Murray despacha a Ferrer

Cayó David Ferrer y, por tanto, se fue el último representante español que quedaba en el Abierto de Australia. El alicantino no pudo con Andy Murray, que selló su presencia en las semifinales al vencer por 6-3, 6-7, 6-2 y 6-3 (después de tres horas y 20 minutos). Ahora, el de Dunblane, número dos del mundo y que ya ha disputado cuatro veces la final de Melbourne (2010, 2011, 2013 y 2015), se medirá al canadiense Milos Raonic –entrenado por Carlos Moyà–: 6-3, 3-6, 6-3 y 6-4 al francés Gael Monfils.

Los intercambios fueron largos y hermosos, muy equilibrados, pero el mazo del británico decidió el rumbo

El pulso fue tremendo, de altísimo nivel, entre otras cosas porque se enfrentaron dos tenistas soberbios, que a pesar de tener matices muy diferenciados de juego están unidos por un nexo en común: son dos guerreros; y, como guerreros que son, no dieron por perdida ni una sola pelota. Ni una. Los intercambios fueron largos y hermosos, muy equilibrados, pero el mazo de Muray decidió el rumbo definitivo de una cita que comenzó a cielo abierto y concluyó con el techo retráctil de la Rod Laver cerrado por la irrupción de la lluvia.

El británico sigue demostrando día a día por qué cerró 2015 como número dos, por primera vez en su carrera. El trecho hasta Djokovic sigue siendo demasiado amplio y quizá tenga un registro menos dañino para vencer a Nole que el de Federer, pero desde hace un año goza de un estado de forma dulce, muy dulce. Con dos grandes en su bolsillo (US Open 2012 y Wimbledon 2013), probablemente esté alcanzando su punto álgido, la madurez que requiere todo gran deportista.

A sus 28 años, de principios firmes y a punto de estrenar paternidad con Kim Sears, su chica de toda la vida –aseguró que si su mujer se ponía de parto abandonaría el torneo–, Murray resistió al ejercicio de supervivencia que le planteó Ferrer. El español (34 años el próximo 2 de abril) aspiraba a sus terceras semifinales en Australia, las primeras desde 2013; por eso jugó bien, con lucidez y frescura, la suficiente al menos para hacer frente a una locomotora de la talla de Murray.

El británico, en un punto dulce, está alcanzando su punto álgido, la madurez que requiere todo gran deportista

El tramo inicial del partido se desarrolló a tirones, pero poco a poco fue adquiriendo velocidad de crucero. Murray se llevó el primer parcial y parecía ceder el segundo, pero igualó el 3-0 adverso (4-1 después) para jugársela en el tie-break, del que salió airoso Ferrer. En las dos mangas siguientes, sin embargo, el escocés fue ganando progresivamente terreno con reveses anguladísimos y un traqueteo de derechas que fue descomponiendo el muro de Ferrer.

Habiendo cometido ambos un número reseñable de errores (64 por parte de Murray y 54 el de Xàbia), terminaron decidiendo cuatro apartados: las descargas eléctricas de Andy (49 ganadores, por 23), los puntos directos de servicio (11-0), el acierto en la red (31 de 38 para Murray) y la conversión de las opciones de break (Ferrer solo remachó dos bolas de nueve, un 22%). El alicantino, después de recorrer 4,2 kilómetros, se inclinó y abrió paso al escocés. Se marchó Ferrer, pero con la cabeza bien alta. Y vuelve a la mente una pregunta: ¿Cuántos trofeos coleccionaría Andy Murray si no hubiese sido contemporáneo de un tal Nadal, un tal Djokovic o un tal Federer?

Resultados. Cuadro masculino: Andy Murray, 6-3, 6-7, 6-2 y 6-3 a David Ferrer. Cuadro femenino: Angelique Kerber, 6-3 y 7-5 a Victoria Azarenka; Johanna Konta, 6-4 y 6-1 a Shuai Zhang.