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El Leicester no va de farol

Dos goles de Vardy al Liverpool impulsan al sorprendente líder de la Premier

Vardy dispara para marcar el primer gol desde fuera del área.
Vardy dispara para marcar el primer gol desde fuera del área.Darren Staples (REUTERS)

Ranieri alzó los brazos, se dio la vuelta y se topó con un auxiliar. Sus caras reflejaban incredulidad. Es para no creerselo. El Leicester encara el final del campeonato y sigue al frente de la Premier League tras superar al Liverpool con dos goles para el recuerdo, el retrato de su capacidad, la constatación de que estamos ante un equipo que convierte cada partido en un ejercicio de fe. Marcó Jamie Vardy dos veces en once minutos, la primera una diana memorable por ejecución y por el mensaje que emite: si en el fútbol importan los estados de ánimo, que parece que sí, el Leicester está de subidón. Suma ya 50 puntos, mantiene la ventaja de tres puntos sobre el Manchester City y de cinco sobre el Tottenham, que alcanza al Arsenal tras el empate de los gunners ante el Southampton en el Emirates.

Leicester, 2 - Liverpool, 0

Leicester: Schmeichel; Simpson, Morgan, Huth, Fuchs; Albrighton (Gray, m. 79), Kanté Drinkwater, Mahrez (Ulloa, m. 89); Okazaki (King, m. 86) y Vardy. No utilizados: Schwarzer, Dyer, Wasilewski y Chilwell.

Liverpool: Mignolet; Clyne, Lovren, Sakho, Alberto Moreno; Can (Allen, m. 75), Henderson (Benteke, m. 66), Lucas Leiva; Lallana, Milner; y Firmino (Teixeira, m. 86). No utilizados: Ward, Kolo Touré, Ibe y Flanagan.

Árbitro: Andre Marriner. Amonestó a Lucas Leiva.

Goles: 1-0. M. 60. Vardy. 2-0. M. 71., Vardy.

King Power Stadium. 32.121 espectadores.

Ocurre que los chicos de Ranieri están en la carrera por el título y sus multimillonarios rivales andan en la búsqueda de su mejor versión. Alguno directamente ya se emplaza para conseguirla la próxima campaña. Es el caso del Liverpool, obviamente. Quizás fuera el hoy y el ahora lo que triunfó en una electrizante noche en el King Power Stadium. Es el momento del Leicester y así quedó claro desde que la pelota se puso en juego en la intensidad, en el esfuerzo y el despliegue. En el remate. En el fervor de la gente que convirtió el estadio en un coro y le dio al partido de toda esa aura entre místico y épico que siempre tuvo la escena de los campos británicos. En tiempo de mestizaje, en una competición que genera bastantes más partidos anodinos de lo que hizo a lo largo de su magnífica historia, el Leicester abandera el fútbol de las islas de toda la vida, el del trajín, el ir y venir, la presión y el balón largo, que no siempre tiene que ser sinónimo de pelotazo.

Ganó el Leicester cuando parecía estar más apurado. Había comenzado el partido a toda pastilla, con dos ocasiones firmadas por Mahrez y Okazaki, un delantero que cumple todos los tópicos sobre el carácter industrioso y abnegado de los nipones. El Liverpool sufrió superado por el ritmo del rival, detalle que no es baladí para un equipo que dirige Jurgen Klopp. Sin sutilezas el Leicester dominó un partido sin pausas y mediada la primera parte oteó de nuevo el gol con una rosca monumental de Mahrez que sacó Mignolet a córner. Pero el Liverpool creció tras el descanso. Le faltó profundidad, que seguramente es un valor asociado al talento. Sin Coutinho ni el eterno lesionado Sturridge anda muy justo el pentacampeón de Europa. Por eso encerró a su rival, pero no le hizo ni cosquillas.

En los momentos de duda el Leicester bajó líneas, se plegó en su área y se aprestó a realizar en esa zona el mismo trabajo que hizo antes treinta metros más arriba. En una aparentemente inocua recuperación en su lateral derecho fabricó un gol inolvidable en tres toques. Mahrez encontró en largo a Vardy y el máximo goleador de la liga inglesa pasaportó a la red una volea imposible. Fue su primer tanto de la temporada desde fuera del área. El segundo del partido, y décimoctavo de Vardy en el ejercicio, cerró el partido y llegó desde donde mandan los cazagoles. Dos abajo resultaba complicado creer que el Liverpool pudiese darle la vuelta al destino. Tanta fe, tanta energía, tanto creer impulsa al Leicester hacia un cuento de hadas.

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