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El último servicio de Ever Banega

El argentino vio la roja en el descuento en su despedida del Sevilla para afrontar una nueva aventura en el Inter de Milán

Rafael Pineda
Banega tras ser expulsado.
Banega tras ser expulsado. Denis Doyle (Getty Images)

Nadie daba un duro por Banega cuando fichó por el Sevilla en agosto de 2014. El deseo del director deportivo Monchi y del entrenador Emery por rehabilitar a este fantástico futbolista fructificó en un traspaso de 2,5 millones de euros, pagados a un Valencia que se había cansado del argentino. Dos años después, Banega se despide del Sevilla siendo un ídolo y un elemento capital en el grupo andaluz. Los cinco millones limpios por año que le ofrece el Inter son demasiados para este Sevilla. Banega realizó un último servicio a la causa sevillista. Es un placer verlo sortear a los contrarios, a jugadores de la talla de Rakitic o Busquets, navegar por encima de las aguas de un mar proceloso con un fenomenal control del balón. En la final del Calderón, Banega jugó un pelín más atrasado que de costumbre, formando pareja con Krycchowiak, corazón de león el polaco, que jugó infiltrado por una sobrecarga muscular. Banega tardó en entrar en juego, pero el Sevilla apostó siempre por sacar el balón jugado de atrás. Banega se había quedado en el túnel de vestuarios, donde saludó de forma efusiva a su compatriota Messi.

En esa partida ante la presión del Barcelona resultó vital la aportación del argentino, A los siete minutos, por fin, apareció Banega para dar un excelente pase a Iborra, la torre que Emery colocó para molestar a Busquets y Piqué. Con el paso del partido, Banega fue tomando protagonismo, pidiendo siempre el balón, desahogando a Rami y Carriço, ofreciendo al Sevilla la pausa necesaria ante el acoso de los jugadores del Barcelona.

Pocos futbolistas tienen la clase de Banega, capaz de volar sobre las piernas blaugranas, como hizo en una increíble salida de balón desde atrás en el minuto 28. Banega, el temple, combinó bien con el trabajo de Krychowiak. No solo en ataque brilló Banega. Cuando tuvo que trabajar en defensa también lo hizo, como en un cruce providencial ante Neymar, dentro del área.

Todavía dejó una guinda para el tramo final de la primera parte. Mascherano vio la roja por derribar a Gameiro. La falta la lanzó Banega y Ter Stegen hizo un paradón escalofriante.

En superioridad numérica, el papel de Banega se agigantó. Además, dio un pase adelante en el campo para darle personalidad a su equipo. Más adelantado, el faro del Sevilla se hizo con el balón al borde del área. Su disparo rozó en Piqué y dio en el palo. El propio Banega ya le hizo un buen gol al Barcelona la pasada temporada con un disparo desde lejos que dobló las manos a Bravo, entonces titular en el Barcelona en ese encuentro de Liga.

Y ahí siguió Banega, ayudando a sus compañeros, moviendo el balón de una banda a otra mientras la final entraba en los momentos decisivos.Fue el momento en el que Iborra levantó los brazos mirando a la grada sevillista. Eran los instantes donde el Sevilla tuvo la final en sus manos. Banega comandaba y hasta soñaba con sorprender a Ter Stegen desde su campo. El balón era ya suyo, entendiendo muy bien el partido.

Y en el 89, el argentino se las vio con Neymar, que le buscó la roja sin éxito. Luego, el minuto 92, sí le pegó al brasileño, con lo que vio la roja y enfiló el camino de los vestuarios. Se acabó la final para el argentino, que salvó a su equipo de la incursión del brasileño cuando se encontraba con uno más. El Sevilla, entonces, afrontó la prórroga sin su faro, sin el hombre que manejaba los muñecos.

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