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La huella imborrable del dopaje

Investigadores oncológicos de La Paz, financiados por el COI, desarrollan un nuevo método para detectar el rastro de sustancias prohibidas en el sistema inmune

Cristóbal Belda, a la izquierda, y Eduardo López-Collazo, en el laboratorio de La Paz, en Madrid. Foto: LUIS SEVILLANO. Vïdeo: Á. de la Rúa y A. Nieto

Hace un par de años, mientras tomaban un café en la barra de un bar, dos científicos y un jurista discutían con sentido crítico sobre cómo funcionaba la lucha contra el dopaje y se preguntaban cómo mejorar los sistemas de detección y control.

Uno de los científicos, el oncólogo Cristóbal Belda, explicaba cómo el pasaporte biológico, el arma aparentemente más sofisticada para detectar el dopaje sanguíneo, era en realidad como una red de pescador con la malla tan ancha que solo atrapaba a los deportistas más desmesurados, que eran unos cuantos, pues está tan extendido el dopaje que aunque la herramienta no sea buena siempre caerá alguno en la red. “De hecho, cuando critico el pasaporte en mis informes lo hago como un científico revisando las investigaciones de otros colegas antes de aprobar su inclusión en una revista”, añadía Belda, autor del estudio que en su defensa ante la Federación Española de Atletismo y ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) ha presentado Marta Domínguez, cuyo pasaporte ha sido considerado sospechoso, y también del que logró que la Unión Ciclista Internacional (UCI) exculpara al ciclista Roman Kreuziger. “Y baso mis informes de defensa simplemente en los fallos que encuentro en el método. Por eso creo que hay que mejorarlo, hacer más estrechas las mallas para que solo los pescados mínimos puedan escapar”.

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El otro investigador, Eduardo López-Collazo, físico nuclear por la Universidad de La Habana, doctor en Farmacia por la Complutense de Madrid y director científico del idiPaz (instituto de investigación del Hospital La Paz, de Madrid), cogió una servilleta de papel del bar y empezó a dibujar un esquema: el sistema inmune del organismo, la huella que dejan en él las reacciones ante ataques externos, como virus, o internos, como tumores, y cómo se puede identificar esa huella. “Podemos utilizar todo lo que sabemos de la respuesta del sistema inmune frente al cáncer para buscar marcadores de dopaje”, les dijo a los contertulios mientras trazaba cuadrados y flechas en la servilleta. “En nuestro sistema inmune, en los archivos en los que ha guardado cómo reaccionar frente a amenazas ya sufridas anteriormente, tiene que haber una memoria del dopaje como la hay de un tumor o una infección pasados”.

Terminada la explicación, el jurista, Alberto Palomar, juez y experto en Derecho Deportivo, cogió la servilleta y les dijo: “Esto se lo tengo que enseñar a Alejandro Blanco, el presidente del Comité Olímpico Español”.

Semanas después, la servilleta, ya convertida en un PowerPoint espectacular, viajó a Lausana, donde varios expertos del Comité Olímpico Internacional (COI) valoraron lo que se les ofrecía, un juicio positivo que meses después se convertía en 400.000 dólares (unos 380.000 euros) para financiar un proyecto de investigación partiendo de la teoría que se les había expuesto. “Eso es más dinero que el que recibimos para cualquier proyecto de investigación oncológica o sobre el sistema inmune que llevamos a cabo en el idiPaz”, dicen López-Collazo y Belda, que dirigen en el proyecto antidopaje a un equipo de 15 personas, algunas contratadas ex profeso gracias a los dólares olímpicos.

Podemos utilizar todo lo que sabemos de la respuesta del sistema inmune frente al cáncer para buscar marcadores de dopaje E. López-Collazo

“Pero lo de la servilleta no fue una intuición súbita, eso no existe en ciencia. Yo no creo en el cuento de la manzana de Newton. La intuición llega, en todo caso, después de haber pensado mucho. Un proyecto científico es largo: se parte de una hipótesis que se convierte en teoría. Luego se hace la prueba de concepto que demuestre que la idea es válida. Y esa fase ya la hemos pasado: la teoría es válida... Ahora hay que ampliar las muestras para demostrar que el primer éxito no fue de chiripa y para validar qué concentraciones dejan huella en la memoria inmune. Y el último paso será, con la ayuda de la nanotecnología, convertirlo todo en un kit como el que usan los diabéticos para medir el azúcar que se pueda usar a pie de pista y que con una gota de sangre del deportista pueda determinar instantáneamente y sin dudas que no está dopado. En España llegarán a trabajar en ello hasta 80 personas y luego habrá que seguir con la colaboración de laboratorios extranjeros”.

Manipulaciones genéticas

Lo que se quiere lograr es que en un aparatito mínimo se puedan efectuar sobre la sangre una serie de procesos que ahora requieren maquinaria compleja y varias personas, la misma técnica que se suele aplicar en un screening para buscar células tumorales: la separación mediante centrifugado de las células blancas de las rojas en la sangre, pues la memoria inmune se halla en las blancas; la citometría de flujo para poder examinar célula por célula y ver cuál presenta marcadores superficiales o proteínas extrañas, y, finalmente, el proceso informático para tratar los millones de datos que generan los anteriores pasos.

El último paso será convertirlo todo en un kit como el que usan los diabéticos para medir el azúcar que se pueda utilizar a pie de pista

“Si el pasaporte biológico se basa en media docena de parámetros nosotros debemos medir millones. He ahí la diferencia”, dice Belda. “Otro de los grandes problemas de la detección tradicional es que ahora se busca en el organismo la presencia de la molécula de una sustancia prohibida, lo que, dada la tendencia a las microdosis y la escasa ventana de detección de algunas sustancias, que solo se encuentran horas en el organismo, es muy complicado. Nosotros, en cambio, buscamos una huella prácticamente eterna. No buscamos la sustancia sino el rastro que ha dejado. Un rastro imborrable en el sistema inmune hasta de cantidades mínimas, inferiores a nanogramos. Y hablamos de todo tipo de sustancias, EPO, anabolizantes, y manipulaciones, transfusiones y hasta de dopaje genético”.

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