perorata se puede interpretar en términos de la ley de la omertá más clásica. Villar, que fue el gran perjudicado por esa votación que está bajo investigación de las autoridades suizas, marcó el camino del silencio y de aceptación incondicional del sistema a todo los miembros de FIFA.

Siempre ha actuado con el silencio como respuesta: “No voy a hablar porque no tengo nada que decir”

Precisamente es el silencio, el escudo con el que se ha defendido durante los 27 años que lleva al frente de la Federación Española. No se discute que bajo su mandato el fútbol español ha obtenido los mayores éxitos de su historia; dos campeonatos de Europa, un Mundial, un oro olímpico y multitud de títulos en las categorías inferiores avalan su gestión deportiva. Si está muy cuestionado el método empleado para perpetuarse en el cargo. Un sistema clientelar similar al diseñado por Joao Havelange y consolidado por Blatter en la FIFA le han servido para ganar una elección tras otra sin apenas oposición.

El reparto de dinero a las Federaciones Territoriales, administrado en la sombra por el vicepresidente Juan Padrón, ha sido su gran pilar electoral. Cuando esta metodología le ha llevado ante los tribunales o le ha acorralado, Villar siempre ha actuado con el silencio como respuesta. “No voy a hablar porque no tengo nada que decir”, es una de sus frases de cabecera. Tampoco se espera que ahora encabezando la UEFA haga grandes discursos o tenga una presencia mediática más allá de la necesaria. 

Corre el turno, no las sospechas

La renuncia de Ángel María Villar a sumir la presidencia en funciones de la UEFA ha aupado al cargo a Marios Lefkaritis (Chipre, 1946) vicepresidente segundo. Que corra el turno ha supuesto entregar el sillón presidencial a otro miembro de los miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA que figuraba en el informe del fiscal estadounidense Michael García en su investigación sobre la presunta corrupción en la elección de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022.

García indagó sobre la venta en 2011 de un terreno en Chipre propiedad de la familia de Lefkaritis a un fondo de inversión qatarí por 32 millones de euros. Miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA desde 1996, en el que ostenta el cargo de tesorero, también es director de finanzas, su pasión por el fútbol le llevó a la presidencia del Apollon de Limassol (1972 a 1977) y posteriormente a la directiva de la federación chipriota, que presidió de 1991 a 2001. Empresario de éxito en el sector naval y en el del petróleo a través de Petrolina, su presidencia también es una bomba de relojería como la hubiera sido la de Villar.

Cuando salió a la luz pública que estaba siendo investigado por García, se negó a responder públicamente y se ausentó de un congreso de la FIFA en la que Blatter le excusó alegando una lesión en un pie. Casado y padre de tres hijas, si admitió la operación, pero aseguró que nada tiene que ver con su votación a Qatar como sede y que está convenientemente registrada y declarada en Chipre. Es uno de los personajes que el fiscal suizo Michael Lauber está más interesado en interrogar.

La alternativa de Abete

A diferencia de Ángel María Villar y Mario Lefkaritis, que han decidido renunciar y que corra su turno, el vicepresidente tercero de la UEFA Giancarlo Abete (Italia, 1950), no está bajo sospecha en el caso de corrupción de la FIFA. Abete, licenciado en Económicas y Comercio y dedicado a los negocios de los medios de comunicación, ha sido parlamentario y presidente de la asociación de empresarios de Roma.

Antes de presidir el fútbol italiano, fue presidente de la Serie C. En 2007, avalado por su gestión como jefe de la expedición que terminaría conquistando la Copa del Mundo de 2006, ocupó la presidencia. Dimitió en 2014 tras aceptar la renuncia de Cesare Prandelli como seleccionador por el fracaso de Italia en el Mundial de Brasil. Es miembro del Comité Ejecutivo de UEFA desde 2009 y vicepresidente desde 2011. También es miembro del comité de finanzas y del de asistencia técnica y de desarrollo.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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