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“Va a ser un partido más, no podemos ir al fútbol con miedo”

Antonio Nieto se ha desplazado hasta el Bernabéu para pulsar el ánimo de los espectadores

Antonio Nieto, en los aledaños del Bernabéu. Vídeo: A. NIETO

Impresiona ver el Santiago Bernabéu rodeado de tantos policías. 1.100 hay para el Real Madrid-Barcelona. Se mueven en bloque de 15-20 y a caballo. A esos hay que añadir los 1.400 vigilantes privados contratados por el Real Madrid. Es el mayor despliegue de seguridad en la historia del fútbol, ocho días después de los atentados de París que dejaron 130 víctimas.

En toda la tarde no se dejó de escuchar el ruido del helicóptero sobrevolando el estadio y las calles cercanas. En Concha Espina había el despliegue policial de siempre. En la Calle Padre Damián (por la que se accede al palco y al parking de los jugadores) se podía ver una columna interminable de policías. La Calle Rafael Salgado estaba repleta de furgonetas. En esa zona suele haber (pero no tantas) sólo en los partidos de Champions ya que por allí accede la afición rival. Más había en el Paseo de la Castellana, posicionadas en doble fila y escoltada por policías con escudos y fusiles.

El tráfico se cortó a las 15.30. A partir de ese momento, todo aquel que quisiera superar los perímetros de seguridad y acceder al estadio, tenía que enseñar su entrada. Los cacheos fueron exhaustivos: bolsos y ropa. En la boca de metro Santiago Bernabéu había una decena de policías vigilando las salidas de viajeros y aficionados.

"A nosotros no nos han controlado y llevamos ya unas horas aquí", decía una señora en un puesto de bufandas y camisetas de la Calle Rafael Salgado. "Está siendo un día normal de partido, yo no he notado nada nuevo. ¿Controles por qué?", aseguraba otra señora en un puesto de chuches en la calle Concha Espina. A su lado, la señora del puesto de castañas afirmaba lo mismo: "Yo estoy aquí todos los días y no ha habido nada raro".

Los periodistas que acudieron por la mañana a recoger sus acreditaciones, sí fueron cacheados. Bolsos y ropa. También los que entraron en la zonas de acceso restringidos un par de horas antes del comienzo del partido. En un recorrido de 80 metros, se les pidió en varias ocasiones el carnet de prensa y la acreditación. En las azoteas del estadio había francotiradores. Abajo, mientras, había largas colas para entrar y más cacheos. A algunos aficionados le fueron requisadas las banderas. "No se puede acceder con ellas", les dijeron los policías.

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