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El Barcelona no pierde ante el Villarreal ni queriendo

Los azulgrana firman un empate afortunado contra los castellonenses, que completaron un partido estupendo, condicionado por un mal arbitraje

Ramon Besa
Suárez lamenta una ocasión del Barcelona.
Suárez lamenta una ocasión del Barcelona.Alberto Saiz (AP)

El Barça ganará seguramente la Liga. No es una sensación, ni tampoco una certeza, sino un clamor por el juego del equipo; por la manera en que se vencen los rivales que le disputan el título como el Atlético; por la pleitesía de colegiados que se llaman Sánchez Martínez; y porque no pierde ni siquiera los partidos más difíciles, pocos como el que le enfrentó al Villareal. El plantel de Marcelino fue un coloso ante el Barcelona. Jugó muy bien a fútbol, tuvo la épica necesaria para no firmar la derrota, y suyos fueron los protagonistas del encuentro en ausencia del tridente del Barça. A excepción del Celta, ninguno de los grandes ha cantado victoria en El Madrigal, tampoco el Barcelona de Messi, Suárez ni Neymar, centrifugados por la intensidad del Villarreal. Acabado el partido, no se hablaba del Barça sino del árbitro, desconcertante, enemigo declarado del Villarreal, un equipo frenético y admirable que peleó sin miramientos la victoria. Afortunado y distraído, condenado por los suplentes y la falta de centrales, al Barça le redimieron los esforzados Rakitic y Mascherano.

Messi y Neymar se miraron el partido durante veinte minutos, como si no pasara nada trascendente en El Madrigal, insensibles el 10 y el 11 al ardor de la hinchada, impasibles a las entradas desequilibrantes por la banda de Bakambu, expectantes por el intervencionismo del árbitro, que amonestaba por igual a los presentes y a los ausentes, confiados los dos azulgrana en la suerte de su equipo, muy apretado por la productividad del Villarreal. El ruido alrededor del partido era estremecedor: Arda remató nada más empezar hacia su portería en una carga de Trigueros, bien defendida por la mano de Bravo; el propio Arda y Piqué cargaron con una tarjeta; y los muchachos de Marcelino no paraban de atacar al Barcelona sin que se inmutaran Messi y Neymar. Hasta que el colegiado pitó una falta en la frontal del área de Asenjo. Apareció entonces Messi para botar el golpe franco y el rechazo de la zaga amarilla lo recogió Rakitic, siempre presto, más listo que los defensas, atento y diligente a cada una de las pelotas que toca Messi: 0-1.

El gol para nada alteró el guion del encuentro: seguía encendida la afición; no desfallecía en su intensidad el Villarreal; se sucedían las jugadas divididas; y continuaba el colegiado pitando a favor del Barça en caso de duda: sacó la roja a Marcelino y cinco amarillas a los jugadores locales; no expulsó a Piqué a pesar de que le dio con la mano al cuero; tampoco pitó penalti en el área del Barça; y en cambio sancionó con la pena máxima una salida de Asenjo a pies de Neymar, habilitado por Messi. Aunque el portero le rebañó la pelota al brasileño, Sánchez Martínez advirtió que la entrada señaló el punto de castigo para que el propio Neymar batiera al meta con un lanzamiento inspirado en Panenka.

La aparición de Neymar fue tan contundente como la de Messi y los azulgrana parecieron resolver en dos jugadas un partido que había trabajado muy bien el Villarreal. Los detalles acaban por condenar a los equipos de Marcelino en sus duelos con el Barcelona. No ha habido confrontación en la que no haya discutido la victoria, tampoco ayer con el 0-2.

Los azulgrana, en cambio, se aflojaron en cuanto fue sustituido Piqué. El entrenador, que en ausencia del lesionado Iniesta ya había cambiado al inocuo Arda por Alves, decidió quitar al central, foco del conflicto, con o sin razón, siempre en boca de los aficionados contrarios, y dio entrada a Mathieu. Al Villarreal le alcanzaron cinco minutos para empatar: 2-2. Apareció Denis Suárez, especialmente inteligente en la lectura del juego, para habilitar a Bakambu y se equivocó Busquets en la concesión de un córner que remató en propia portería Mathieu después del toque del ariete Soldado.

El encuentro de El Madrigal remitió al que empató el Deportivo en el Camp Nou. Tampoco funcionaron los cambios, y si no acabó 3-2 fue por un dedo, sobre todo porque el Villarreal remató más que el Barça, hasta el último tiro de Adrián. No respondieron los azulgrana a la tormenta del Villarreal ni tampoco volvieron a comparecer Messi, Neymar ni Suárez, contenido porque sabía que una tarjeta le impedía jugar el clásico. Los tres se remitieron a la estadística: 39 partidos sin perder; nueve puntos de ventaja a ocho jornadas del final, y más penaltis a favor que nunca: 16. La sensación es que el Barça controla más la situación que los partidos, o eso pareció en El Madrigal. No remató el título con un gesto de grandeza y se dejó llevar por la inercia, expuesto al monólogo de un gran Villarreal. Aunque las derrotas no se eligen a la carta, no se sabe cuándo puede perder el Barça en la Liga si no cedió en El Madrigal. A ver qué dice el Madrid.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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