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Bale rescata al Real Madrid ante el Rayo

El galés, con dos goles, sella la remontada madridista en Vallecas ante un rival que hizo lo mejor y lo peor

Bale supera a la defensa del Rayo en el remate que supuso su primer gol en Vallecas, el 2-1 momentáneo en el partido.
Bale supera a la defensa del Rayo en el remate que supuso su primer gol en Vallecas, el 2-1 momentáneo en el partido.Emilio Naranjo (efe)
José Sámano

Sin Cristiano, Bale. Era su turno y esta vez, el galés, que no siempre ha cargado con la mochila de estrella, tiró de galones y dio vida al Madrid en la Liga. Lo hizo en un partido que se le puso crudo, con el Rayo con 2-0 y a pecho descubierto, bizarro como es este singular club. Este es el Rayo Vallecano auténtico, tan capaz de lo mejor y de lo peor, un tiro al aire. No engaña, con ventaja o sin ella, ni con el abismo del descenso se amarra y lo mismo se regala un brindis que obsequia al rival con paseíllos hacia el gol. Como juega sin red, de todo hizo contra el Real Madrid, que espabiló a tiempo con Bale e Isco a la cabeza y selló la remontada cuando la Liga se le escapaba entre los dedos.

Zidane, con el City a la vista, movió la rama y cosió el equipo con unos cuantos reservistas. Ausentes Cristiano y Casemiro, también dejó a la sombra a Sergio Ramos y Modric, y antes del intermedio perdió a Benzema por lesión. El Madrid que con el plan A poco a poco se había ido formateando en las últimas semanas no tuvo continuidad con el plan B. Desarmado de entrada, el encuentro le obligó a apelar al carácter, lo que tuvo en el segundo acto, cuando Isco fue Trashorras y Trashorras ya no pudo ser el mismo. A caballo de su eterno capitán, un catedrático del fútbol que mejora cada curso, el Rayo arrancó con ese desparpajo que le identifica. Le importan un bledo los miedos, no se tiene por equipo de barrio, no mira etiquetas. Jamás recurre a la racanería como coartada de la eficacia. Sin importarle la hidalguía de su adversario, ante el Madrid se lanzó a la aventura desde el inicio. Bebé hizo descarrilar a Danilo, sacó dos ruedas a Pepe y su centro lo cazó Embarba. Vallecas en éxtasis, ese es su Rayo.

El gol dejó noqueado al Madrid, que se había puesto en escena con un zurdazo de Bale al poste izquierdo de Juan Carlos. No fue una señal de humo, en esta oportunidad Bale no fue un fulgurante cometa. El Madrid precisó de él como nunca, sin CR, con Benzema lastimado y con un Rayo envalentonado. Máxime con un segundo tanto antes del cuarto de hora, un córner lanzado por Trashorras. Echaron un pulso dos pértigas como Varane y Amaya, pero la pelota ni para ti ni para mí. El balón quedó suelto y Miku, ariete con olfato, cazó la presa. La Liga era mucho más que una quimera para el Madrid. El descenso se alejaba para los rojiblancos, que tuvieron el tercer tanto al alcance de Bebé y Embarba.

Aturdido, el Madrid no encontraba respuestas, no era capaz de imponer su modelo, el que fuera, pero suyo. Se jugaba a lo que quería el Rayo, a lo que le daba la gana a Trashorras. Hasta que Bale se activó por aire, porque también es un gran volador. A los de Paco Jémez, que defienden en zona, les fallaron todos los radares en un saque de esquina ejecutado por Kroos. Cada zaguero defendía una parcela de césped, pero nadie se ocupó de Bale, que cabeceó con la potencia y precisión que acostumbra. Un gol con oxígeno para los visitantes.

El Rayo digirió tan mal el gol en contra como el intervalo. De vuelta al juego, se deshilachó por completo. Ya no encontró a Trashorras, el faro, y Bebé y Embarba, dos puñales al principio, se quedaron en puro fogueo. Como no es un equipo trazado para administrar quiso seguir a lo suyo pero ya sin argumentos. Lo interpretó el Madrid, que apretó los dientes y aceptó ese partido loco que suelen proponer los de Vallecas. De alguna forma, el Rayo contagia ese fútbol sin dobleces, frontal, en el que el pelotazo condena a la hoguera.

En medio de un partido ya desabrochado irrumpió Isco, tan activo por todos los sectores que a Zidane no le importó darle el hueco del falso ariete tras retirar a Jesé y dar carrete a Modric. El malagueño interpretó como nadie los boquetes que dejaban sus adversarios, más contrariados aún al no vislumbrar a un delantero rival como referencia. Como no hay quien tape a este Rayo, hasta Danilo encontró pista. Un centro suyo fue cabeceado por Lucas Vázquez, que no es precisamente un pívot. El Rayo, temerario como es, defiende a lo Rayo. Con el empate le tocaba morder para rescatar un punto de Primera. Pero el Rayo, audaz como es, no sabe de escudos, en cualquier situación pretende mimar la pelota. Lo intentó Embarba, en el medio campo, sin gran oposición. El chico dio un pase retorcido a Amaya, al que le pilló Bale en carrera y le dejó a varias cuadras, con Juan Carlos, el portero, en la cueva, bajo el larguero, hasta la resolución final del británico, que llegó al área como una manada. Era su día, le tocaba ser CR, como demanda su cartel, su supuesta jerarquía. Y lo fue, por goles y actitud. Puntual, él sostuvo al Madrid en la Liga. Y nadie contuvo al Rayo en Primera. Baje o se quede, será el Rayo, ese entrañable Rayo

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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