Muguruza aguanta la tempestad

Comenzó el torneo torcido para Garbiñe Muguruza, cuyo estreno se suspendió el primer día por la lluvia y este lunes se retrasó casi tres horas, de nuevo por la insistencia del agua. Total, que entre las gotas, el frío que hacía al mediodía en París (no se alcanzaban los 10º) y la resistencia de la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova, un acorazado hasta que ella se templó y despertó su derecha, Muguruza tuvo una puesta de largo de lo más accidentada. Sin embargo, supo sortear la tempestad y progresó hacia la segunda ronda: 3-6, 6-3 y 6-3, después de dos horas y 24 minutos. Afrontará en la segunda ronda a la local Myrtille Georges (203ª de la WTA).

En la capital francesa, una jornada intempestiva. Comenzó siendo de corte otoñal, pero desembocó poco a poco en una mucho más cercana al invierno. En las gradas, menos gente de lo habitual y mucho abrigo. Buena fe de ello dio la capitana de la Copa Davis y la Copa Federación, Conchita Martínez, apostada en el box junto al técnico bretón Sam Sumyk. Frío, frío, frío. E incertidumbre, porque Muguruza no comenzó nada fina, cedió el primer parcial, y en el segundo y el tercero atravesó por instantes bien comprometidos.

"A veces ganar estos partidos tiene más valor que jugar para los Oscars, que hacerlo tan bonito", valoró Muguruza, a la que las condiciones meteorológicas le exigieron un extra físico y mental. "La pelota se hincha y los puntos son más largos; hacer un winner o un ace es más difícil. Tienes que trabajar más los puntos y en vez de hacer tres tiros buenos debes hacer seis, y así durante dos horas. Es una cuestión de tener paciencia", detalló.

El primer juego de la segunda manga como prueba. Se estiró 15 minutos, en los que la de Caracas se nubló y falló algunos golpes incomprensibles, que unido a la solidez de la eslovaca (37ª del mundo) le hicieron pasar por el mal trago; debió rescatar, además, nueve bolas de break. Como ya le ha ocurrido en varias fases de esta temporada, la del peaje de ser y saberse una de las señaladas, no terminó de encontrarse; tan simple como eso. Pero también es cierto que en su día turbulento consiguió evitar el drama de caer en la primera ronda.

Para escapar de las tinieblas, la número cuatro también debe aprender a arremangarse

Compensó sus 53 errores no forzados (por 24 de Schmiedlova, en 27 juegos) con su tradicional saco de golpeos ganadores (44) y la productividad de sus primeros servicios (71% de puntos retenidos), porque con los segundos estuvo tan desangelada como el día (34%) y totalizó ocho dobles faltas. Si sobrevivió, por encima de todo, fue gracias a su pericia para apagar el fuego: privó a su rival de 17 de las 21 oportunidades de rotura que le brindó.

Sufrió Muguruza, pero ganó. Ella misma lo dice: no es una jugadora de primeras rondas, pero el sufrimiento es un requisito imprescindible en todo gran torneo. Nadie mejor que ella, finalista en Wimbledon hace poco más de un año, lo sabe: el camino a la gloria de un Grand Slam requiere de saber jugar entre las tinieblas. Y, para escapar de ellas, la número cuatro del mundo también debe aprender a arremangarse.