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“Nos gusta el dolor, somos un poco masocas”

Con una diferencia de 11 años, Arpad Sterbik y Gonzalo Pérez de Vargas, cerrojos de España en la final del Europeo contra Alemania (17.30, La 1), charlan sobre el oficio del portero y la vida bajo los tres palos

Alejandro Ciriza
Sterbik y Gonzalo posan en la sede del CSD, en Madrid.
Sterbik y Gonzalo posan en la sede del CSD, en Madrid.Carlos Rosillo

Entre Arpad Sterbik (Senta, Serbia; 36 años) y Gonzalo Pérez de Vargas (Toledo, 25 años) hay más de una década de diferencia. Sin embargo, tienen un nexo en común: el ingrato oficio de frenar el balón. En este campeonato, ambos han sido trascendentales para el equipo; el uno desde la veteranía y la calidad, y el otro desde la frescura y un sexto sentido para aparecer en el momento más indicado. Antes de la final de hoy contra Alemania (17.30, La 1), ambos conversan sobre su misión, sobre la vida bajo los tres palos.

EL PAÍS. ¿Qué grado de tensión hay antes de la final?

Gonzalo Pérez de Vargas. Tenemos un buen pálpito. Si jugamos bien nuestras cartas, con nuestro potencial, deberíamos estar en Río. Dependemos de nosotros mismos. Hemos sufrido mucho y ahora tenemos una oportunidad histórica para nuestro balonmano.

Arpad Sterbik. Hay que aprovechar la ocasión, porque nunca sabrás cuándo habrá otra como esta. Y cuidado, porque yo ya dije que esta Alemania me gustaba mucho.

EP. En vuestro caso, ¿por qué elegisteis ser porteros? ¿No es mejor marcar que evitar el gol... y muchos balonazos?

G. P. V. En ese momento no piensas en los pelotazos que te vas a llevar o en que nadie quiera ponerse en la portería. En mi caso, con cinco o seis años preguntaron quién quería ser el portero y como no levantaba la mano nadie lo hice yo.

A. S. En mi caso era porque no me gustaba correr [risas]. Pensé: me pongo ahí debajo y ya está. Que los demás hagan el resto...

G. P. V. Hay casos, hay casos [risas]. De pequeño, mi padre me decía que había elegido ser portero porque era un vago y no quería esforzarme, pero no es así. Requiere de otro tipo de sacrificios que no los tienen el resto de los jugadores de campo. Es un trabajo diferente. Tenemos una preparación distinta y desde que empezamos llevamos una vida al margen del grupo, pero estamos acostumbrados.

A. S. En nuestro trabajo se notan más los fallos. Si nosotros tenemos un error claro salta enseguida a la vista, mientras que si un atacante no acierta en un tiro no llama tanto la atención.

G. P. V. Estamos muy expuestos porque tenemos que intervenir constantemente y si nos meten tres o cuatro goles seguidos canta mucho. Ser portero en el balonmano tiene un doble sentido, porque si no paras te señalan, pero si lo haces bien te llevas muchos méritos.

Pérez de Vargas detiene un tio del sueco Nilsson.
Pérez de Vargas detiene un tio del sueco Nilsson.Maciej Kulczynski (EFE)

EP. ¿Qué pensáis cuando se acerca el balón a semejante velocidad? Debéis de tener un buen seguro...

G. P. V. ¡Que queremos que nos dé! Que no nos dé en la cabeza, pero sí en alguna otra parte del cuerpo y que el balón no entre.

A. S. Eso es. Nosotros somos así, nos gusta el dolor, somos un poco masocas. Hay jugadores que hacen lanzamientos muy duros, pero algunos de estos no lo hacen de forma controlada. Quizá sea mejor para ellos tirar un poco más despacio y encontrar el hueco mejor...

G. P. V. Yo creo que los jugadores así son los más peligrosos, porque ni ellos mismos saben que van a hacer. No sabes si te van a salir por un lado u otro y te crean mucha incertidumbre.

EP. Y cuando tenéis una de esas series buenas, en las que parecéis imbatibles y os crecéis tanto. ¿Cómo es el subidón?

A. S. De estas hay pocas... Pero sí, cuando ocurren nos levantan y nos dan muchísima fuerza, a nosotros y al resto del equipo.

