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Kiko Casilla da vida al Madrid

Los madridistas llegan vivos a la última jornada tras verse angustiado ante un Valencia que se agigantó en el segundo acto

Cristiano, tras anotar un gol.
Cristiano, tras anotar un gol.Denis Doyle (Getty)
José Sámano

La trama acabó bien para el Madrid, pero el equipo casi se pega un tiro en el pie cuando tenía el horizonte despejado para echar un pulso por la Liga en la última jornada. Así será, pero con todo a favor manejó muy mal el segundo tiempo con el más que cuestionable intervencionismo de Zidane. Con el Valencia a un paso de irse a la lona, pero con el orgullo que no había tenido antes del descanso, el francés no logró gobernar el juego, limitó la delantera a Jesé y anticipó más de la cuenta el homenaje a Arbeloa, al que el mismísimo Cristiano, autor del primer y tercer tanto, cedió con honores su puesto. Con 3-1 a favor quedaba más de un cuarto de hora y hacía un buen rato que los de Ayestarán habían entronizado a Kiko Casilla tanto como los madridistas habían hecho con Diego Alves. André Gomes hizo el 3-2 y el Madrid, confuso porque se vio ganador antes de la cuenta, se enredó solo con un final de congoja. En parte le alivió un asistente, tan decisivo en la expulsión de Rodrigo –al parecer el chico le llamó “cagón”- como lo fue en el segundo tanto local, con Benzema en fuera de juego. Los valencianistas se fueron calientes con los árbitros.

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Nada hacía presagiar el convulso final del encuentro a la vista de cómo había arrancado. Lo hizo con tal serenidad que había que discernir si el Madrid no creía en la Liga o bien había advertido desde el calentamiento las legañas del Valencia. Hace tiempo que los de Mestalla suspiran porque baje el telón a un curso tan volcánico, tan calamitoso. En tierra de nadie, el destino le condujo a Chamartín, plaza que por un día hasta puede reanimar a una momia si se tira de amor propio y algo de frenesí. Pese al empeño de su portero, Diego Alves, el Valencia, sonámbulo, pasó de puntillas todo el primer tiempo. Luego, reaccionó con un golpe de pecho encomiable y aceptó un encuentro en las cuerdas, golpe a golpe, hasta que Rodrigo cazó un gol. A partir de entonces, los de Ayestarán maquillaron con creces su sosaina actuación inicial. Tal fue su despegue que el Madrid se colgó de Kiko Casilla, autor de un puñado de fantásticas intervenciones.

En un reto que terminó marcado por dos porteros iluminados, hasta que se activó Cristiano mediado el primer periodo el partido no tuvo volumen. Nadie tiraba una cerilla, solo posesiones anodinas. Ambos aseados con la pelota en las zonas tropicales del juego. En el césped no había quien apretara la mandíbula, ni rastro de ese Madrid que suele madrugar en los partidos de Liga en casa. Un fútbol de tertulia peñazo hasta que Kroos filtró un pase para CR, que nunca está de paso cuando hay contienda, ya sea en beneficio del colectivo o de sus rentas individuales. El portugués encaró a Diego Alves, que comenzó su recital. Cuando para, para de todo, lo imposible y lo demás.

No se rindió CR tras su primera frustración ante el portero brasileño. De inmediato, desde la media luna del área visitante, aceleró en dos pasos y sacó un remate cruzado, un latigazo con la cadera. Ni Alves pudo hacer nada. Por entonces, ganaban Barça y Atlético. Con una gota de Cristiano, se animaron algo más los de Zidane, que cerraron de mejor manera el primer tiempo. Antes del polémico tanto de Benzema, justo antes del descanso, el Madrid pinceló la mejor jugada del choque y el Valencia por fin hizo tiritar a Kiko Casilla. De costa a costa del campo, con media docena de jugadores como protagonistas, finalmente el balón voló al área, donde cabeceó Lucas Vázquez, de nuevo el más animoso de los blancos. Alves, por supuesto, se interpuso. Dos minutos después, Parejo dejó la puerta abierta a Alcácer, que, en contra de cómo suelen resolver los depredadores, quiso rizar el rizo con un pase terminal a su asistente. Parejo no lo esperaba y el balón llegó a Cancelo que remató no se sabe cómo. Una pifia.

Al Valencia solo le quedaba ganarse el intermedio cuando Cristiano pedaleó por la izquierda, hizo la bicicleta y su centro lo remató Benzema de espuela en evidente fuera de juego. Tras otra parada fabulosa de Alves, Cancelo desvió la pelota hacia su portería, donde aún anidaba Benzema, que embocó. Con razón protestaron los valencianistas. No por la derivada final de la jugada, sino por la primera posición del galo. Quizá los valencianistas hicieron virtud del cabreo. Por lo que fuera, su tránsito tras el intervalo nada tuvo que ver.

El Madrid, que pareció más arrollador al regreso de la caseta, se agrietó más de la cuenta ante un contrario que mejoró de lo lindo con la entrada de Santi Mina y André Gomes. Hasta tres remates a los palos lamentaron los visitantes, que, por momentos, encapsularon a los de Zidane. Sin Bale, y retirados Benzema y CR, el equipo se quedó sin salida. Le tocó agigantarse a Kiko Casilla, meritorio para quien no ha tenido carrete en todo el curso. Cuando Chamartín ya estaba solo dispuesto a homenajear a Arbeloa, el partido se volvió una angustia para los madridistas. El Valencia puso de su parte, lo mismo que el Madrid, que por mucho que Arbeloa se haya ganado los honores, quizá estos llegaron antes de tiempo. Zidane sabrá, pero dio la sensación de adelantar demasiado la victoria. No por las prestaciones de Arbeloa, sino porque su entrada simbolizaba un festejo cuando había partido. Para suerte del técnico, el Madrid llega vivo a A Coruña. Kiko Casilla le dio vida.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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