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El último desplante de Carlos Vela

El jugador de la Real Sociedad se ausentó de un entrenamiento por asistir a un concierto y el club estudia sancionarlo. Sus antecedentes lo podrían condenar

En Anoeta, los seguidores de la Real Sociedad ven al mexicano Carlos Vela (Cancún, 1989) con una mezcla de admiración y desconfianza. El delantero se supo ganar a las gradas con sus actuaciones en temporadas pasadas, logrando una cuarta posición en La Liga hace tres años. Pero también saben que su personalidad, más que ayudarlo, lo acaba perjudicando la mayoría de las ocasiones.

Vela volvió a estar en el centro de las conversaciones del equipo txuri-urdin por su ausencia el pasado lunes de los entrenamientos de su equipo. El delantero argumentó que tenía problemas de “gastroenteritis”. Pero las redes sociales se encargaron de desmentir los informes, ya que Vela fue fotografiado al lado de su excompañero y ahora jugador del Atlético de Madrid Antoine Griezmann en un concierto que el cantante Chris Brown ofreció en Madrid la noche del domingo, donde no se le notaba debilitado físicamente ni en mal estado.

El club vasco, que escuchará las razones del punta antes de dar a conocer un veredicto definitivo, no ha ofrecido ninguna postura oficial

El castigo no sería por haber salido a un concierto la noche del domingo, sino por ausentarse del entrenamiento del equipo dirigido por Eusebio Sacristán. El club vasco, que escuchará las razones del punta antes de dar a conocer un veredicto definitivo, no ha ofrecido ninguna postura oficial sobre el tema. La reunión entre el jugador y la directiva se dará el miércoles, ya que este martes el mexicano viajó a un evento publicitario organizado por uno de sus patrocinadores, según el portal de Radio y Televisión Vasca.

Vela, que en verano estuvo a punto de unirse a su gran amigo Giovani Dos Santos en la MLS, se encuentra en una de las temporadas más flojas desde que llegó a la escuadra blanquiazul en 2011. Su carrera por Europa había sido errática hasta entonces y fue en la Real Sociedad donde encontró una regularidad que no había tenido antes, ni en lo futbolístico ni fuera de las canchas.

En septiembre de 2010, después de un partido de la selección mexicana, los jugadores realizaron una fiesta en el hotel donde se concentraban. El evento terminó muy mal para varios jugadores. Las fotos de la fiesta confirmaron que los seleccionados habían llevado prostitutas a sus habitaciones. Carlos Vela y Efraín Juárez fueron suspendidos de la selección durante seis meses. Once jugadores más fueron multados económicamente.

Los escándalos del bombardero, como lo conocen en México, han sido comunes cuando se trata de la selección mexicana. Después de ser campeón del mundo sub-17, Vela ha tenido varios desencuentros con la camiseta verde. El Mundial de Brasil 2014 fue el punto más álgido de las relaciones entre el jugador y la selección, ya que, a pesar de su buen nivel, uno de los mejores entre los mexicanos en Europa, no quiso formar parte del grupo que clasificó agónicamente al mundial ni asistir con el plantel a disputar el campeonato en Brasil.

Fue hasta noviembre de 2014, con Miguel Piojo Herrera, que Vela volvió al tricolor. Pero su interés en el proyecto quedó evidenciado el año pasado cuando su técnico, en el ojo del huracán por haber golpeado a un comentarista de televisión, fue cesado. El delantero, junto a los hermanos Dos Santos, continuaba festejando en Cancún la Copa Oro que habían conseguido. Las fotos de aquella fiesta muestran a Vela fumando un cigarro. El delantero mexicano suele alcanzar más portadas de las revistas de que de los diarios deportivos.

Según los que lo conocen, a Vela el fútbol sólo le interesa por ser su profesión. Es por eso que felicita sin empacho en su cuenta de Twitter al máximo rival de la Real, el Athletic Club, cuando lo cree conveniente. No ve partidos de otros equipos ni admira a ningún antecesor suyo. No está obsesionado con entrar a la historia de un deporte por el cual no siente ningún afecto. Los que lo han visto jugar creen que podría alcanzar techos mucho más altos que los que ha tocado. Sus actitudes, que en Zubieta conocen muy bien, lo condenan a seguir siendo uno más.

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