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El Barça atrapa el clásico más frenético

Satoransky y Perperoglou desactivan la remontada de un Madrid que llegó a perder por 25 puntos y quebró en la vorágine final

Robert Álvarez
Carroll, Doellman y Reyes.
Carroll, Doellman y Reyes.JOSEP LAGO (AFP)

El Barcelona ganó el clásico más frenético de los últimos años. El Madrid se deshizo en la vorágine final, después de haber remontado los 25 puntos con los que pagó su pusilánime puesta en acción en un Palau encendido. Venció el Barcelona y deja al Madrid en una apurada situación en el Top 16, ya que debe visitar al Olympiacos y al Baskonia, antes de recibir al Khimki, en un apretado esprín camino de los cuartos de final.

BARCELONA, 72; REAL MADRID, 65

Barcelona: Satoransky (17), Oleson (7), Perperoglou (20), Doellman (11), Dorsey (4) —cinco inicial— Ribas (6), Vezenkov (0), Erikson (2), Samuels (1), Arroyo (0), Ante Tomic (4).

Real Madrid: Llull (7), Carroll (9), Maciulis (0), Reyes (11), Ayón (16) —cinco inicial— Rivers (2), Rudy (0), Nocioni (5), Sergio Rodríguez (8), Lima (4), Taylor (3).

Parciales: 25-4, 15-24, 12-23 y 20-14.

Árbitros: Lottermoser (Alemania), Viatro (Francia) y Boltauzer (Eslovenia).

Palau Blaugrana. 7.142 espectadores.

Los 13 primeros minutos del partido fueron un monólogo del Barcelona y un perfecto ejercicio de escapismo del Madrid. Nadie hubiera dicho que estaba en liza el clásico, que el Barcelona tenía enfrente al campeón de Europa y de todo la pasada campaña, de nuevo de la Copa hace apenas un mes. Xavi Pascual se desesperaba cada vez que su equipo cometía el más leve error, como si su equipo no ganara por 25 puntos (31-6). No se fiaba ni un pelo del avatar del Madrid, por momentos una caricatura que dejó datos inéditos para la historia, de tan poca cosecha: cuatro puntos en el primer cuarto con una canasta de Felipe Reyes y otra de Lima.

Pero Pascual se revolvía inquieto en su rectángulo de trabajo. Recelaba del Madrid, lo trataba como a un oso hibernado. Y así fue. A la que Nocioni acertó con el primer triple, tras los ocho que había fallado el Madrid, empezó a intuirse el recodo del camino. Pascual introdujo cuatro cambios de golpe. Y Pablo Laso fue todavía mucho más intervencionista en su estrategia. Como estaba la cosa, cualquier variación era poca. Una defensa en zona, con múltiples matices, una fase en la que Rudy se emparejó con Arroyo, algunos acelerones con pases a mil por hora, un ataque a la búsqueda de posiciones abiertas. Y el acierto de Nocioni, Llull y Taylor en los triples propició un parcial de 0-12 que adecentó el marcador del Madrid: 40-28 al descanso.

Al Barcelona se le acumuló el lastre. Se lesionó Pau Ribas y se unió a las bajas de Navarro y Abrines. Se tensaron los nervios en el banquillo blaugrana, castigado con una falta técnica. La cuarta de Dorsey evidenció el desenfoque de sus embestidas. El Barcelona perdía fuelle y Laso escribía en la pizarra. Situó a Maciulis de cuatro y apostó por un equipo con más turbo, propulsado por sus exteriores, Llull, Carroll, Rivers, luego Rudy. Y más tarde Sergio Rodríguez que anotó un triple que repuso el cartel tradicional del clásico, con igualdad y alternativas en el marcador. Carroll culminó la primera remontada del Madrid con un triple para empezar el último cuarto (52-54). El Barcelona pasó de dominar por 25 puntos (31-6) a perder por seis (52-58).

El último hurra

Cuando faltaban cuatro minutos empezaron a producirse alternativas en el marcador. Ayón firmó el último hurra del Madrid cuando faltaban dos minutos. A partir de ahí, el Barcelona dominó los detalles. Dorsey, nefasto en los tiros libres, con un desastroso 0 de 4 en los tiros libres, se inventó una asistencia por la espalda crucial para Perperoglou. El alero griego sumó cinco puntos seguidos mientras que los jugadores del Madrid enlazaron error tras error. Unos pasos de Sergio Rodríguez, dos tiros errados por Llull y Carroll, un tiro libre fallado por Felipe Reyes, un rebote defensivo importantísimo perdido cuando Dorsey falló sus dos últimos tiros libres, con 68-65. A partir de ahí, el Barcelona jugó a favor de inventario en los segundos finales.

El Madrid pagó su tremenda inferioridad en el rebote (48-36), la diferencia de los porcentajes en los triples (un 29%, frente al 40% del Barcelona) y la escasa aportación de Rivers, Maciulis y Rudy. Satoransky replicó los latigazos de Llull y Sergio Rodríguez y Perperoglou fue superior a Carroll, a Rivers, a Maciulis, a Nocioni.

Más que un partido, el Barcelona ganó el compendio emocional, de sensaciones, de fases convulsas, de alternativas desmedidas en que derivó uno de los clásicos más atípicos. Una montaña rusa. Los dos equipos tuvieron momentos extremadamente buenos y extremadamente malos. Los dos se enredaron tanto en errores desesperantes para sus huestes, como se intercambiaron algunas canastas maravillosas. En la vorágine, reinó el Barcelona, que suele hacer del arrebato una divisa, una marca propia, cuando los vive al calor de su público, en el Palau.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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