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El revelador apagón del Barcelona en Rusia

La eliminación europea ante el Lokomotiv acentúa el desconcierto reinante en el equipo de Xavi Pascual

Robert Álvarez
Xavi Pascual y Oleson en el cuarto partido ante el Loko.
Xavi Pascual y Oleson en el cuarto partido ante el Loko.LLUIS GENE (AFP)

La desazón que desprende un equipo de élite como el Barcelona reducido a la nada en un pasaje trascendental de la temporada, es directamente proporcional al minúsculo saldo de su último cuarto en Krasnodar. Pasará a la vitrina de los más funestos pasajes de su historia: cinco puntos, con una canasta de Abrines y tres tiros libres de Oleson. Una birria que deja al Barcelona en evidencia, que dejaría en evidencia a cualquiera, impropia de un equipo de élite, incluso de un equipo, digamos, que del montón. Con el agravante de que ningún espectador asiduo a los partidos disputados por el Barcelona esta temporada se refugiará razonablemente en la teoría de una desconexión puntual, de un accidente.

La sintomatología se ha repetido a lo largo de la temporada. El equipo de Xavi Pascual pierde pie en momentos críticos, en especial en los últimos cuartos. Esos cinco puntos en los diez últimos minutos en Krasnodar abundan en sus funestos finales ante el propio Lokomotiv en la prórroga del cuarto partido (4-16) y ante el Real Madrid, el domingo, en la Liga Endesa (15-28).

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La eliminación del Barcelona se ha producido frente a un equipo emergente pero novel, con algunos jugadores de buen nivel como Anthony o Delaney, pero en ningún caso, sobre el papel, equiparable en calidad neta a la plantilla azulgrana. Por más ventaja de campo que tuviera el Lokomotiv, se antoja un equipo más limitado en recursos y en profundidad de banquillo. Y más aún en una eliminatoria a cinco partidos. De ahí que sea tanto más admirable la solvencia y la administración de los recursos que tenía entre manos su entrenador griego, Georgios Bartzokas.

Llueve sobre mojado en el Barcelona. En febrero, perdió en los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Bilbao. Concluyó entonces su racha de 20 finales consecutivas en las competiciones españolas. Ahora, por segundo año consecutivo, se estampa en los cuartos de final de la Euroliga. Es líder en la Liga Endesa. Pero los síntomas no son buenos. El tridente del equipo de fútbol no tiene parangón en el de baloncesto. No se trata solo de comparar nombres, sino de los papeles que desempeñan. Mientras que los de Messi, Neymar y Luis Suárez son diáfanos en el Camp Nou, los de Navarro, Satoransky y Tomic –si es que ese es el tridente baloncestístico- es mucho más difuso en el Palau.

Hay quien apunta que Abrines debería asumir ya los galones y quien considera que Doellman fue fichado con la pompa propia de un líder. Abrines y Doellman han resuelto algunos partidos importantes esta temporada, de la misma manera que han desaparecido en combate en otros también trascendentes, igual que Navarro, Satoransky y Tomic. Ninguno de ellos acaba de coger la batuta de una vez por todas. La gestión de Xavi Pascual, con sus pros y sus contras, reparte los minutos y diluye las responsabilidades. Utiliza muchos jugadores y, muy diferentes, ya que por una u otra cuestión, la plantilla cambia cinco, seis y hasta siete piezas anualmente.

Esta temporada llegó Carlos Arroyo, un base de 36 años, que se suponía que debía ejercer un papel relevante en momentos comprometidos como el de Krasnodar. Jugó mal y estuvo poco más ocho minutos en la cancha. El desfile de pívots no sirvió de nada. Lawal salía de una larga lesión, Dorsey se recuperaba de la que sufrió en el primer partido, y Samuels ha perdido fuelle y confianza a medida que avanzaba la temporada. Total: 16 minutos, siete puntos y cuatro rebotes entre los tres pívots. Ni Oleson, ni Pau Ribas, ni Doellman estuvieron a la altura de lo exigible en un partido trascendental, aunque los dos últimos dispusieron de muy pocos minutos. Vezenkov ni siquiera encontró acomodo en el larguísimo contingente de Pascual.

El mejunje de la coctelera del entrenador azulgrana es cada vez más insondable, pero la fórmula ganadora se ha ido diluyendo, con una Liga y una Supercopa desde 2014. Ahora, queda por ventilarse una Liga cuya clasificación comanda el Barcelona, pero más en números puros y duros, que en sensaciones. Xavi Pascual vuelve a transitar en la cornisa. No es nuevo, ya está curtido. Pero en esta ocasión el riesgo, más allá de que tenga otro año de contrato, parece el mayor al que ha hecho frente desde que asumió el mando cuando relevó a Dusko Ivanovic en febrero de 2008. Se trata de peritar si es una cuestión coyuntural o estructural o de si el proyecto se ha desgastado o torcido. Ahí es donde entran en juego el mánager de la sección, Joan Creus, y el secretario técnico, Rodrigo De la Fuente. En juego está la Liga, pero también las bases sobre las debería acelerar una sección que aspira a recuperar la ilusión de su afición y a llenar los más de 10.000 espectadores que tendrá el Nou Palau Blaugrana.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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