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El Barça se funde en Rusia y se pierde la ‘final four’

El Lokomotiv castiga la mediocridad azulgrana definida con cinco puntos en el último cuarto

Robert Álvarez
Lawal intenta frenar a Delaney.
Lawal intenta frenar a Delaney.MAXIM ROMANOV (EFE)

El Barcelona sucumbió en Krasnodar y perdió el billete para la final four de Berlín. Los cinco puntos que a duras penas sumó el equipo azulgrana en el último cuarto expresan la magnitud de su hundimiento. No pudo con el Lokomotiv, ni con el entramado estratégico de Bartzokas, ni con las constantes que demanda una eliminatoria a estas alturas de la máxima competición continental, por más que enfrente tuviera a un equipo novel, que jamás se había visto en una semejante.

LOKOMOTIV KUBAN, 81; BARCELONA, 67

Lokomotiv Kuban: Delaney (17), Voronov (7), Broekhoff (14), Claver (1), Randolph (9) —cinco inicial—; Bykov (5), Draper (2), Janning (10), Singleton (16) y Zubkov (0).

Barcelona Lassa: Satoransky (8), Navarro (12), Perperoglou (13), Doellman (4) y Tomic (8) —cinco inicial—; Abrines (9), Arroyo (0), Oleson (6), Ribas (0), Samuels (5), Dorsey (2) y Lawal (0).

Árbitros: Lamonica (Italia ), Lottermoser (Alemania) y Latiseus (Letonia). Eliminaron por faltas a Draper (m. 36). Señalaron una antideportiva a Dorsey.

Basket Hall de Krasnodar: 7.495 espectadores. El Barça pierde la eliminatoria por 3-2 y el Lokomotiv se clasifica para la final four, del 13 al15 de mayo en Berlín, donde se enfrentará al CSKA de Moscú.

El Barcelona dejó escapar varias ocasiones de oro; en la eliminatoria, cuando se puso con un 2-1 y la posibilidad de decidir en el Palau. No lo hizo. Tampoco en el partido de ayer. Remontó su flojo inicio (47-36) y con un parcial de 8-23 en el tercer cuarto se puso cinco puntos por delante (59-64) ya en el último cuarto. Pero, a partir de ahí, el desastre. Quedaban ocho minutos y solo anotó tres puntos, tres tiros libres. Un caudal ofensivo misérrrimo, impropio de un equipo de élite. No era la primera vez que le pasaba algo similar. Sin ir más lejos, el pasado domingo, el Real Madrid ya le remontó 16 puntos en el Palau Blaugrana. El equipo de Xavi Pascual repitió las mismas sensaciones de impotencia, de negatividad, de inestabilidad anímica. Solo así se puede explicar el socavón en el que cayó en el último cuarto.

El Lokomotiv, por el contrario, mostró el oficio que se le suponía al Barcelona. Se sobrepuso a su horrible tercer cuarto, cuando se estrelló contra la defensa en zona azulgrana. Los tres triples con los que asomó el Barcelona en ese tramo y la efectividad de esa defensa que rehuyó el cuerpo a cuerpo directo pero que sembró de dudas a los jugadores del Loko, presagiaban un desenlace diferente. Navarro, Satoransky y Tomic jugaron sus mejores minutos. El aplastante 8-23 delató la comodidad azulgrana en esa fase.

Pero emergió el estadounidense Singleton. Tomó el relevo en el liderazgo de sus compatriotas Anthony Randolph, el hombre que rescató a su equipo en el cuarto duelo en el Palau, y de Delaney. Singleton, como Randolph, jugó al dentro-fuera, ahora un triple, ahora una canasta bajo del aro. No supo remediarlo la defensa azulgrana, que también permitió tiros liberados a jugadores con menos peso específico en el Lokomotiv, pero que le causaron un daño irreparable, caso del australiano Broekhoff y del estadounidense Janning. Por el contrario, muchos jugadores del Barcelona se quedaron en casi nada, como Arroyo, Lawal, Samuels, Dorsey, Ribas y Doellman, todos con pocos minutos, expuestos a la extrema dificultad de estar a la altura de un partido de máxima exigencia y sin tiempo para casi nada.

No funcionó el engranaje azulgrana ante un rival en apariencia inferior, pero merecedor del billete para Berlín, donde protagonizará una semifinal rusa con el CSKA. El Baskonia será el único representante español. Es el segundo año consecutivo que el Barcelona se pierde la convención de los mejores. Su adiós prolonga la sequía: una Supercopa desde la Liga de 2014 y una sensación de rendimiento colectivo insatisfactorio que se repite una y otra vez.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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