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Rudi García quiere ser patrón

El técnico del Roma debe mantener al equipo en combustión tras noviembre para permanecer en Europa y conquistar Italia

Jordi Quixano
Rudi García, este lunes en el Camp Nou.
Rudi García, este lunes en el Camp Nou.ALBERT GEA (REUTERS)

El Roma es un equipo segundón porque así lo dice la historia puesto que, a pesar de contar con tres laureles —el último fue en 2001—, ha quedado en 13 ocasiones subcampeón de la Serie A. Una suerte a la que se resiste James Palotta, el presidente que hace cuatro años compró la entidad para entregarle el equipo tanto al director deportivo Walter Sabatini como al técnico Rudi García, que no siempre están de acuerdo en el modelo de gestión. Resulta que desde el área deportiva se gasta en jóvenes —como Iturbe o el turco Salih Uçan, que ha disputado 39 minutos esta temporada— y García prefiere futbolistas contrastados por la exigencia de vencer un torneo que no da tregua. “Yo no habría fichado a Gervinho para otro entrenador”, señaló Sabatini. Pero tanto Gervinho como Salah, extremos que no estarán en el Camp Nou por lesión, definen el estilo de un equipo y un técnico que se enfrentan a su noviembre fatídico, a la hora de la verdad.

“No hay un equipo invencible”

Acude el Roma con necesidades en Europa y por eso el discurso de Rudi García fue un ejercicio de agitación. “Al Barcelona, uno de los equipos más grandes del mundo, le vale con un empate para ser primero, pero para nosotros perder o empatar no cambia nada. Para tener el destino en nuestro manos debemos vencer”, expuso. “No hay un equipo invencible. Es lo bonito del fútbol, que cuando un resultado parece claro, a veces no se da. Hay que creer en uno mismo, tener un poco de fortuna y acercarse a la perfección”. Lo mismo opinó Pjanic: “Encontraremos el modo de darles fastidio. Se puede hacer”. Y cerró García: “No estamos vencidos de antemano”.

En las dos primeras temporadas de García, el equipo entró en combustión nada más empezar, hasta el punto de que en las 13 primeras jornadas de ambos cursos contabilizó 20 triunfos por cuatro empates y dos derrotas con un saldo de 64 goles a favor por 22 en contra. Pero en noviembre se dieron de bruces con la realidad. “En el primer año fue una mala racha; y en el segundo los rivales ya sabían cómo jugaba y las defensas rivales se adecuaron”, explica el exdelantero argentino Abel Balbo, que disputó tres Mundiales (90, 94 y 98) y jugó en la Roma ocho años. “Demasiados altibajos por las lesiones; cuando hay tres titulares que se caen, el equipo empeora el rendimiento”, apunta Zibi Boniek, que también participó en tres Copas del Mundo (78, 82 y 86) con Polonia y fue giallorosso tres cursos. “El equipo perdió la intensidad en momentos puntuales ante rivales menos fuertes”, añade Giacomo Losi, figura romana tras 15 temporadas (1954-1969) en el club.

Las causas del bajón también pudieron llegar por las arrugas de varios de sus mejores futbolistas, como Totti —lesionado desde el inicio de este curso—, De Rossi, Cole y Maicon, que ya no son titulares. “La vejez quiere decir experiencia pero también menos pulmones”, señala Boniek. “Más que los años, lo que importa es la forma. Y Maicon, por ejemplo, hace tiempo que no está bien”, abunda Balbo. Ocurre, además, que tampoco se trabajó demasiado el aspecto físico. “La preparación no era suficiente. Tras una hora el equipo perdía la energía”, dijo el presidente el año anterior, el día después de echar a Paolo Rongoni, mano derecha de García.

Dificultades en Europa

Por ahora, Rudi ha mantenido la tradición de iniciar el ejercicio con buena nota. Es cuarto en la Serie A a tres puntos del líder, por más que ya se empine noviembre con la derrota ante el Inter y el empate con el Bolonia. Y en Europa peligran, toda vez que, de caer en el Camp Nou, dependerían del Leverkusen, que en la última jornada se batiría con un Barça ya clasificado. Un dolor de cabeza que se suma a las lesiones de Gervinho y Salah, capitales en un equipo que se despliega a la contra. “Rudi aprovecha la velocidad de sus extremos, que podrían competir en los 100 metros de los Juegos Olímpicos”, señala Balbo. “En las alas son muy productivos”, remarca Losi. “Aunque contra equipos menores, Dzeko permite jugar más arriba”, apostilla Boniek. Rudi lo tiene claro: “Hay que defender, pero también aprovechar los huecos que nos ofrezcan. Si sólo defendemos, perderemos”.

Rudi aprovecha la velocidad de sus extremos, que podrían competir en los 100 metros de los Juegos Olímpicos”

Abel Balbo, exjugador del Roma

Sobrados de músculo, pues Nainggolan —que lesionó a Rafinha— y Keita destruyen en el eje, el pase corre por cuenta de Pjanic, un talento en el golpeo. “Pone la calidad y la diferencia”, explica Losi. “Es un cerebro que en un día bueno puede descolocar a cualquiera”, interviene Balbo. “Pero hay más futbolistas con toque en el equipo”, rebate Boniek. Aunque no hay defensas demasiado fiables, toda vez que los laterales son agujeros y los centrales hacen mutis por el foro a la que destacan. Como Marquinhos, que se marchó al PSG, Benatia, que fichó por el Bayern, y este año a Romagnoli, que aterrizó en el Milan.

La exigencia para el técnico, que tiene contrato hasta 2018, es absoluta. “Tenemos excelentes jugadores y Rudi debe saber jugar con ellos”, advierte Palotta. “Tiene que ganar porque la Juve no está en la pelea. Es el año de la verdad”, expone Balbo. “Es un año sin patrón en la Serie A”, cuenta Boniek. Y eso es lo que quiere García, ser patrón. “Esperemos que no se repita el defecto de llegar hasta el final sin rematar”, señala Losi. Aunque como dice el lema del club: “La Roma non si discute, si ama”.

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