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La difícil gestión del éxito

Tras romper la barrera del ‘top-10’ antes que Muguruza, alcanzar el número ocho y las finales de Miami y Roma, la canaria Carla Suárez acusa el vértigo del máximo nivel

Alejandro Ciriza
Muguruza y Carla, durante un partido en Singapur.
Muguruza y Carla, durante un partido en Singapur.Julian Finney (Getty)

Carla Suárez, estos días, está pero no está en Singapur. “La verdad es que ya tengo ganas de se termine este año y volver a empezar de nuevo”, admite la canaria en el backstage del Singapore Indoor Arena, con los dedos de los pies al aire y sus cholas isleñas, que nunca faltan en su petate sea cual sea su destino en el mundo, lo mismo Moscú que la ciudad asiática que alberga estos días la Copa de Maestras. “Aquí me vienen perfectas”, reconoce la española, que participa junto a su amiga Garbiñe en la competición de dobles, modalidad en la que ya han conseguido dos títulos este año, Tokio y Birmingham, tres en total. “Nos compenetramos muy bien, dentro y fuera de la pista, así que me alegro mucho de todo lo que le está pasando”, remarca.

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Frente a la trayectoria ascendente de Muguruza, el curso de Carla ha transcurrido en el orden inverso. Comenzó fuerte, como un tiro, accediendo a la final de Mami –de categoría WTA Premier Mandatory, equivalente a un Masters 1.000 femenino– y poco después a la de Roma –WTA Premier 5, como un 500–. Sin embargo, desde que cediera en esos dos pulsos frente a las dos oligarcas, Serena Williams y Maria Sharapova, la canaria fue poco a poco desapareciendo del mapa. “El principio fue muy bueno para mí, con grandes mejoras, pero la segunda parte de la temporada me ha traicionado, es una pena”, apunta ella, que pese a que ahora figure en el 14º peldaño fue la primera en romper la barrera del top-10, llegando a instalarse en el octavo puesto.

Desde 2001, cuando Arantxa Sánchez-Vicario y Conchita Martínez ocupaban la zona noble, una española no traspasaba esa meta. Sin embargo, desde el éxito en esos dos torneos, no ha habido pistas positivas de ella. Se despidió en la tercera ronda de París, en la primera de Wimbledon y a las primeras de cambio en Nueva York, y en el resto de citas que ha disputado –Birmingham, Eastbourne, Stanford, Toronto, Cincinnati, Tokio, Wuhan y Pekín–, los resultados han sido igualmente muy discretos. “Si soy sincera, tengo ganas de cerrar el año y de que empiece 2016”, admite Carla, considerada una de las jugadoras más dotadas del circuito en términos técnicos, impecable en las formas, pero al mismo tiempo condicionada por una fisionomía (mide 1,62 y pesa 62 kilos) alejada del molde que prima ahora en el tenis femenino.

Estoy al nivel de las 10 o 15 mejores, quiero seguir demostrándolo. Sé que  puedo lograrlo"

“Tengo ganas de terminar ya para poder quitarme la espina de no haber podido jugar aquí en individuales. Creo que estoy al nivel de las 10 o 15 mejores, así que tengo muchas ganas de seguir demostrándolo. Sé que lo puedo lograr, y qué mejor que el año que viene, cuanto antes”, prosigue. Porque, efectivamente, estos días disfruta del dobles en Singapur, pero es un premio que le sabe a poco, muy poco. Tuvo en su mano, a solo tres días del torneo de las maestras, un billete para batirse con las mejores de 2015 en solitario, pero cayó en las semifinales de Moscú frente a Daria Kasatkina, 104ª del mundo. Se quedó, por tanto, a solo dos triunfos del gran reconocimiento. “Es amargo, porque llevaba durante todo el año con opciones... De todos modos, esta es la temporada de la que más he podido aprender, porque puedo sacar muchas cosas positivas”, precisa, en una lectura positiva.

Carla, durante una conferencia en Singapur.
Carla, durante una conferencia en Singapur.Julian Finney (Getty)

“Llevo un tiempo intentando encontrar esa regularidad que logré a principio de año; es cierto que la regularidad es algo que siempre me ha faltado y ese partido sintetiza el segundo tramo del año; no la he integrado al cien por cien”, agrega la canaria, de 27 años, tutelada en Barcelona por el técnico Xavi Budó, que esta semana asiática no está con ella; “lo que más he podido aprender es que en el momento en el que dejas de hacer las cosas bien o de trabajar bien, a los niveles que estamos, lo pagas. Las demás chicas tienen una gran capacidad para jugar al tenis y evolucionar; no es solo el hecho de llegar arriba, que es un paso enorme, sino el hecho de poder mantenerte ahí. La mentalidad y la madurez tienen mucho que ver, son básicas”.

Me alegro muchísimo por Garbiñe. Todo lo que le ocurra ella es positivo para el tenis femenino"

Su descompresión contrasta con la ascensión de Muguruza, que estos días es la que acapara las miradas. Pero Carla, magnífica tenista, un pedazo de pan, no puede más que alegrarse por su socia. “Es muy positivo. Cuantas más jugadoras españoles estemos arriba, mejor que mejor. Ella ha sabido competir en los torneos importantes y sobreponerse a un momento difícil este año, así que me alegro muchísimo”, asegura. “Todo lo que le ocurra ella es positivo para mí y para el tenis femenino. Al final, el hecho de poder hablar a diario con ella y poder compartir sensaciones con ella es importante para mí”, remata antes de preguntar por su "Unión Deportiva [Las Palmas]" e irse a la habitación de su hotel con los mismos andares despistados de siempre.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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