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Luis Suárez, una pesadilla para Simeone

El uruguayo, que desespera al Cholo por su carácter sobre el campo y sus movimientos, decidió el partido con su19º gol de la temporada

Luis Suárez celebra su gol ante el Atlético.
Luis Suárez celebra su gol ante el Atlético.Manu Fernandez (AP)

Suárez saludó desde el césped a la familia, una tradición antes del inicio. Acto seguido, chocó sus manos con las de Neymar, y con él se abrazó antes de hacerlo con Messi. Al instante, buscó el balón y esperó a que el árbitro pitara para tocar a Neymar y así, dar vida al partido. Justo entonces, la peor pesadilla uruguaya de Simeone se convirtió en futbolista y el Barcelona empezó a ganar el partido y, quién sabe, si definitivamente la Liga al Atlético.

Hace muchos años que el Cholo hizo pública su devoción por el uruguayo, a quien llegó a pedir como refuerzo para el Atlético mucho antes de que el Barcelona gestionara su contratación. Según palabras del técnico colchonero el futbolista uruguayo es un delantero “maravilloso, tremendo, extraordinario, fuerte, agresivo, intenso. Asiste, y marca desde cualquier lado”. Ahora, mayormente, le sufre y le padece cada vez que se lo encuentra.

El pichichi de la Liga —suma 19 goles— les hace la vida imposible a los rojiblancos cada vez que los encara y se les atraganta a sus defensas por peleón y guerrillero. “Suárez es un jugador importantísimo, determinante. Su llegada ha enriquecido al Barça. Tiene virtudes diferentes a las de jugadores que había. Le ha dado mayor profundidad de la que tenía. Tiene virtudes enormes, juega mucho con el cuerpo, es potente, tiene buenos movimientos y es contundente en el área. Enriquece al Barcelona”, le elogió Simeone al término del partido. “Luis Suárez nos da muchísimas cosas y todas positivas”, reconoció, afónico y escueto, Luis Enrique, que añadió: “Ya tenía cosas muy buenas, pero desde que juega con nosotros ha mejorado muchas”, dijo.

Suárez es un jugador importantísimo, determinante. Su llegada ha enriquecido al Barça". Simeone, técnico del Atletico

En 445 minutos contra el Atlético ha acumulado tres asistencias de gol, 11 remates, cinco a puerta, dos goles y siete recuperaciones de balón. Puede que no sea el futbolista más hábil del mundo y que salga ovacionado de los rondos, porque le toca estar más dentro, persiguiendo la pelota, que fuera, tocándola de primera, pero no vende humo y no engaña a nadie. En su fútbol no hay más trampa que cuando remata a puerta.

Cuentan en el entorno del Cholo que lo que más le gusta, y por tanto, lo que más le desespera cuando lo tiene enfrente, es que para sus centrales resulta imposible fijarle la marca. A Suárez, lejos de incomodarle sentir el aliento en la nuca de un tipo que le persiga, le genera una referencia sobre la que activarse. El baile cuerpo a cuerpo de ayer con su paisano Godín, por ejemplo, del que salen chispas por puro temperamento de ambos, no le quema al delantero del Barcelona, al contrario, le hace sentirse cómodo.

A Suárez no le importa aguantar pivotando sobre la frontal, saltar a la espalda en desmarques cortos, y arrastrar en largo, tal y como sucedió en la jugada del gol que firmó ayer, cuando le buscó Alves y se fue de Giménez. Ya puestos, hasta forzó dos tarjetas amarillas.

Generoso cuando resulta necesario, Suárez tapa en los saques de esquina o acompaña la subida del lateral del equipo rival, como hizo con Juanfran, porque si algo tiene, por encima de todo, es capacidad de sacrificio. Por eso, al Atlético y especialmente al Cholo, le resulta siempre una pesadilla. Uruguaya.

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