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El paréntesis de Neymar

El extremo brasileño del Barcelona ha empeorado sus registros desde que empezara 2016 y en los últimos tres partidos aún remata y regatea menos

Jordi Quixano
Neymar, al abandonar el césped de Anoeta.
Neymar, al abandonar el césped de Anoeta. David Ramos (Getty Images)

Su explosivo arranque y el consecuente punto de velocidad dejaban atrás a cualquier lateral que le aceptara el reto de una carrera corta. Neymar acabó 2015 en modo turbo, con unos registros que constataban su tercer puesto en la lucha por el Balón de Oro, tras Messi y Ronaldo. “Está a un nivel superior. Sabemos que si le entregamos el balón puede romper a su marcador. Y si está inspirado, no hay quien lo pare”, decían entonces sus compañeros del Barça.

El extremo azulgrana firmó 16 tantos y 12 asistencias en 19 encuentros, contando la Champions y la Liga. Pero desde que comenzara este año ya no anda tan fino —ocho y siete en 17 duelos—, menos veloz y desequilibrante. Y es uno de los reflejos del Barça, que en los últimos tres enfrentamientos se encasquilló ante el Madrid y la Real Sociedad al tiempo que en la ida de los cuartos europeos venció al Atlético (2-1) cuando disfrutó de superioridad numérica. Ahora, se vuelve a medir con el conjunto de Simeone y las miradas se focalizan en él —también en sus compinches Luis Suárez y Messi, que tampoco están atinados en el remate—, otro peso para su espalda.

Los enredos del 11

“Le vemos bien, como siempre”, resuelven sin matices desde el Barcelona. Y aunque mantiene su sonrisa de marca registrada, a Neymar se le acumulan los embrollos fuera del campo. Hace unas semanas se le consideró culpable de evasión de impuestos y fraude en Brasil —puede apelar— y, según el rotativo Folha de São Paulo,deberá pagar una multa de unos 45 millones de euros. También está el enredo de su fichaje por el Barcelona con la justicia de España, recibe acusaciones de su antiguo club, el Santos, y Mario Zagallo, campeón del mundo con Brasil en cuatro ocasiones, le tildó de inmaduro en su papel de líder en una selección que anda a la pata coja en las eliminatorias hacia Rusia 2018. Del mismo modo, el técnico Carlos Dunga le reprocha sus cortes de pelo y que airee sus fiestas en Brasil a través de las redes sociales.

Sus dos últimos meses del curso pasado los resolvió con 13 goles

Pero la Confederación Brasileña de Fútbol lo reclama para que participe tanto en la Copa América, que se celebrará en junio en Estados Unidos, como en los Juegos Olímpicos de Brasil, en agosto. Peticiones a las que se suma el delantero pero que rechazó el Barça, que solo lo cede para una de las competiciones porque no quiere exponerlo a tanto trasiego y desgaste físico, lo que le privaría de hacer una buena pretemporada. “Haremos todo lo posible para contar con él en los dos eventos”, replicó la CBF en un comunicado. Y para redondearlo todo, también se le ha vinculado con un posible traspaso al Madrid al acabar el ejercicio. “Neymar no se va a mover del Barcelona. Estoy convencido”, zanjó Piqué la semana pasada.

Pero ya no es el mismo sobre el césped o al menos no lo ha sido en los tres últimos duelos. Así lo explican sus números. Hasta el partido frente al Madrid —33 choques disputados en la Liga y en la Copa—, Neymar acumulaba 120 remates y 24 goles (20% de efectividad), 19 asistencias (0,6 por partido), 152 regates exitosos (4,6) y 156 incompletos (4,7), y 1.506 pases buenos (45,6) por 340 malos (10,3). Pero en los tres últimos encuentros ha realizado ocho remates sin gol alguno (0%), se ha salido airoso en siete regates (2,3) y fallado en 16 (5,3), y ha dado 120 pases buenos (40) por 24 malos (8). “Son humanos”, recuerda Luis Enrique con frecuencia.

Neymar debería cerrar ya el paréntesis como hiciera en el curso anterior, cuando en los dos últimos meses festejó tres goles ante el Bayern, otros tantos frente al PSG y uno más en la final europea contra la Juve, además de otro en la final de la Copa y cinco más en la Liga. “No tenemos dudas; cuando lo necesitemos, estará”, apuntan desde el vestuario. Pues mañana ante el Atlético es uno de esos días.

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