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MUNDIAL DE RUGBY

El rugby, mucho más que un montón de brutos

Estas son las reglas básicas para seguir la fase final del Mundial de Inglaterra

Un momento del partido Australia-Escocia.
Un momento del partido Australia-Escocia.Henry Browne (REUTERS)

El rugby es un deporte centenario, orgulloso de sus tradiciones pero que ha evolucionado mucho desde que en 1845 un tal Webb Ellis escribiera las primeras reglas del juego en el Rugby School, a 140 kilómetros al norte de Londres. Este cambio constante de normativas trae a muchos de cabeza, pero como te dicen cuando recibes la primera charla de tu entrenador siendo alevín “el rugby es avanzar”.

En este avance, lento y muchas veces costoso, como cada metro en el campo, el deporte organizó su primer Mundial en 1987, se profesionalizó en 1995 y en su octava edición ya está considerado como el tercer evento deportivo más seguido del mundo tras los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol. Aun así, queda mucho hasta alcanzar la línea de ensayo y para muchos sigue siendo una panda de hombres (o mujeres) de dimensiones descomunales golpeándose en el césped y por medio un pepino hinchado, que muchas veces no sabes dónde está. Pero en un campo de rugby hay más orden y normas escritas y no escritas, necesarias para que se cumpla la vieja descripción: “Un juego de bestias jugado por caballeros”.

Equipos

Hay varias modalidades de rugby, pero la que se ha hecho más famosa es la versión XV o Union, en el argot inglés. Se trata de dos equipos de 15 jugadores que tienen posiciones y números fijos y que en un principio respondían a un arquetipo físico, que empieza a quedar obsoleto.

Del 1 al 8 son los delanteros, también llamados “gordos” cuyas posiciones se definen según su lugar en la melé. El 9 es el mediomelé, encargado de enlazar a los delanteros con los tres cuartos. Estos son los tipos rápidos y van del 10 al 15.

El encargado de patear, un rol que cada vez más importante, varía de un equipo a otro, pero en la mayor parte de los conjuntos la responsabilidad suele recaer en el 10, aunque no son pocos los 9 o 15  que tienen un guante en la bota.

Objetivo del juego

El objetivo como en muchos deportes es marcar más puntos que el rival. Hay tres maneras de sumar.

-          Ensayo: plantando el balón controlado entre el cuerpo y el suelo detrás de la línea de marca rival, penúltima con respecto al fondo del campo. Esto son cinco puntos, a los que el pateador puede sumar dos si marca la conversión o transformación. Es decir que un jugador del equipo anotador tiene que intentar lanzar el balón entre los tres palos pero por encima del travesaño desde el punto que él elija en la perpendicular del punto en el que se ha plantado el balón.

 -          Golpe de Castigo: cuando el equipo contrario comete una falta grave, hay que sacarlo con el pie y se puede tirar a palos. Si el lanzador consigue lo mismo que la conversión, su equipo suma tres puntos.

 -          Drop: con el balón el juego cualquier jugador puede disparar con el pie a los palos y sumar tres puntos, la dificultad: el golpeo tiene que ser a bote pronto. Nada fácil sumar tres puntos de esta manera mientras tienes a 15 tipos enfrente que vienen corriendo hacia ti.

 El desarrollo del juego

 El rugby tiene dos etapas del juego, a grandes rasgos. Fases estáticas, en las que las  delanteras de los dos equipos pugnan por la posesión y el juego abierto, cuando el balón está en movimiento.

 Las fases estáticas son la melé o scrum y la touch o lanzamiento de lateral.

 La mele: las dos delanteras se apiñan en formación y se enlazan en las primeras líneas. El medio melé debe introducir el balón por el pasillo central y ambos paquetes de delanteros deben empujar para conquistar el balón sin usar las manos. Se producen sobre todo cuando se comete una falta leve, como un avant o pase adelantado.

 La touch: cuando el balón sale por el lateral ambas formaciones de gordos se ponen en dos filas perpendiculares al punto de salida y a cinco metros del final del campo separadas por un metro. El talonador lanza el balón por el pasillo central y cada equipo levanta a sus saltadores para intentar ganarlo en el aire.

 Una vez que finaliza la fase estática un equipo tiene la posesión e intenta avanzar hacia la línea de marca rival. Solo se puede pasar el balón con la mano a un compañero que esté por detrás de ti, aunque sí que se puede mandar el balón para adelante con el pie, pero esa patada solo la pueden recoger el que la da o los compañeros que estén detrás de él.

Para detener el avance contrario el rival puede placar, tirar al suelo, solo al portador del balón. Para ello debe usar los brazos y agarrar siempre debajo de los hombros. Cuando se produce un contacto entre el portador del balón y el contrario se suele producir un agrupamiento. Si el atacante va al suelo, debe inmediatamente soltar el balón e intentar alejarse de él, si no lo hace cometerá falta o golpe de castigo. El placador por su parte debe soltar al rival y también retirarse o será castigado de igual manera. Cuando llegan los equipos a ese punto de contacto se produce un ruck, en el que ambos equipos disputan el balón sin usar las manos.

 Si el atacante se mantiene en pie durante el contacto y sus compañeros llegan en apoyo se produce un maul, en el que todos juntos empujan hacia campo contrario.

 Árbitros y castigos

 Juzgar todas estas acciones no es fácil, hay mucha gente, el campo es muy grande, y se producen ángulos muertos constantemente. Por eso, una de las cosas que primero te enseñan en rugby es el respeto al rival y sobre todo al árbitro, al que se le trata de señor y que puede exigir que a él solo se dirija el capitán de cada equipo. En un partido de rugby profesional hay, un colegiado central, dos linieres y un juez de televisión.

Todos están intercomunicados y pueden hacer apreciaciones sobre el juego, pero la decisión final la toma el árbitro del campo. Este puede a su vez pedir asistencia a sus compañeros antes de tomar una decisión definitiva, sobre todo cuando puede ser trascendente para el juego, (Nigel Owens en el Nueva Zelanda-Francia del sábado antes de expulsar al francés Picamoles) como puede ser una tarjeta amarilla, que acarrea una expulsión temporal de un jugador durante 10 minutos, incluso una roja, que significaría que uno de los equipos pierde a un jugador para todo el partido.

 En rugby se entiende que el árbitro se puede equivocar, incluso con la asistencia de más de 30 cámaras en un campo, y pocos son los que se escudan en las decisiones arbitrales para justificar una derrota, eso significaría menospreciar el trabajo del contrario. Aun así el colegiado también debe tratar con respeto a los jugadores y explicarles porqué toma una decisión u otra.

 Por eso, ha sido tan criticado el sudafricano Craig Joubert, que tras un arbitraje polémico en el último partido de cuartos de final entre Australia y Escocia, se fue corriendo al vestuario faltando al respeto a los dos equipos y  a la afición.

 En rugby te puedes equivocar, lo hacen todos, pero no se puede hacer un feo a nadie. Si este deporte pierde eso, perderá su esencia y su magia.

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