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EL CÓRNER INGLÉS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Barcelona y Madrid: ejemplo de concordia

Dani Alves dio su apoyo a Florentino Pérez y Rafa Benítez, apuntándose con digna rabia a la teoría blanca de la conspiración

Alves saluda a los medios en el entrenamiento del viernes.
Alves saluda a los medios en el entrenamiento del viernes.Alejandro García (EFE)

“En vez de odio y venganza elegimos la reconciliación”. Nelson Mandela

En estos tiempos tan revueltos en España, con los políticos incapaces de poner a un lado sus intereses partidistas para el bien de la nación, el fútbol nos ofrece una vez más un ejemplo de solidaridad. Tender puentes requiere una valentía poco usual; hacerlo entre aquellos dos antiguos enemigos, el Barcelona y el Real Madrid, exige un compromiso moral supremo.

Un brindis para Dani Alves. El lateral brasileño del Barcelona dio su apoyo esta semana al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, y a su exentrenador Rafa Benítez, apuntándose con digna rabia a la teoría blanca de la conspiración. Pérez y Benítez habían dicho que había una campaña mediática contra su club. Alves fue más lejos. Proclamó el viernes en Instagram —junto a Twitter y Facebook la voz de los que no tenían voz— que la campaña se extiende a la totalidad del fútbol profesional.

“Hoy somos objetos utilizados por la prensa para que ellos se beneficien, para que ellos vendan periódicos”, escribió Alves. “Qué puta basura que son”.

El brasileño dio en el clavo: los periódicos, que viven de la venta de los periódicos, hacen lo que pueden para vender periódicos. Bueno, quizá ésta no sea la aportación más útil o novedosa que Alves haya ofrecido a la humanidad; quizá la fuerza de su homilía resida más en la generosidad del gesto que en los argumentos.

Porque lo que no parece entender Alves es que al acusar a la prensa de ser una “puta basura” está acusando de lo mismo a los consumidores de las noticias, o sea al gran público futbolero gracias al cual el brasileño y sus amigos en el Barcelona o sus rivales en el Real Madrid ganan por hora trabajada lo que la media de sus fans mundiales gana en un año.

Se supone que lo que provocó la indignación de Alves fue el rifirrafe desatado por la noticia de lo que su compañero en el Barça, Luis Suárez, le había dicho a los jugadores del Espanyol en el túnel del estadio tras un partido de copa el miércoles. Según el árbitro, el delantero uruguayo les escupió: “Aquí os estoy esperando, venid acá; sos un desecho”.

Aparte de que un uruguayo furioso jamás usaría tal lenguaje (“os” o “venid”), lo que nos sugiere que el árbitro no hubiera prosperado como periodista, el punto es el siguiente: no haber contado lo del supuesto incidente en el túnel hubiera representado una abismal instancia de autocensura de parte de los medios ya que fue una noticia de manifiesto interés público. La prueba es que generó un gran alboroto en los medios sociales y, no lo dudemos, en los bares y los salones en los cuales los futboleros se reúnen para debatir las grandes cuestiones del día.

Disculpas por la repetición, pero si no nos fascinaran tanto los pormenores de lo que ocurre dentro y fuera de los campos de fútbol, y si no nos alimentaran de ello los medios, los Dani Alves de este mundo ganarían no 10.000 euros por hora sino mil veces menos.

Pero no nos quedemos en el detalle. No seamos mezquinos. No vayamos a pensar, por ejemplo, que Alves, de repente amenazado en la titularidad por el lateral Aleix Vidal, lanzó esa diatriba en Instagram como mensaje al Real Madrid para que lo fichara. Para nada. La grandeza de la postura reconciliadora de Alves con el Madrid la debemos aplaudir todos, no solo los que ocupan la planta noble del Bernabéu. Si hubiera más gente como el brasileño viviríamos en un mundo mejor. Pena, por esa misma razón, que el Barcelona se distanciara tan rápidamente de sus declaraciones, emitiendo un comunicado diciendo que el club “no admite ni comparte” sus “expresiones ofensivas”. Un error; una oportunidad perdida de parte de la máxima institución catalana para demostrar que ocupa un espacio moral muy por encima de las instituciones políticas de su tierra.

Pena también, ya que estamos, que otra venerable institución, la Asociación Española de la Prensa Deportiva, emitiera otro comunicado en el que, según el diario AS, “rechaza, condena y exige una rectificación pública” de Alves “mientras estudia acciones legales”, pues “tales afirmaciones son objeto de querella criminal”. Una lamentable falta de sentido del humor, compañeros, y otra indicación de lo que muchas veces hemos mantenido en esta columna, que el deporte nacional de España no es el fútbol, mucho menos la política, sino la indignación.

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