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“La cocaína no es dopaje”

La UCI exculpa al Katusha pese a los dos positivos del equipo de Purito Rodríguez

Carlos Arribas
Luca Paoline en una etapa del último Tour de Francia.
Luca Paoline en una etapa del último Tour de Francia. imago sportfotodienst (imago/Sirotti / Cordon Press)

La cocaína figura como sustancia prohibida en la lista de la Agencia Mundial Antidopaje (sección S6: estimulantes prohibidos en competición) pero su consumo en realidad no es dopaje. Esta argumentación, que debería obligar a las autoridades antidopaje a revisar listas y conceptos, subyace en la decisión de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de no castigar al equipo Katusha con entre 15 y 45 días de suspensión, sanción estipulada en los reglamentos para aquellos conjuntos en el que dos de sus corredores den positivo en un plazo de 12 meses o menos. En este supuesto incurrió el equipo de Purito Rodríguez.

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El viernes pasado, 5 de febrero, se anunció el positivo por meldonium, un medicamento letón recién incorporado a la lista, del ciclista ruso Eduard Vorganov. Siete meses antes, el 7 de julio, nada más terminar la cuarta del Tour en Roubaix, su compañero de equipo Luca Paolini se sometió a un control. Tres días después se anunció su positivo por cocaína. El ciclista fue suspendido inmediatamente de manera preventiva y está a la espera de una decisión definitiva que consistirá, seguramente, en una sanción de dos años.

“Pero está claro que el corredor no tomó cocaína para mejorar su rendimiento sino con fines ‘recreativos”, se le en el comunicado exculpatorio de la comisión de disciplina de la UCI. “En este sentido, el uso de una droga social no tiene nada que ver con el sentido del reglamento que castiga al equipo por dos positivos. El objetivo de la norma es castigar a los equipos que no controlen el dopaje en su interior. La imposición de una sanción a todo el equipo por la cocaína sería inapropiada y desproporcionada”.

Fines “recreativos”

Si el razonamiento disciplinario es impecable, quizás no lo sea tanto la verdad sobre la que se sustenta, pues no se sabe por qué la UCI considera probado que Paolini tomó cocaína con fines recreativos y no por otras razones.

Según los especialistas, la cocaína es detectable en los análisis hasta unos cuatro días después de su consumo. El corredor italiano, de 39 años, dio positivo tras la cuarta etapa del Tour, por lo que con casi total seguridad la esnifó durante la grande boucle, un periodo en el que no son probables las fiestas o el uso social de las drogas.

Solo el 27 de diciembre pasado, cinco meses después del positivo, admitió Paolini que se había drogado con cocaína. Lo hizo en una carta a La Gazzetta dello Sport en la que hacía pública su adicción tanto a los ansiolíticos, benzodiazepinas que necesitaba para dormir desde hacía 10 años, desde la muerte de su hermano, como al estimulante, que le daba la vida al amanecer y le ayudaba a encarar el día. “La cocaína por la que di positivo la tomé una noche en la que estaba solo entrenándome en los Alpes, deprimido”, explicó el corredor de Como, que por su experiencia y conocimientos asumía el papel de capitán de ruta del equipo.

“Paolini necesitaba somníferos para dormir y cocaína para despertarse”, había revelado unos días antes su compañero Alexander Kristoff, noruego, uno de los mejores sprinters de un pelotón en el que tanto las pastillas para dormir, fundamentalmente el Stilnox, como analgésicos tipo Tramadol o el uso de anfetaminas para entrenar, cuando no están prohibidas, constituyen graves problemas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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