G. P. V. Si tenemos una buena serie transmitimos confianza a los demás, la sensación de que hay alguien ahí atrás que puede salvarte los muebles y te hace sentirte protegido.

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EP. Arpad, ¿con qué cualidad te quedas de Gonzalo?

A. S. Lo más impresionante de él es que con 21 o 22 años ya estaba prácticamente hecho. Eso no es lo normal, porque los porteros mejoramos con el paso de los años, pero él es muy completo ya, muy inteligente. Es como una espuma porque lo absorbe todo. Es más bajito que yo [le guiña un ojo] y tiene otro estilo, pero ha cogido de cada portero unas cositas y poco a poco ha creado su propio estilo. Ahora, lo normal es que los entrenadores escojan porteros grandes y altos, pero en realidad son más lentos. Gonzalo no es bajo...

G. P. V. Mediano, mediano. Vamos a dejarlo en un portero mediano...

A. S. No es un armario, pero tiene todas las virtudes que debe tener un buen portero.

G. P. V. Lo he dicho muchas veces, pero Arpad está entre los tres mejores del mundo. Es determinante. Salvando los problemas físicos que haya podido tener, siempre ha estado luchando por todos los títulos y siendo casi siempre decisivo: Lo ha ganado todo con el Ciudad Real, es campeón del mundo con la selección y a nadie se le escapa que es uno de los mejores de la historia.

A. S. No es para tanto, Gonzalo, no es para tanto...

G. P. V. Para mí es un placer compartir la portería con él y poder aprender a su lado. Este va a ser el primer campeonato en el que estemos juntos.

EP. Oye, y de lesiones, ni hablamos, ¿no? ¿Cuánto han sufrido vuestras manos?

A. S. ¿En las manos? Yo ninguna. Tengo todos los dedos vivos. La verdad es que no sé cómo no me ha pasado nada, porque mira que recibo...

G. P. V. Yo tuve hace 10 años una fisurilla, pero nada más.

EP. Pues Jota Hombrados tiene uno de los dedos a la virulé...

G. P. V. Es que Jota tiene una mano garra que no es normal... [risas]. Al final, nuestras manos están acostumbradas y tenemos más problemas musculares que otra cosa...

Sterbik detiene un lanzamiento del croata Sliskovic.
Sterbik detiene un lanzamiento del croata Sliskovic.JACEK BEDNARCZYK (EFE)

EP. Vivís un poco al margen del grupo. ¿Qué tal os lleváis?

G. P. V. Somos como un matrimonio. Vivimos de otra forma y los entrenamientos son muy específicos. Solemos compartir habitación. La portería tiene que funcionar, da igual que esté uno u otro. Lo importante es no recibir muchos goles y el resultado final. ¿Quien esté ahí abajo? Da exactamente igual. El uno se alegra de la parada del otro y viceversa. Nos ayudamos siempre y esa es una de las fuerzas de la selección.

EP. ¿Y lo de los chándals? ¿De quién es la mente maquiavélica que los diseña? ¿Por qué se mantiene ese estilo vintage solo en los porteros de balonmano?

G. P. V. Esa pregunta no debería ser para nosotros. Obviamente es normal utilizar manga larga y chándal para proteger un poco la piel de los balonazos, pero lo de los colores no es cosa nuestra... Antes se decía que los tonos chillones despistan al lanzador y desde hace años se mantiene esa tradición. Pero no, no es cosa nuestra. Nosotros somos los que sufrimos llevar estos colores...

A. S. Pues en realidad tenemos combinaciones peores que no habéis visto: pantalones rojos, verdes, morados... Todo puede pasar. Ya no me sorprende nada. No sé quien elige los colores, pero desde luego no son las prendas más estilizadas.

EP. Entonces, ¿Contamos hoy con el oro? Gonzalo, ¿Qué le recomiendas a Arpad? ¿Y viceversa?

G. P. V. Que siga igual, porque aunque si lo hace así yo no tendré mucho tiempo de juego en la final, seguro que ganamos.

A. S. Que pare mucho mejor que yo y así podré estar más tiempo descansando en el banquillo [carcajadas de los dos]...

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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